Contexto histórico del conflicto Israel-Palestina

Palestino ondea bandera frente a asentamientos
Palestina LIbre

Desde inicios del siglo pasado, Palestina sufre las horribles consecuencias del colonialismo. El británico primero y ahora el israelí. Este último, basado en la limpieza étnica y el robo de las propiedades, bienes y tierras de los palestinos. Israel ha logrado expulsar a más de la mitad de la población palestina de sus tierras y colonos extranjeros se han apropiado de sus propiedades y bienes.

Palestina está ocupada desde hace ya más de 70 años sin perspectivas de alcanzar su derecho a la autodeterminación. El artículo 49 de la Cuarta Convención de Ginebra, que da las pautas de protección de la ciudadanía ocupada, ha sido reiteradamente violado por la potencia de Israel; no obstante, el gobierno de Israel defiende que las convenciones internacionales relacionadas con la ocupación no son legítimas en territorios palestinos ya que Palestina no se ha conformado nunca como estado. Fue durante el mandato británico y tras la Declaración de Balfour en 1917 cuando se impulsó la colonización israelí de Palestina, incrementándose la emigración judía de manera espectacular. Sin embargo, el proceso de creación del estado de Israel se inicia a finales del siglo XIX con el auge del movimiento sionista, iniciado por Theodor Herzl, basado en la creación de un estado judío propio para todos los judíos del mundo.

En la Nakba de 1948, más de 750.000 palestinos se vieron obligados a abandonar sus hogares. La ley Israelí, desde el mismo año de la Nakba y hasta día de hoy, no reconoce a ninguno de ellos el derecho al retorno. Actualmente, los refugiados palestinos ascienden a unos 5 millones, un tercio de los cuales habitan, según la UNRWA, en 58 campos de refugiados localizados en Jordania, Líbano, Siria, la franja de Gaza y Cisjordania, incluyendo el este de Jerusalén.

Desafortunadamente, la historia se repite y tras la Guerra de los Seis Días en 1967, conflicto bélico que enfrentó a Israel con la coalición árabe, se da una nueva ola de refugiados y empieza la ocupación de Cisjordania y de la Franja de Gaza. Los sucesivos gobiernos israelíes han consentido la creación de colonias en zonas estratégicas de Cisjordania que han fragmentado el territorio palestino, obstaculizando la creación de un futuro estado así como de un posible acuerdo de paz que pretendía alcanzarse tras los acuerdos de Oslo en 1993.

Ayman, habitante de la comunidad de Khirbet Al Dear situada en el Valle del Jordán, nos cuenta que, en 1967, las 150 familias que habitaban en el área fueron expulsadas, siendo a día de hoy sólo 5 las que han podido volver a su hogar. No obstante, las condiciones de vida no son las mismas: “no había fronteras en aquel entonces, sólo el río, lo que nos facilitaba no sólo el movimiento sino también la exportación y venta de nuestros productos. No había CheckPoints que obstaculizaran el comercio. La agricultura y ganadería se han visto perjudicadas con los años, el agua está controlada por la compañía privada israelí Mekorot y no tenemos acceso a ella. Tampoco podemos pastar libremente con nuestros rebaños sin correr riesgos o ser expulsados de las que son nuestras tierras. Somos los propietarios legales de las tierras, la casa de mi padre estaba aquí y yo nací aquí. Sólo queremos una vida tranquila”.

ESTRATEGIAS DE CONTROL EJERCIDAS POR ISRAEL Y ASIMETRÍA DE FUERZAS

Una de las técnicas más famosas de control son los conocidos CheckPoints, lugares o torres de vigilancia que dificultan la libertad de movimiento provocando la segregación de la población. Esto dificulta el acceso a los servicios públicos como la educación y sanidad. Abu Sakr, habitante de la comunidad beduina de “Al Hadidiya”, en el Valle del Jordán, nos cuenta que perdió a uno de sus hijos tras esperar más de seis horas a que llegara la ambulancia. En el caso de Mohamed, habitante de la ciudad de Hebrón, su sobrino nació en uno de los CheckPoints establecido durante un toque de queda militar, impuesto durante la segunda Intifada. Cualquier persona que infrinja un toque de queda puede ser disparada por las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) con total legitimidad.

El famoso muro construido por Israel, iniciado en 2002 y aún sin finalizar, pretende anexionar un 10% del territorio palestino a Israel. La ONU y el Tribunal Internacional de Justicia declararon la ilegalidad del muro en 2004 al transcurrir más del 80% de su trazado en tierra Palestina. La finalidad de este muro es proteger a los mayores asentamientos de las zonas ocupadas y, al mismo tiempo, separar a los distintos pueblos que se encuentren a su paso, así como requisar las tierras palestinas necesarias para su construcción.

Desde la ocupación de Cisjordania y la Franja de Gaza en 1967, el Estado de Israel ha monopolizado, destruido y agotado todos los recursos de agua naturales usados por la población palestina. Rashed, coordinador del proyecto “Jordan Valley Solidarity”, asegura que “el control del agua es una de las armas usadas por el Estado de Israel y los colonos para quebrar nuestra economía y controlar nuestras tierras”. La única forma de resistencia pacífica que les queda es empalmar las tuberías de agua palestinas a las israelíes, recuperando lo que es suyo.

