Así se urdió la privatización de Osakidetza: el plan de Azkuna y Bengoa para acabar con la sanidad pública

Una escultura de Iñaki Azkuna, el consejero vasco que inició la privatización sanitaria en la comunidad, adorna la entrada de la Clínica Zorrotzaurre de IMQ. Christian García
Ahoztar Zelaieta y Luis Miguel Barcenilla

El Plan Osasuna Zainduz fue el punto de inflexión en la implantación del modelo de gestión pública del Servicio Vasco de Salud. Iniciada en 1991, esta reforma impuso la competitividad, la reducción de costes, la figura del cliente, la sanidad como un mercado, las políticas de oferta y demanda, los incentivos por resultados y otras medidas procedentes de la Gran Bretaña de Margaret Thatcher.

En el tradicional mensaje televisado de Navidad, el lehendakari Iñigo Urkullu asumió la existencia de “problemas” y “dificultades” en Osakidetza. Y a continuación añadió: “Hoy pedimos Salud al nuevo año”. Osakidetza comenzó el 2023 con 422 profesionales sanitarios menos que a principios del año anterior. La jubilación de 2.300 personas en los próximos tres años, de los cuales 330 son médicos, amenaza con agravar la falta de personal en la sanidad pública vasca. Mientras tanto, las obras de la Facultad de Medicina de Basurto se han retrasado otro curso y el sobrecoste asciende ya al 20%.

La lista de espera de consultas externas tampoco ha parado de crecer: se ha multiplicado por seis desde 2016. Según reconoce el propio Gobierno Vasco, más de 115.000 pacientes están a la espera de obtener una cita con un especialista en las consultas externas y 53.576 personas integran las listas de espera para someterse a una prueba diagnóstica. La amenaza del cierre de plantas, como la de Cirugía en Cruces, planea sobre los hospitales vascos y la Atención Primaria, cada vez más privatizada, sufre tras años de desgaste.

El pasado 1 de febrero, durante la inauguración del centro de salud de Murueta, el propio Urkullu reconoció “carencias” en la atención primaria y se comprometió a “realizar un esfuerzo económico”. La realidad es que, solo el año pasado, Osakidetza gastó más de 60.000 euros en contratar a consultoras privadas para externalizar la auditoría, reorganizar e “innovar” en la Atención Primaria.

“Osakidetza es la avanzadilla, Ayuso sigue el ritmo del País Vasco”, valora Arkaitz Herreros sobre el desmantelamiento de la sanidad pública. El delegado sanitario por Bizkaia del sindicato ELA no se cree la imagen que el Gobierno Vasco muestra de Osakidetza: la “joya de la corona” vasca no es un referente mundial para los servicios de salud. ¿Pero, cuándo comenzó a desmoronarse este mito?

El Plan Osasuna Zainduz de 1993

Como afirma un artículo del Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico de la Universidad del País Vasco (OSEKI), “la llegada de la corriente neoliberal a principios de la década de 1990 se materializó en el Plan Osasuna Zainduz". Firmado en 1993, este proyecto modificó la naturaleza de la gestión de la sanidad pública. La idea era que Osakidetza operara bajo lo que se conoce como un Régimen Jurídico Privado, es decir, que introdujera criterios de gestión empresarial, basados en el entendimiento de la salud como un coste para las arcas públicas. Como indicaba el propio Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco a inicios de los noventa, la sanidad pública debía funcionar mediante parámetros “comunes en el sector privado, basados en el acuerdo entre las partes y en el sometimiento al Derecho Laboral y Mercantil”.

La llegada de “la corriente neoliberal a principios de la década de 1990” se materializó en el Plan Osasuna Zainduz, que modificó la naturaleza de la sanidad pública vasca e introdujo criterios de gestión empresarial

El Plan Osasuna Zainduz fue presentado, y defendido ferozmente en el Parlamento Vasco, por el mismísimo Iñaki Azkuna, por entonces consejero de Sanidad del Gobierno Vasco. Azkuna afirma en aquel entonces que “la expansión del sector sanitario” era “necesaria”, pero, añadía, “no puede continuar apoyándose únicamente en una aportación mayor de fondos hacia el mismo”. Respecto a las críticas sindicales por no contar con las organizaciones de trabajadores para elaborar el borrador del proyecto, Azkuna respondió ironizando sobre el asamblearismo: “Ya nos han avisado aquellos a los que consultamos, las grandes empresas, como Mondragón o Iberdrola (...)”, decía obnubilado. “Aunque hagáis 1.500 reuniones, siempre será poco”.

