El neofascista italiano Pierluigi Concutelli ha fallecido esta pasada semana llevándose a la tumba sus secretos sobre la guerra sucia en Euskal Herria. Estuvo en los hechos de Montejurra y se le vincula con acciones del BVE, incluida la desaparición de ‘Pertur’ aún sin esclarecer.
Sus camaradas ultras lo despidieron el pasado jueves en el barrio Talenti de Roma, en un acto público que finalmente permitió el juzgado con la obligatoriedad de evitar expresiones y saludos fascistas. Pierluigi Concutelli ha muerto a los 78 años y es uno más de los que desaparece sin haber aportado dato alguno que sirva para esclarecer casos de guerra sucia en Euskal Herria. El juez de la Audiencia Nacional española Fernando Andreu lo llegó a interrogar en 2009 al abordar la «pista italiana» en la desaparición de Eduardo Moreno Bergaretxe, ‘Pertur’, pero no sacó nada en claro.
Para entonces, Concutelli había sufrido un ictus que conllevó su excarcelación. A partir de entonces cumplió en su casa, en prisión domiciliaria, la condena por el atentado mortal contra el juez Vittorio Occorsio en 1976, a la que se sumaron otras que le supusieron cadena perpetua.
Occorsio había promovido la disolución de Ordine Nouvo, el partido neofascista al que pertenecía el ultra ahora fallecido. La condena estableció que Concutelli lo mató con 32 disparos de ametralladora.
Ocurrió el 10 de julio de aquel 1976 en Roma. Es decir, apenas dos meses y un día después del asalto fascista doblemente mortal en Jurramendi, en el que es muy probable su presencia física junto a la de otros ultraderechistas italianos como Stefano delle Chiae. Y justo trece días antes de que ‘Pertur’ fuera visto por última vez, el 23 de julio.
Con ese secuestro que sigue sin esclarecerse 46 años después tendría su bautismo de sangre el Batallón Vasco Español. Una banda que mantendría sus ataques a militantes y otros ciudadanos vascos hasta 1981, para dar paso al GAL como un mero punto y seguido.
«Lo narcotizaron y lo llevaron a España»
Más conexiones: para aquel crimen de Roma, Concutelli utilizó una metralleta Ingrand que según algunos testigos había conseguido de la Policía española. El juez italiano Giovanni Salvi llegó a abrir un sumario titulado ‘Contra ETA en el sur de Francia’ y estableció conexiones del grupo italiano tanto con las estructuras policiales españolas como con la dictadura de Augusto Pinochet en Chile.
En esa investigación apareció este testimonio de un antiguo camarada llamado Angelo Izzo: «Me contó Concutelli que habían derribado con el coche a un vasco de ETA que iba en ciclomotor. Lo cogieron, lo narcotizaron y lo llevaron a España (…). Me dijo que una vez en España esta persona no había sido entregada a la Policía, sino a una persona de los comandos que actuaban contra ETA (…). Éste dijo que lo habría torturado y lo habría hecho desaparecer. Concutelli dijo que a él las torturas no le gustaban, que había hecho su parte y no quería ir más allá». Se apuntó a una masía catalana como lugar de retención.
¿Era ‘Pertur’ aquel vasco? El cineasta vasco Angel Amigo siguió esa pista y acabó completando el documental ‘El caso Calore, asesinato de un testigo protegido’. Pero judicialmente nada ha sido declarado probado hasta la fecha, ni en los tribunales italianos ni en los españoles.
Mientras tanto, a la muerte de Calore en 2011 le sucedió la de Delle Chiae en 2019 y ahora esta de Concutelli, y otra larga lista. Cada vez quedan menos protagonistas vivos y mudos de las tramas de guerra sucia de los 70 y 80, que siguen casi tan opacas como al principio. Y tan impunes como siempre.