Otra estrategia de control usada frecuentemente como parte de las políticas de ocupación y llevada a cabo por las FDI es la demolición de casas. Desde la ocupación de los territorios palestinos en 1967 hasta día de hoy, se estima que más de 50.000 edificios palestinos han sido destruidos. La destrucción de propiedades en territorios ocupados es ilegal según la ley del Derecho Internacional y sólo es aceptada en casos de absoluta necesidad como, por ejemplo, debido a operaciones militares. Israel ha usado este mecanismo confiscando grandes porcentajes de tierra palestina para su propio uso militar. Mahdee Draghm,  alcalde de la comunidad “Ein Al Hilwa” localizada dentro de territorio militar, explica que los soldados israelíes entran una o dos veces al mes, viéndose obligados a abandonar sus casas debido a los entrenamientos militares. En varias ocasiones los soldados han dejado restos de munición en las tierras, incluso sin detonar, provocando numerosos incidentes fatales debido a esta negligencia.

La ayuda humanitaria responde tras las demoliciones ofreciendo materiales para la reconstrucción de las infraestructuras destruidas, en numerosas ocasiones confiscados por la FDI. Abu Sakr, nos cuenta orgulloso: “en 2015, mi tienda fue demolida 32 veces en 16 días; sin embargo, la reconstruí todas y cada una de las veces. Los soldados israelíes llegaron a retirar incluso el plástico que ponía en el suelo para que mis hijos pudieran dormir las primeras noches tras la demolición”.

Muchos palestinos opinan que la ocupación israelí no sería posible sin el trabajo de los colaboradores reclutados mediante la utilización de chantajes e incentivos económicos. Las Autoridades Palestinas, así como su población, actúan con total brutalidad frente a los que consideran traidores a su causa mientras que las autoridades Israelíes incumplen sus promesas y les niegan la protección necesaria. El Estado de Israel también recluta a trabajadores palestinos, muchos de ellos menores de edad, bajo precarias y peligrosas condiciones laborales.

A todas estas medidas de control se les suma la brutalidad de fuerza ejercida por los colonos. Desde 1967, alrededor de 250 asentamientos de colonos,que acogen aproximadamente 600.000 habitantes, han sido establecidos a lo largo de Cisjordania incluyendo el este de Jerusalén. Para una gran mayoría de la población palestina, “los soldados actúan bajo las órdenes de los colonos” dejando vía libre e incluso ayudando a estos civiles armados cuando se trata de atacar a ciudadanos palestinos.

Un ejemplo claro de ello es Sulayman, habitante de la comunidad de Badu al-Ka’abneh, a quien un grupo de colonos le dispararon en la pierna mientras pastaba a sus ovejas. Sulayman decidió emprender su propio negocio vendiendo café y dulces en una furgoneta ambulante tras tener que vender su rebaño para pagar los costes médicos producidos por la agresión. Otra práctica violenta por parte de los colonos consiste en atacar cada año a palestinos e internacionales durante la recolección de la aceituna, que se ha transformado en una batalla legal para conseguir los permisos necesarios y también en una batalla física contra los ataques de colonos y del ejército.

Es interesante destacar que, dentro de la población colona israelí, se han formado grupos de ideología aún más extremista que buscan romper completamente con Israel y sus fuerzas de Defensa, llegando a atacar incluso a éstas. Uno de estos grupos se hace llamar Hilltop Youth, agrupación que se dio a conocer tras el ataque a una familia palestina cuya casa quemaron, en la aldea de Duma, resultando en el asesinato de tres de sus miembros, incluyendo Ali Dawabsha, un bebé de 18 meses. Los colonos que cometieron este ataque terrorista fueron liberados después de cumplir una pena mínima en prisión.  Según la organización israelí Yesh Din, menos del 9% de los actos de violencia perpetrados por colonos contra personas o propiedades palestinas son castigados.

Frente a las políticas de ocupación, en ocasiones, grupos palestinos (mayoritariamente niños y adolescentes) lanzan piedras contra colonos o soldados siendo suprimidos inmediata y violentamente. Es la historia de cómo David consiguió derrotar al gigante Goliat. El lanzamiento de piedras puede ocasionar penas de hasta 20 años en prisión para los palestinos. Amirna Hass, la única periodista israelí que trabaja y reside en Cisjordania, lo describe de la siguiente manera: “Lanzar piedras es el derecho y el deber de toda persona sometida a la dominación extranjera. Es una acción y una metáfora de la resistencia. Perseguir a los que arrojan piedras, incluyendo a los de 8 años de edad, es parte inseparable -aunque no siempre explícita- de los requisitos laborales del gobernante extranjero; no menos que disparar, torturar, robar tierras, restringir la libertad de movimiento y asegurar la distribución desigual del agua”.

