40 años de Malvinas: "La palabra que tenemos que reivindicar es soberanía, en mayúsculas"

Militantes y veteranos argentinos © Foto : Facebook/Cecim La Plata
Patricia Lee/Marco Teruggi

Edgardo Esteban es director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, ubicado en un lugar emblemático: la antigua Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros de tortura de la dictadura militar. En diálogo con Sputnik, Esteban habló de la necesidad de no olvidar la causa y señaló el peligro de la ocupación británica hoy.

Este 2 de abril se cumplen 40 años del inicio de la recuperación de las Islas Malvinas por Argentina. La dictadura militar instaurada en 1976 y comandada en ese momento por Leopoldo Fortunato Galtieri ya estaba en decadencia. El 30 de marzo se había realizado la primera huelga general contra el Proceso de Reorganización Nacional y, en ese contexto, los militares decidieron realizar la acción para recuperar las islas, usurpadas por los ingleses desde 1833.

La respuesta británica, que hubiera podido ser la negociación para resolver la dominación colonial sobre este enclave de apenas 12.000 Km2 a 12.700 Km de Londres, fue la guerra. En corto tiempo armaron un convoy que partió de los puertos ingleses para llegar a las Malvinas el Primero de Mayo. En apenas 45 días de combates, las fuerzas argentinas se rindieron ante la superioridad británica, que contó con el apoyo de EEUU y de la OTAN reaprovisionando sus aviones y prestando asistencia logística y de inteligencia.

Los heroicos 649 soldados argentinos muertos en las islas, el criminal hundimiento del Crucero General Belgrano que dejó casi la mitad de las víctimas de toda la guerra, las hazañas de los pilotos de la aviación argentina, son memorias que se mantienen presentes y reavivan la lucha argentina por recuperar la soberanía sobre las Islas.

Edgardo Esteban, protagonista de esa guerra, es hoy director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, autor del libro Iluminados por el Fuego y del guión de la película del mismo nombre (2005) que recibió múltiples premios internacionales, en la cual se refleja la mirada del combatiente, el drama y el olvido posterior a la guerra.

40 años después, Esteban rememora su experiencia en conversación con Sputnik, advierte sobre el peligro que representa la presencia militar británica en el Atlántico sur y habla de la doble vara con la que se miden los conflictos internacionales.

"Malvinas para los argentinos tiene que ser el rescate de lo colectivo, es un país que tiene sus dificultades, sus crisis permanentes y muchas divisiones, pero Malvinas es como una línea transversal, porque no importa la ideología política, no hay ciudad que no tenga una escuela, plaza, monumento, una calle, monolito que recuerde a sus caídos", empieza Esteban.

Como director del museo, cree que no se puede circunscribir la historia a lo que pasó en 1982: "La identificación de Malvinas está muy ligada a lo que fue el conflicto bélico del Atlántico sur, pero Malvinas son 502 años de historia y 189 desde la usurpación", dice.

Esteban, quien antes de asumir como director del museo se desempeñó durante muchos años como periodista, cree que es importante recuperar esa historia porque "Malvinas tiene un pasado, un presente, pero tenemos que seguir trabajando para recuperar nuestras islas del colonialismo británico que está metido en gran parte de nuestro territorio y que no vamos a ceder bajo ningún punto de vista y a través de la paz vamos a seguir trabajando intensamente”.

En Ucrania y el Atlántico sur, la amenaza de la OTAN

Para el excombatiente es fundamental "que se tome conciencia de lo que significa Malvinas para el pueblo argentino, que observa con mucha preocupación que en una zona de paz y amistad como es nuestro mar austral haya una de las bases militares más importantes en el Hemisferio Sur aliada de la OTAN y que se esté construyendo un puerto de aguas profundas, mirando hacia el futuro y hacia lo que va a ser la discusión en un tiempo no muy lejano de lo que significan los recursos naturales de la Antártida".

