La derecha boliviana, ahora en una oposición debilitada

Carlos Mesa quedó segundo, con un tercio de los votos, y ya se presenta como "el primer opositor".
Marco Teruggi/Guido Miguel Vassallo

Al fracaso de la gestión de los golpistas se sumó la divisiión interna frente a la unidad de los sectores populares.

Los resultados en Bolivia son contundentes: el binomio del Movimiento al Socialismo (MAS), encabezado por Luis Arce y David Choquehuanca, ganó con 52,4 por ciento de los votos, según la empresa Ciesmori, y 53 según Jubileo. En segundo lugar se encuentra Carlos Mesa con 31,5 por ciento en el primer caso y 30,8 en el segundo. Tercero, con 14,1 por ciento de los votos, está Fernando Camacho.

Si bien aún faltan los resultados oficiales del Tribunal Supremo Electoral  ya se trata de una tendencia irreversible, al punto que los diferentes sectores de la derecha ya reconocieron la victoria. En lo nacional fueron primero Jeanine Añez, luego Jorge Quiroga, y Mesa. En lo internacional, el secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.

Ninguna encuestadora había previsto una diferencia de esa magnitud. Una de las razones reside en el factor del voto oculto, es decir de quienes no revelaron por quiénes votarían. Si bien se trata de una variable siempre presente, su peso tomó una dimensión central en un contexto de amenazas, persecucione e intimidaciones que comenzaron desde la hora cero del golpe de Estado y se mantuvieron hasta el momento de la votación.

En las horas previas, por ejemplo, algunos corresponsales en La Paz narraban cómo varias personas no querían hablar ante cámara por temor, algo ya registrado con anterioridad. El gobierno de facto desplegó, como de costumbre, amenazas por los medios, así como con policías y militares desde el sábado y durante la jornada electoral. El clima instalado por voceros del régimen refería a posibles enfrentamientos, armas de fuego, detenciones, convulsiones.

Sin embargo, la participación fue masiva y demostró lo que se anticipaba: la gran capacidad de reorganización de las fuerzas del MAS para lograr una fórmula presidencial, con unidad entre los movimientos indígenas, campesinos, sindicales, territoriales, y con apoyo también de sectores que se habían alejado, como el dirigente aymara Felipe Quispe. La necesidad de derrotar electoralmente al gobierno de facto, identificado con la derecha y el regreso de la exclusión, resulto un factor de cohesión.

La rearticulación del MAS demostró la fuerza del movimiento histórico que construyó el proceso de cambio que le dio la victoria a Evo Morales y Álvaro García Linera en el año 2005 con 53,7 por ciento de votos, una cifra similar a la que por el momento indican los resultados. Nuevamente, entonces, los sectores humildes de Bolivia, del campo, las minas, las periferias, parte de las clases medias, lograron una victoria electoral en condiciones de gran adversidad.

El MAS logró ganar, según los resultados de Ciesmori, en una mayoría de departamentos, con números muy elevados en algunos casos: La Paz con 65,3 por ciento, Cochabamba 63,1, Oruro 62,4, Potosí 51,5, y Pando 45,8. Mesa, por su parte, se impuso en Chuquisaca, Tarija, Beni. Camacho ganó en Santa Cruz.

La razón de esta victoria se debe también a los errores del gobierno de facto que se acumularon a lo largo de los meses: una caída de la economía en un marco global de retroceso luego de un crecimiento de alrededor de 4,5 anual durante seis años; un mal manejo ante la pandemia, escándalos de corrupción como la compra de respiradores con sobreprecio. La postergación de las elecciones en tres oportunidades jugó en contra el gobierno de facto y la derecha, y permitió valorar con más claridad lo realizado por el MAS en sus años de gobierno.

La unidad del bloque histórico del MAS se enfrentó a su vez a una derecha desunida y enfrentada. El retiro de las candidaturas de Añez y Quiroga a última hora, ambos con poca aprobación, no fue seguida por la de Camacho, como algunos especularon, que se mantuvo al frente de su campaña sabiendo que no tenía posibilidad de llegar a segunda vuelta y que así le daba más posibilidades de victoria al MAS en primera vuelta por la dispersión de votos. En vista de los resultados, queda en claro que si el dirigente de Santa Cruz hubiera desistido, la victoria del MAS se habría dado igual.

Aún resulta temprano adelantar cuáles serán los derroteros de los diferentes actores de los meses golpistas. Murillo, quien había sido censurado por la Asamblea Legislativa Plurinacional en días recientes, fue destituido del gobierno de facto. Mesa, nuevamente derrotado, afirmó que será “cabeza de oposición”, aunque no resulta claro cómo podrá articularla. En cuanto a Camacho, es probable que intente consolidar un liderazgo en oriente, apoyado por factores internacionales.