Este plan era una forma distinta de, como decía Azkuna, “meter la tijera” en alguna “parte de la sanidad”. Así, el sistema vasco de salud adoptó una nueva estructura de funcionamiento donde, básicamente, se desdoblaba la financiación. Por un lado, la pública, dependiente del Gobierno Vasco. Por otro lado, la provisión, que podía ser pública o privada. El Departamento de Sanidad comenzó a adquirir un papel distinto, más relacionado con la regulación o la financiación que con la dirección del sector público. Ello implicó reducir cualquier atisbo de planificación y comenzar a asignar recursos a las “agencias” que después contratarían los servicios sanitarios. Estas mismas agencias luego se convertirían delegaciones territoriales, de Bizkaia, Araba y Gipuzkoa, y realizarían la contratación tanto de servicios públicos, mediante suscripción de los contratos-programa con Osakidetza, como de servicios privados, mediante la criticada fórmula de la concertación de servicios.

Bengoa inaugura con Azkuna el nuevo Centro de Salud de Mina del Morro en 2010 Fuente: Irekia

Este modelo, el de la agencia de contratación, se quiere imponer ahora en el Sistema de Salud de la Comunidad de Madrid. Ante ello, la Coordinadora Anti-Privatización de la Salud de Madrid, ha criticado que supone “transferir dinero público a la empresa privada de la forma más ágil y moderna posible, es decir, eliminando los mecanismos que el Derecho Público establece para asegurar la utilización transparente y controlada del erario público por el capital privado”.

La Coordinadora Anti-Privatización de la Salud de Madrid trata de luchar contra el modelo que se quiere impone en la CAM aludiendo que “el experimento no es nuevo”, refiriéndose a Osakidetza

Para oponerse a ello, la coordinadora madrileña ha aludido a que “el experimento no es nuevo”, refiriéndose a Osakidetza-Servicio Vasco de Salud. Al igual que “en el caso del País Vasco, no hay ningún control político sobre la contratación, solo el Tribunal Vasco de Cuentas, que es un organismo técnico, y la ley presupuestaria que impone el techo de gasto”.
Críticas de los sindicatos y el Ararteko

Los valores que iban a regir la “reforma” del sistema público de salud que impulsaba el Plan Osasuna Zainduz eran los que emergen de una serie de conceptos como la “competitividad”, los “costes”, el “pago” de algunas “prestaciones”, la figura de “cliente”, la concepción de la sanidad como un “mercado sanitario”, que compartiría, además, “fórmulas comunes en el sector privado” como las “políticas de oferta y demanda”, los “incentivos por resultados” y “medidas similares” a las “aplicadas en Gran Bretaña”, entre otros. “Es un cambio radical en el sistema de gestión”, como señalaron las fuentes del Departamento de Sanidad del momento.

Osasuna Zaiduz hablaba de “competitividad”, “costes”, “cliente” y de la sanidad como “mercado sanitario”, y tenía como modelo a seguir las medidas de Gran Bretaña.

Para ELA, este cambio iba a suponer “la desvertebración de Osakidetza”. El sindicato añadió un vaticinio que luego se cumplió: “Puede derivar hacia la desaparición de servicios en algunos hospitales”. A su vez, Adolfo Muñoz, el responsable sectorial de Osakidetza de la organización en aquella época, indicaba: “Las leyes del mercado no sirven para regular los servicios sanitarios, no se puede hablar de costes cuando se trata de cubrir necesidades sociales”.

La reforma promovida por Azkuna y Bengoa, entre otros, establecía un orden prioritario en servicios sanitarios y obligaba a pagar un canon en algunas especialidades. Otra huella de la neoliberalización en la sanidad pública vasca de este Plan se ponía de manifiesto en el apartado sobre los salarios de los profesionales. Este introducía un nuevo parámetro, desconocido hasta el momento: la eficiencia. Aspecto destacado de la reforma también fue la “flexibilización del sistema de personal”, al proponer que las nuevas incorporaciones se regularan por contratos laborales.

En su exposición ante el Parlamento Vasco, Iñaki Azkuna subrayó tres factores que determinaban la necesidad del cambio de modelo sanitario: el envejecimiento de la población, el SIDA y las drogodependencias, aunque no mencionaba la salud mental. A este respecto, un monográfico sobre el tema que años más tarde publicó el Ararteko-Defensor del Pueblo del País Vasco recogía lo siguiente: “La participación comunitaria que iniciaba su desarrollo en forma de Juntas locales de Sanidad, Comisiones municipales hace más de diez años vio coartado su desarrollo por el Osasuna Zainduz, proyecto con estilo empresarial, donde no figuraba una sola línea sobre intervención comunitaria”. Y concluía: “Frenó toda forma de análisis sanitario y búsqueda de soluciones realizado por la propia ciudadanía”.
Margaret Thatcher y “el informe Abril” como referentes

Además de Iñaki Azkuna, uno de los cerebros del poco recordado Plan Osasuna Zainduz fue Rafa Bengoa, en aquel momento alto cargo de Osakidetza. Ambos estaban al frente de las estructuras de poder político necesarias para culminar aquello que afirmaba Margaret Thatcher: “La economía es el método, pero el objetivo es cambiar el alma”. Azkuna había pasado por la dirección del Hospital de Cruces de Bilbao (1981) y luego por la dirección de Hospitales del Gobierno Vasco para más tarde ostentar la dirección de Osakidetza (1983-1987) y, por último, la consejería de Sanidad (1991-1999).