Esteban se refiere a la base militar de Monte Agradable, con cerca de 2.500 soldados, el centro militar más importante de la OTAN  en América Latina, desde donde los británicos pueden monitorear una amplia franja del Atlántico Sur hasta la Antártida. La presencia militar británica es violatoria de la resolución 41/11 de la ONU que declara el área como zona de paz y cooperación y prohíbe situaciones que promuevan un agravamiento del conflicto.

"Los británicos ya miran con mucha atención sus alimentos, sus recursos hidrocarburíferos y la mayor reserva de agua potable del planeta [la Antártida], un recurso que va a escasear en un futuro no muy lejano, y ya están especulando con eso. Argentina va a seguir disputando y reclamando no solo en las Naciones Unidas, sino buscando el respaldo internacional y a través de una política de Estado sobre la cuestión Malvinas", señala.

De la casa familiar al campo de batalla

Ese 2 de abril de 1982 Esteban estaba en su casa, en la localidad de Haedo, al oeste de la ciudad de Buenos Aires y ya estaba por salir de baja del servicio militar. "La que me informó de la recuperación de las islas fue mi mamá, que después con mucha sabiduría cuando vimos por televisión me decía, cuántas madres de soldados van a ir a acompañar a Galtieri a la Plaza de Mayo. 'Se nota que no tienen dimensión de lo que es una guerra'", me dijo.

Por su entusiasmo por la aventura, porque nunca pensó que habría una guerra, no le hizo caso, pero después se dio cuenta que su mamá tenía razón. "Volví a [la provincia de] Córdoba, con la posibilidad de irme de baja, yo soy paracaidista, pero dije que quería ir y el 25 de abril llegué a las Islas Malvinas para hacer mi trabajo de topógrafo, con mucha emoción, pero siempre especulando que iba a ser una gran aventura, un paseo estar en esas islas tan cercanas en lo afectivo, pero nunca pensé que íbamos a estar en una guerra, y todo cambió cuando estalló la primera bomba el Primero de Mayo".

"A los 18,19 años, no pensás en la muerte, pero a partir de ahí se te instala hasta el último día de tu vida", reflexiona Esteban, que en ese momento se bautizó como soldado.

"Fue una situación muy compleja porque era una guerra muy desigual, tenían el respaldo de la OTAN, EEUU fue un aliado incondicional, como siempre, porque la dictadura cívico-militar de Galtieri especulaba con el respaldo del presidente Ronald Reagan", señala, recordando el apoyo de EEUU a los gobiernos militares en el Cono Sur y en Centroamérica.

"Fue muy difícil porque algunos teníamos cierta experiencia pero había otros que recién entraban al servicio militar. Dormíamos a la intemperie con hasta 10 grados bajo cero, las provisiones empezaron a faltar, hubo ciertos desbordes por parte de los oficiales y suboficiales que la misma tensión los llevó a extralimitarse. En ese contexto uno trató de dar lo mejor que pudo y como pudo", rememora.

Cuando Argentina se rindió el 14 de junio, "fue una gran decepción cuando se anunció la derrota porque todos creíamos lo que decían los medios oficiales de que estábamos ganando y de repente no se ganó".

"La derrota fue muy traumática, nadie más quiso hablar después de la guerra durante mucho tiempo, pero también gracias a esa lucha desigual y de lo que significaron los organismos de derechos humanos vino la transición hacia la democracia en 1983, que está próxima a cumplir 40 años. Ese final de la guerra también fue el camino de salida del poder de la dictadura militar", recuerda.

'Iluminados por el Fuego'

La necesidad de hablar sobre la guerra llevó a Esteban a escribir en primera persona el libro Iluminados por el Fuego. "Nos habían pedido que hiciéramos un pacto de silencio, firmamos una declaración jurada que no podíamos hablar porque era un secreto de Estado, y uno tenía la necesidad de desahogar, había mucho por contar, no podés callar, fue como un camino para exorcizar esos fantasmas, escupir ese dolor”, recuerda.