Evo Morales, en rueda de prensa desde Buenos Aires, afirmó que buscarán un encuentro de reconciliación para la reconstrucción: “no somos vengativos, revanchistas”, afirmó. ¿Cómo se articulará la paz con la justicia? Ayer, en un hecho de gran simbolismo, resultó electa senadora por el MAS Patricia Arce, alcaldesa de Vinta que había sido secuestrada, golpeada y pintada de rojo durante los días del golpe.

El otro tiempo central será el de la economía. Arce, quien fue ministro de economía del 2006 al 2017, y de enero del 2019 hasta el golpe, y por lo tanto artífice central del crecimiento, ya adelantó que uno de los primeros pasos será pagar el bono contra el hambre y fortalecer la demanda interna. Arce será, junto a Choquehuanca, la nueva cabeza del gobierno, en lo que será también una renovación dentro del MAS, un recambio que plantea desafíos y grandes oportunidades.

Quedan aún días de cierta incertidumbre hasta ver al nuevo gobierno al frente de su cargo. Lo que sucedió en Bolivia puede ser calificado de contragolpe, ante un golpe con fuerte respaldo internacional que no había venido para quedarse solamente un año en el poder político. Una victoria histórica, y una demostración de la frase de García Linera: “luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la vida, ese es nuestro destino”.


Arce prepara medidas urgentes para superar la tempestad Áñez

El mandatario electo aseguró que le dará prioridad a un "bono contra el hambre". Artífice de un modelo económico elogiado en todo el mundo, el exministro de Economía de Evo Morales deberá tomar las riendas de un país diezmado.

Tras haber obtenido una aplastante victoria reconocida por sus rivales, el candidato a la presidencia del Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce, aseguró este lunes que le dará prioridad a un "bono contra el hambre" una vez que asuma el gobierno de Bolivia. Arce, artífice de un audaz modelo económico elogiado en todo el mundo, deberá tomar las riendas de un país golpeado por la violencia del régimen e inmerso en una crisis económica profundizada por la pandemia de coronavirus.

Si finalmente resulta electo con más del 50 por ciento de los votos como lo señalaron todas las bocas de urna, Arce igualará el resultado que obtuvo el expresidente Evo Morales en su primera elección de 2005, cuando el MAS arrasó en primera vuelta y dio inicio a un proceso transformador que sólo pudo ser detenido por un golpe de Estado en 2019.

Gobiernos de distinto signo político felicitaron este lunes a Luis Arce por su triunfo en los comicios. El jefe de la diplomacia estadounidense para América latina, Michael Kozak, saludó al futuro presidente boliviano y señaló que el presidente Donald Trump y su administración "esperan trabajar con el gobierno electo boliviano". Del mismo modo lo hicieron el presidente Alberto Fernández, el venezolano Nicolás Maduro y su par de Perú, Martín Vizcarra. Incluso el mandatario chileno Sebastián Piñera le expresó al exministro de Economía boliviano sus intenciones de "fortalecer la integración regional". Desde Buenos Aires, el jefe de campaña del MAS, Evo Morales, manifestó en conferencia de prensa su "sorpresa por la llamada y el saludo del papa Francisco".

En el plano local, Arce recibió la felicitación del candidato de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, quien tras un largo silencio consideró que la diferencia es irremontable. También la presidenta de facto Jeanine Áñez reconoció la victoria e, increíblemente, le pidió gobernar "pensando en Bolivia y en la democracia". Incluso Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), entidad cuya denuncia de un supuesto fraude en los comicios de 2019 estimuló la violencia que condujo al golpe contra Evo Morales, felicitó al virtualmente electo presidente de Bolivia. El escrutinio oficial del Tribunal Supremo Electoral (TSE) sigue avanzando con una lentitud llamativa, apenas superando el 30 por ciento de los votos escrutados y sin contar los votos rurales, donde el MAS exhibe su mayor fortaleza electoral.

Luis Arce confirmó este lunes que la primera medida económica que ejecutará durante su gobierno será pagar el denominado bono contra el hambre, que consta de mil bolivianos, el equivalente a 11.241 pesos argentinos. "Eso está aprobado por la Asamblea y el actual Ejecutivo no lo ha hecho, pero el financiamiento está asegurado", dijo el delfín de Evo Morales en contacto con la radio Cadena A. En ese sentido, Arce remarcó que es imperioso fortalecer la demanda interna, una pata fundamental de su modelo económico. En la madrugada del domingo, Arce había asegurado en compañía de su compañero de fórmula, David Choquehuanca: "Bolivia ha recuperado la democracia, quiero decirle a los bolivianos que hemos recuperado las esperanzas".

