El saqueo silencioso de EE.UU. en Siria

Blindado de EEUU en Siria
Santiago Mayor

Desde hace ocho años que el ejército estadounidense interviene en el país de Medio Oriente. A pesar de las exigencias del gobierno sirio no ha retirado sus tropas que se mantienen en el territorio mientras se roban el petróleo.

Los focos de la prensa mundial están puestos en la guerra de Ucrania, pero no muy lejos del Este de Europa otra potencia ocupa ilegalmente parte del territorio de un país soberano mientras roba descaradamente sus recursos.

En Siria, cerca de la frontera con Irak, EE.UU. mantiene un contingente militar que controla varios pozos petroleros. Desde allí han salido caravanas de camiones cargados de crudo extraído ilegalmente hacia bases militares de la potencia norteamericana.

Aunque el gobierno de Damasco ha exigido explícitamente la retirada de esa fuerza de ocupación, la Casa Blanca ha ignorado los reclamos con la complicidad de gran parte de la “comunidad internacional”.

El terrorismo como excusa

En 2011 y en el marco de la llamada “Primavera árabe” estalló en Siria un conflicto interno que rápidamente escaló hasta una guerra civil. El entonces presidente estadounidense, Barack Obama, se pronunció a favor de los opositores al mandatario sirio, Bashar al-Asad, que buscaban derrocarlo e impuso sanciones económicas que persisten hasta la actualidad. En 2012 la secretaria de Estado de la Casa Blanca, Hillary Clinton, advirtió a Rusia y China que iban a “pagar el precio” de apoyar al gobierno de Siria; mientras que desde Francia, el presidente Francois Hollande declaraba: “El régimen de Bashar al-Asad no va a durar. Su caída es inevitable”.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) venía de asesinar al presidente libio, Muammar Kadhafi, en octubre de 2011. Todo parecía indicar que buscaban el mismo objetivo en Siria, para quitar del medio a un aliado de Moscú e Irán en la región.

Sin embargo el conflicto cambió de carácter ante el surgimiento y expansión del Estado Islámico (EI). Fue así que en 2014 EE.UU. pasó a intervenir directamente en Siria junto a una “coalición internacional” pero ahora con el argumento de combatir al movimiento islamista que se iba apoderando de los pozos petroleros, oleoductos y gasoductos de la zona.

No obstante, fue la intervención de Rusia a partir de 2015 la que hizo retroceder al EI en Siria y garantizar la estabilidad del gobierno de al-Asad. En la actualidad la organización islamista carece de capacidad operacional y es una sombra de lo que fue en sus años de mayor crecimiento. A pesar de esto, EE.UU. no se ha retirado del país y continúa controlando parte del territorio en alianza con las opositoras Fuerzas Democráticas Sirias (FDS).

Quedarse por el petróleo

Durante la presidencia de Donald Trump (2016-2020), se planteó seriamente la posibilidad de que Washington se retirara definitivamente de Siria. Pero en 2019, en el marco de una reunión con el mandatario turco Recep Tayyip Erdoğan, el magnate que residía en la Casa Blanca sostuvo que finalmente iba a dejar tropas “solo por el petróleo”.

Como en casi todo, la administración de Joe Biden cambió la retórica pero no los objetivos. Entre abril de 2020 y hasta abril de 2022, la empresa estadounidense Delta Crescent Energy (DCE) se instaló en la región para ayudar a las FDS a producir y exportar el petróleo. Esto fue posible gracias a que el Departamento del Tesoro de los EE.UU. otorgó una exención de sanciones a la compañía habilitándola a operar en Siria. Aunque ese permiso no fue renovado este año, los militares estadounidenses -que justificaban su presencia para proteger la firma- se quedaron.

Sobre este tema realizó un análisis el think tank Washington Institute, que se dedica a impulsar “una comprensión equilibrada y realista de los intereses estadounidenses en el Medio Oriente y promover las políticas que los aseguren”. En un artículo de fines de 2021 sobre la inminente salida de DCE de territorio sirio, subrayaban que “si ninguna alternativa aprobada por EE.UU. ocupa su lugar, el desarrollo petrolero en Siria simplemente cambiaría de manos, presumiblemente a Gulfsands Petroleum, controlada por Rusia, y las ventas al régimen de Assad probablemente aumentarían”. Asimismo recordaban que “el Equipo de Respuesta y Asistencia para la Transición de Siria (START) y la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID) han invertido cientos de millones de dólares en el área, y confían en el marco de seguridad actual para controlar a varios actores hostiles”.

Estas premisas explican los verdaderos objetivos de Washington y porque el 8 de junio de este año la Administración Biden informó al Congreso que “una pequeña presencia de las Fuerzas Armadas de los EE.UU. permanece en lugares estratégicamente significativos en Siria para realizar operaciones, en asociación con fuerzas terrestres indígenas, para abordar las continuas amenazas terroristas”.

El robo

Más allá de la retórica formal, en los hechos lo que sucede es que las tropas estadounidenses junto a las FDS han fracturado la integridad territorial de Siria, controlando una parte del país sobre la que el gobierno central no puede ejercer su soberanía. No casualmente es la zona con más recursos petroleros.

El 9 de agosto de este año el Ministerio del Petróleo sirio informó que durante el primer semestre de 2022 se robaron el equivalente al 83% de la producción diaria de crudo. La cartera ministerial también destacó que producto de estas acciones se han perdido “unos 105.000 millones de dólares desde el comienzo de la guerra hasta mediados de este año”.

Unos días después la agencia pública de noticias de Siria denunciaba que 137 camiones cisterna habían salido del territorio controlado por EE.UU. y las FDS hacia Irak.

Finalmente a comienzos de octubre el Ministerio de Exteriores sirio exigió nuevamente la retirada de los soldados norteamericanos y calificó el robo de petróleo como “verdadera piratería y un intento de volver a los tiempos obsoletos del colonialismo”. Asimismo sostuvieron que Siria se reserva “el derecho a obtener una indemnización de EE.UU. por todas las pérdidas causadas por este saqueo”.

Si bien China y Rusia -que tiene intereses económicos y geopolíticos- se han pronunciado en el mismo sentido que las autoridades de Damasco, el resto del mundo parece dispuesto a mirar para otro lado. Lejos de ser un proceso aislado, la guerra en Ucrania se encadena con otros conflictos alrededor del mundo cuyo futuro puede ser aún más trágico.

Fuente
https://primera-linea.com.ar
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