Esteban empezó a escribir el libro en 1985 "El libro fue un viacrucis, empieza con el final de la guerra y ecómo lo recuerdas.Tiene esa mirada humana que debe tener la guerra", dice, porque cuando uno dice 649 muertos, "cada uno de esos muertos, para el papá, la mamá, es la tapa del diario de toda la vida".

Pero para el excombatiente que vino con esa carga emocional, esa enfermedad colectiva que era el estrés postraumático, a Esteban le preocupaba cómo se empezaban a suicidar, porque hay más muertes por suicidio que en combate. "Iluminados por el Fuego buscó construir el relato de la guerra desde la mirada humana, de esos jóvenes que habíamos estado allá".

Iluminados fue trabajar esa "guerra interior", fue "una película necesaria, una bisagra, que abrió un debate que no estaba en ese momento. La película, además de ganar varios premios internacionales, permitió que el tema se volviera a poner sobre el tapete, en una sociedad que intentó olvidarse de la guerra. "Esa sociedad que nos escondió y nos marginó durante muchos años empezó a contener a sus soldados y hoy hay una relación más estrecha y en ese caso la película fue importante", dice.

"Escribí en la contratapa de Iluminados por el Fuego que 'la guerra es un procedimiento por el cual hombres que no se conocen se ven obligados a matarse por hombres que sí se conocen y no se matan'", cuenta..

Esteban rechaza esa "doble vara" en la que "se repudia lo que pasa hoy [en Ucrania], pero el mismo que condena [Reino Unido] tiene hace 189 años un territorio que no le pertenece. Hay una resolución de la ONU de hace 57 años y el Reino Unido no la cumple".

"Entonces por qué allá sí [se condena], por qué con las Malvinas no, porque es una colonia pequeña pero tiene un control marítimo donde los británicos tienen 1.638.000 km2 solo de la plataforma marítima continental y si sumas lo que ellos pretenden de la Antártida son 2.400.000 km2, 10 veces más la superficie de las islas del Reino Unido", ilustra el excombatiente.

Documentos desclasificados han confirmado que los ingleses trajeron 31 bombas nucleares a las Malvinas y, según Esteban habrían preparado planes para atacar la ciudad de Córdoba. "¿Por qué nadie cuestionaba lo que estaba pasando en las islas, que fue la injerencia de un país que no está en territorio americano?", se pregunta y recuerda que tampoco funcionó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que según el cual, si había una agresión externa a un país de la región, todos, incluyendo EEUU, debían respaldar al país agredido.

¿Qué peligro representa la OTAN hoy?

Argentina debe continuar, a través de la paz, la defensa de sus islas, porque "ellos son usurpadores que están en un territorio ilegal que no les corresponde con un gobierno ilegal que no les corresponde", afirma Esteban.

En ese sentido, remarca que la gobernadora [de las Islas] no es la autoridad, "el gobernador de las Malvinas es el de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y los legisladores están en la ciudad de Ushuaia".

Malvinas es una cuestión de Estado y Argentina tiene que trabajar de común acuerdo con los países latinoamericanos vecinos. "Uruguay hoy tiene un puerto como Montevideo donde se aprovisionan los barcos factorías que deprendan nuestra pesca, en Brasil, Uruguay y Chile aterrizan aviones militares británicos, pero tenemos que entender que Malvinas es americana. No mucho tiempo atrás había jefes y jefas de Estado que tenían esa conciencia, como [Luis Inacio da Silva] Lula, [José] Mujica, [Evo] Morales, [Rafael] Correa", recuerda, refiriéndose a los expresidentes de la región.

"La palabra que tenemos que reivindicar en este 40 aniversario es 'soberanía', en mayúsculas, con todas sus letras", concluye.


40 años de memoria y la necesidad de 'malvinizar' Argentina

Mario Volpe tenía 26 años cuando fue a la Guerra de Malvinas. En diálogo con Sputnik relata aquellos meses, el largo camino para construir la memoria en estos 40 años, y la importancia que tiene Malvinas para lo que denomina la soberanía integral de Argentina.