El cuestionado desempeño del TSE

Según el canal Unitel, Arce se impuso en la primera vuelta de las elecciones con 52,4 por ciento de los votos, muy por encima del 31,5 por ciento de su rival inmediato, Carlos Mesa. La fundación Jubileo marca una mayor diferencia: le asigna a Arce el 53 por ciento de los votos y a Mesa el 30,8. Ambas encuestas privadas pusieron fin a la incertidumbre que imperaba en el país siete horas después del fin de la votación, y luego de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) desistiera de implementar el sistema de conteo rápido horas antes de los comicios del domingo. Ahora, el órgano electoral se comprometió a dar a conocer los resultados definitivos el miércoles por la noche.

"El rol del TSE ha sido absolutamente deficiente para afrontar las exigencias de unas elecciones tan complejas y con el requerimiento de información, certidumbre y veracidad, como las del pasado domingo. No estuvo a la altura de las circunstancias históricas y políticas, y no pudo leer la magnitud del impacto de los números", expresó la politóloga Helena Argirakis ante la consulta de este diario. "El TSE hizo aguas por no saber a quién debía responder: si al patrón o al pueblo", expresó por su parte el senador del MAS, Ciro Zabala, quien agregó que de todas formas "el país tiene un pueblo sabio que supo enderezar los errores con su impecable comportamiento".

El gran desempeño de Arce: ¿una sorpresa?

La victoria del MAS era esperada y contemplada en todas las encuestas previas a los comicios. El golpe de Estado del pasado diez de noviembre, sumado a la pésima gestión del gobierno de facto a nivel económico, social y sanitario, son algunos de los factores que parecen haber traccionado a favor de Arce. Lo que estaba en duda era si le alcanzarían los votos para derrotar en primera vuelta al expresidente Mesa, evitando un peligroso ballottage con la derecha que intentaría aliarse como no pudo hacerlo en los comicios del 18 de octubre.

"Estaba absolutamente segura de que iba a ganar el MAS porque había visto cómo iba creciendo la respuesta en las calles, ya en las multitudinarias marchas que había habido el año pasado en la campaña de Evo", reflexionó la periodista y escritora Stella Calloni. Pero en la definición del domingo parece haber terciado el llamado voto oculto. "En su gran mayoría las encuestas previas habían sido realizadas por vía telefónica. Este instrumento de medición impersonal limita la recolección correcta y fehaciente de datos. Ante ello existió un proceso de 'vergüenza social', gente que por la propia estigmatización mediática del MAS decía que no sabía por quién iba a votar", explicó el director del Centro de Estudios Geopolíticos de Bolivia, Gabriel Villalba.

"Los porcentajes de indecisos eran abrumadoramente altos debido a las medidas represivas y el carácter autoritario del gobierno de facto. Sin embargo, como se constata en los datos de boca de urna, el MAS y el binomio Arce-Choquehuanca lograron fidelizar el voto de la base nacional y popular de la población", destacó por su parte Argirakis, quien agregó que además, el principal movimiento político de Bolivia logró "hacer retornar a un porcentaje de la población de clase media que se había dispersado".

El fracaso de la alianza antimasista

El exmandatario Carlos Mesa, el único candidato que podía hacerle sombra a Arce, reconoció el triunfo "contundente" de su rival y prometió que encabezará una "oposición constructiva". La presidenta de facto Jeanine Áñez también admitió la victoria del MAS. Por último, el candidato a la presidencia por la alianza Creemos, Luis Fernando Camacho, destacó el voto por "convicción" de su departamento e indicó que por primera vez, Santa Cruz tendrá una bancada que los represente y que “declinar sin una respuesta formal es de cobardes, y acá no hay cobardes”.

"La estrategia antimasista falló por desconocimiento de la naturaleza insurreccional y la compleja composición de la sociedad boliviana", manifestó Argirakis. El polo político de derecha "viene a ser un bloque republicano fragmentado, añorando a esa vieja república ya superada por la Constitución del 2009, por eso la reminiscencia al Palacio Quemado por sobre la Casa del Pueblo, esa falsa dicotomía entre bandera tricolor nacional y la wiphala, siendo ambas banderas reconocidas constitucionalmente", destacó por su parte Villalba. El analista político destacó desde La Paz que "la estrategia del antimasismo ha sido dedicada únicamente a plantearle a Bolivia ese antagonismo y rechazo al MAS, pero no le ha planteado a la población boliviana ninguna alternativa política que conquiste al electorado".

Fuente
https://www.pagina12.com.ar
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