ESTRATEGIAS ADOPTADAS POR LA RESISTENCIA POPULAR PALESTINA

Hay un pueblo que se moviliza para expresar su ira y frustración ante una ocupación que avanza a pasos gigantescos. Para la Resistencia Popular Palestina, la meta es el fin de la ocupación Israelí y la causa es la Liberación del Pueblo Palestino.

Es el caso del joven Ghassan y su familia en Burin (Nablus), que deciden año tras año recoger sus aceitunas específicamente en los días fuera del permiso israelí y, a su vez, intentan convencer a otros granjeros de la zona de ir a sus tierras aunque no tengan permisos.

Abed, un ejemplo más de resistencia, es uno de los habitantes de Hebrón que vive en la zona de la ciudad ocupada y expuesto a la violencia de los colonos. Su tienda es la única palestina que sigue abierta en esta zona. El rabino ortodoxo Joseph Gutnick, “me ha ofrecido millones de dólares pero esta es mi casa, esta es mi tienda, y voy a quedarme”. Akram, refugiado y habitante en el campo de Aida, decidió hacer algo de provecho con las cápsulas de gas lacrimógeno lanzadas a diario en el campo,  convirtiéndolas en obras de arte, símbolos de resistencia pacífica y souvenirs para los turistas de la zona, lo cual ayuda económicamente a mantener a su familia.

Sin la liberación de las mujeres no existe la liberación del pueblo. Mallah, una habitante del pueblo de Bardala, ha empezado un proyecto de producción y venta de  jabones hechos a mano para obtener sus ingresos propios. Pero su proyecto va mucho más allá ya que ha decidido enseñar a las otras mujeres del pueblo, proporcionándoles una autosuficiencia que, desafortunadamente, falta en la mayoría de las familias. Nisreen es una artista que habita en la ciudad de Hebrón justo debajo de un asentamiento colono. Tras la muerte de su marido, que no pudo ser llevado a tiempo al hospital debido a la espera en uno de los Checkpoint, Nisreen trata de vender sus cuadros para mantener a su familia al mismo tiempo que denuncia en ellos la situación palestina.

El movimiento conocido como Tali´at (alzarse en árabe) se ha iniciado en Cisjordania en los últimos meses. Comenzó con manifestaciones de mujeres en contra de los “crímenes de honor familiares”. Estas mujeres han decidido alzar sus voces y dejar de pensar que los problemas concernientes a las mujeres serán solucionados tras la liberación palestina para plantearse que, sin la emancipación de las mujeres, ninguna liberación será posible.

La resistencia palestina ha cruzado fronteras. Cada año, el número de voluntarios y activistas internacionales aumenta y son más los que se unen a esta lucha contra la ocupación en Cisjordania.  La presencia internacional generalmente suaviza la actuación del ejército y de los colonos aunque no siempre sucede así. Estos activistas y voluntarios se enfrentan a la posibilidad de ser arrestados o deportados, llegando en ocasiones a prohibirse su entrada al país cuando intentan volver. La campaña internacional de mayor alcance y con mejores resultados es el BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), movimiento iniciado por los propios palestinos en 2004. La última batalla ganada del BDS ha ocurrido en Oslo, donde se ha prohibido la venta de productos y servicios procedentes de asentamientos ilegales.

Por último, las cámaras se han convertido en compañeras imprescindibles de lucha para los palestinos. Tal y como lo define el colectivo “Human Rights Defenders”, “las cámaras son las armas en nuestras vidas”. Es tal su importancia que se han comenzado proyectos alrededor de Cisjordania centrados en enseñar cómo usar las cámaras de forma segura y efectiva tanto a niños como a adultos.

PERSPECTIVAS DE FUTURO

La resistencia popular continúa viva aunque los medios de comunicación ya no informen sobre ello. Una de las perspectivas fundamentales dentro de dicha resistencia, es empoderar a los jóvenes a participar activamente en el movimiento de resistencia, para así coger el relevo de aquellos que llevan toda una vida dedicada a la causa.

El pueblo palestino es un pueblo que lucha y persevera, un pueblo incansable al que ya nada detiene porque no tiene nada que perder. Sin embargo, y teniendo en cuenta que ya hace mucho tiempo que perdieron a sus aliados árabes, Palestina necesita el apoyo internacional. Es necesario atacar directamente al problema de raíz, acabando con la ocupación del territorio palestino y la explotación de su gente. Esto solo se conseguirá cuando todas aquellas potencias y sus gobiernos que colaboran con el estado de Israel tomen la decisión de criminalizar de forma efectiva y real sus políticas de ocupación. Y es que cualquier estado, por muy fuerte que sea tanto económica como militarmente, no podrá subsistir sin el apoyo exterior con el que cuenta Israel. A su vez llegará un momento en la historia en que Israel tendrá que asumir sus responsabilidades y pagar por los crímenes cometidos. Decían, “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, pero se equivocaron: en esta tierra había un pueblo, un pueblo en el que la convivencia entre diversas religiones era posible, un pueblo que nunca colaboró con la causa del mayor éxodo de judíos, suponiendo el holocausto su catástrofe, un pueblo que sólo pide libertad.

Fuente
https://palestinalibre.org/
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