Cuando fue convocado a la Guerra de Malvinas contra el Reino Unido, Mario Volpe tenía 26 años. Era 1982 y la dictadura cívico-militar llevaba siete años en el poder en Argentina. "Fui soldado conscripto con prórroga universitaria, estaba casado, y fui llamado nuevamente, estaba de baja, para ir a la guerra", cuenta.

Volpe estaba estudiando medicina en la Universidad Nacional de La Plata, a 60 kilómetros de la capital argentina, Buenos Aires. "Mi vida era una vida normal, trabajando y estudiando, me presenté al regimiento, a los pocos días ya estábamos en Malvinas". Allí fue radioperador y enfermero: "Estuve con el Regimiento Siete, mi lugar fue una zona que está a unos 15 kilómetros de Puerto Argentino", la capital de las Islas Malvinas.

"En la guerra estuve desde el 10 de abril hasta el 14 de junio", narra Volpe. Allí fue herido, trasladado a la ciudad de Comodoro Rivadavia, luego a la Guarnición del Ejército Campo de Mayo, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, y finalmente "de pronto una noche, como hacían las cosas los militares en la época, en un colectivo todo cerrado y tapado, me llevan al hospital militar central".

Volpe obtuvo una "alta mejorada" en ese hospital, lo que significaba que podía irse algunos días y volver: "Evidentemente nunca más volví", cuenta. Argentina había perdido la guerra contra el Reino Unido, 649 militares argentinos habían perdido la vida, aún quedaba casi un año y medio para las elecciones presidenciales que darían ganador a Raúl Alfonsín (1983-1989), quien asumiría el 10 de diciembre de 1983.

La guerra y la dictadura

Campo de Mayo, donde estuvo Volpe, fue uno de los principales centros clandestinos de detención, tortura y desaparición de la dictadura. "Uno sabía que ahí había un centro clandestino, sabíamos lo que sucedía en la Unidad Nueve de La Plata, en el Regimiento donde estábamos en el de Infantería, sabíamos de la suerte que habían corrido muchos compañeros que habían desaparecido", cuenta.

"Malvinas también forma parte de la dictadura, sucedió durante la dictadura, con la dictadura y con el mismo Ejército que reprimía, que había hecho desaparecer a compañeros, a los nietos, a hijos, eso yo lo tenía muy claro, no era un ejército sanmartiniano [por el General San Martín], de liberación".

Volpe junto con otros exsoldados crearon en 1983 el Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM). Por ese análisis acerca del contexto y actores de la guerra tomaron una decisión: "Cuando formamos el centro de excombatientes, que es un momento importante en mi vida, porque era el lugar donde los soldados podíamos hablar, decidimos hacer un centro exclusivamente de colimbas [servicio militar obligatorio] y civiles donde no entraran militares de rango, y a partir de ahí podíamos charlar nuestras experiencias".

El CECIM, cuenta Volpe "desde su inició empezó con el tema de derechos humanos, al principio nos costó mucho incorporar el tema Malvinas, incluso con los propios organismos de derechos humanos".

La reticencia comenzó a ir cediendo: "De a poco fueron entendiendo que también en Malvinas era el mismo Ejército, que estuvo [Juan Carlos] Rolón, [Alfredo] Astiz, esos mismos militares torturadores en el continente torturaban también en Malvinas, y eso fue entendiéndose cuando empezaron a verse declaraciones de soldados donde las prácticas que sufrían eran muy similares a las prácticas que se hacían en el continente".

El largo camino de la memoria

Al nacer el CECIM "los objetivos eran honrar la memoria de los compañeros, rescatar a los compañeros que estaban heridos, eso era lo más urgente, tratar de conseguir una pensión para tener una obra social que no teníamos", narra Volpe.