Bengoa era el Director de Planificación y Ordenación en Salud (1991-1995) cuando Azkuna estaba al frente de la Consejería. Era su mano derecha y fue su sucesor natural. A ambos aún se les puede ver en fotos inaugurando centros de salud en Bilbao, Azkuna como alcalde de la villa y Bengoa como consejero de Sanidad del Gobierno Vasco (2009-2012).

El Plan de Azkuna y Bengoa estaba alineado con el discurso predominante a nivel estatal y global: la supuesta amenaza de la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. De hecho, nació poco después de que se implementarán las reformas privatizadoras del Sistema Nacional de Salud británico por parte de Margaret Thatcher y de que naciera el “informe Abril” en el Estado español.

 

Visita oficial de la premier Margaret Thatcher, con Iñaki Anasagasti, el entonces presidente del Congreso Félix Pons, y Miquel Roca. Fuente: blog de Iñaki Anasagasti.

Hasta qué punto llega la analogía neoliberal que durante la presentación de Osasuna Zainduz en el Parlamento, tras escuchar las críticas de Herri Batasuna, el PNV defendió su plan refiriéndose a las reformas en Reino Unido: “Los ingleses [...] han reaccionado y han espoleado el sistema para que se dinamice”. Para la líder conservadora inglesa, conocida como la Dama de Hierro por ser una de las grandes artífices del proyecto neoliberal, los grandes cambios requieren de un plan a largo plazo. Nadie aceptaría la destrucción de la sanidad de la noche a la mañana. Por tanto, la estrategia fue sentar las bases ideológicas para presentar el servicio público como algo ineficiente, identificándolo con la rigidez del Estado y criminalizándolo hasta la saciedad.

La estrategia fue sentar las bases ideológicas para presentar el servicio público sanitario como ineficiente, identificándolo con la rigidez del Estado y criminalizándolo hasta la saciedad.

El “informe Abril” había sido redactado en 1991 por una comisión presidida por el vicepresidente segundo del Gobierno español, Fernando Abril Martorell, en la que Rafael Bengoa participaba. Siguiendo la estratagema de Thatcher, el texto señalaba que se estaba dando “un cierto agotamiento del sistema sanitario” debido a que “el sistema sufre tensiones por el aumento de la demanda social, por el envejecimiento y la mejora del nivel de vida [...] con recursos cada vez más limitados”. El documento aseguraba: “El Sistema público no tiene visión global y empresarial”. Sindicatos como LAB compararon el plan Osasuna Zainduz, urdido entre 1991 y 1993, con las medidas a favor de la privatización recogidas en el “informe Abril”.

Para cerrar el círculo, el hijo de Fernando Abril Martorell presidió la multinacional Indra entre 2015 y 2021, periodo en el que la empresa logró importantes contratos de Osakidetza.

El hito de la teleasistencia privatizada

Con Rafael Bengoa al frente de la Consejería de Sanidad se produjo otro de los hitos de las reformas estructurales en el sistema público de salud vasco. El plan Osasuna Zainduz, que tenía previsto culminar su implantación en 2002, dio paso a algo más implantado en las líneas maestras de la política vasca: la Estrategia Vasca de Cronicidad, fechada en 2010, que implantó un modelo de atención procedente del sistema de salud norteamericano. Para ello, la estrategia adoptaba un modelo sanitario basado en la creación de demarcaciones territoriales, denominadas Organizaciones Sanitarias Integradas (OSI), autónomas en su gestión, y con bases de financiación e incentivos en función del cumplimiento de los objetivos de eficiencia planteados.

Respecto a la manera de solucionar el problema, o hacer frente al “reto” de la cronicidad, se puso en marcha el servicio de teleasistencia, el cual ha estado marcado por el conflicto laboral y las externalizaciones. De hecho, este servicio se ha adjudicado por varios millones de euros a una UTE liderada por GSR (Grupo Mondragon) e IMQ, aseguradora privada.

Cabe señalar también la importancia de las puertas giratorias en este affaire: el director del negocio del área de salud del Grupo Mondragon, Mikel Álvarez, fue también alto cargo de Osakidetza. Además, el exconsejero de Salud Jon Darpón fue director general de la clínica Zorrotzaurre, del grupo IMQ-Igurco. Por su parte, el actual director de operaciones de IMQ-Igurco es el exburukide Iñaki Isasi.

Fuente
https://www.elsaltodiario.com
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