Comenzaban los años 80 en Argentina, el Gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989): "Teníamos muy en alto las banderas y luchábamos en la calle porque durante toda su presidencia nunca nos recibió, y eso está enmarcado dentro de verdad por un lado y que se ha hecho también un mito, pero yo creo que es una verdad, que era esa recomendación que le habían hecho a Alfonsín que, si él quería no tener a los militares muy cerca, o desligarse de los militares, bajara las banderas de Malvinas".

Comenzó "el período de desmalvinización", cuenta. "Nos escondieron cuando volvimos, nadie tenía documentos, muchos no sabían qué hacer, ellos te devolvían una libretita verde sellada diciendo que habías cumplido funciones en la guerra de Malvinas y nada más".
La llegada del Gobierno neoliberal de Carlos Menem trajo la posibilidad de tener "por primera vez una pensión mínima o solidaria", lo que implicó, a su vez, tener "obra social", explica Volpe. Sin embargo, en términos políticos, la década neoliberal argentina no significó un avance significativo en la memoria, reconstrucción de Malvinas, ni en la diferenciación que el CECIM realiza de forma tajante entre mandos y soldados.

Los Gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2015) trajeron varios avances. Uno de ellos, en el 2012, fue "la determinación fundamental de hacer público el informe Rattenbach", realizado por los mismos militares a fines de 1982. "Cristina lo que hace es abrir todos los archivos de Malvinas, se hicieron públicos, salvo aquellos muy secretos que no se pueden revelar aún".

Tuvieron lugar otros avances, como "en la época de Néstor nos dan tres pensiones mínimas, que es una jerarquización de la economía y del bienestar de los veteranos de guerra ya que siempre eran pensiones mínimas que no alcanzaban para los requerimientos básicos", o la inauguración en 2014 del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

La asunción de Mauricio Macri (2015-2019) trajo un nuevo retroceso: "Tuvo la misma conducta que venía teniendo con los derechos humanos, con un vaciamiento, un parate en el museo donde no le ponían inversión".

Volver a 'malvinizar'

El pasado 24 de marzo, en la conmemoración del inicio de la dictadura, el CECIM fue parte de la movilización a la Plaza de Mayo. "Creo que le aportamos, sobre todo en este momento, en este año, una palabra más al reclamo de lo histórico que era memoria, verdad y justicia, y ahora vemos muchos carteles que dicen memoria, verdad, justicia y soberanía, muchos carteles de soberanía", explica Mario Volpe.
Una de las tareas centrales en estos momentos es "instalar nuevamente el tema Malvinas", explica. "Difundir y explicar el tema desde un punto de vista que significa que tenemos seis millones de kilómetros cuadrados en el mar, los argentinos no miramos el mar y lo evaluamos solamente por una cuestión turística".

La importancia del mar radica en varias cuestiones. Por un lado, la cuestión alimentaria de la actividad pesquera: "La pesca podría solucionar el problema de hambre urgente de Argentina solamente poniendo unos barcos a pescar para la gente, y no pagar 900 pesos un kilo de merluza".

Por otro lado, ese mar contiene varias riquezas: "Energía, petróleo, gas, nódulos polimetálicos, minerales que se usan para la industria, todo eso está en Malvinas". Y esos recursos son necesarios para varios países y, en consecuencia, objeto de disputas para las cuales Argentina debe prepararse.

"Viene un mundo totalmente cambiante, tenemos que notar que el Reino Unido militariza cada vez más no solamente Malvinas, sino las otras bases que tiene a través del Atlántico Sur. Están con un alto requerimiento de recursos naturales, de alimentos", afirma Volpe.

Por eso, se trata de pensar Malvinas desde la perspectiva de lo que denomina una "soberanía integral": "Una soberanía que disputa la Antártida, que disputa Malvinas, las Islas del Atlántico Sur, el Atlántico Sur, queremos tener una entrada y salida al mar por el Río de La Plata, queremos que se haga el Canal Magdalena para poder que pasen los barcos por puertos nacionales y no pedir permiso a Uruguay para salir al mar".

Fuente
https://mundo.sputniknews.com
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