Deprecated: Array and string offset access syntax with curly braces is deprecated in /home/arriaran/public_html/vendor/typo3/phar-stream-wrapper/src/PharStreamWrapper.php on line 479 Internacionalismo
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esBreve resumen del internacionalismo (V de X)
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<span class="field field--name-title field--type-string field--label-hidden">Breve resumen del internacionalismo (V de X) </span>
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<span class="field field--name-created field--type-created field--label-hidden">Lun, 07/06/2021 - 11:24</span>
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<div class="field__label">Autor</div> <div class="field__item">Iñaki Gil de San Vicente</div> </div> <div class="clearfix text-formatted field field--name-body field--type-text-with-summary field--label-hidden field__item"><p><strong>Nota: por razones de calendario detenemos aquí la serie, que volverá en octubre de 2021</strong></p>
<p>Para comprender el gran salto hacia adelante en la historia de la solidaridad entre las clases y pueblos explotados que supuso la III Internacional o Internacional Comunista, tenemos que partir de al menos tres hechos consecutivos integrados en un proceso: uno, el hundimiento de la II Internacional en agosto de 1914 al traicionar su estrategia contra la guerra, y la declaración de Lenin de noviembre de ese año de que había que crear la III Internacional, declaración que reflejaba la existencia núcleos internacionalistas que iban desde el centro-izquierda, pacifistas radicales, etc., hasta el bolchevismo, pasando por sectores reducidos de la socialdemocracia alemana, entre los que destacaban Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht y otros. Existían por tanto posibilidades para avanzar en una nueva Internacional, pero las condiciones eran extremadamente difíciles. Aun así, en septiembre de 1915 se reunieron casi cuarenta representantes de once países en la llamada Conferencia de Zimmerwald, Suiza.</p>
<p>Dos, el creciente malestar en las masas trabajadoras y los ejércitos desde verano de 1916 porque se estaban hundiendo todas las promesas triunfalistas de sus burguesías realizadas hacía dos años. Empezaban a surgir por tanto las condiciones para avanzar más allá de lo debatido en Zimmerwald. El malestar se agudizó desde febrero de 1917 con la primera fase de la revolución rusa, y definitivamente desde octubre de ese año cuando triunfó la revolución bolchevique. La necesidad de una III Internacional se hizo urgente dada la incapacidad de la Segunda para acabar la guerra precisamente cuando se multiplicaba el malestar popular contra ella, y se endurecía el fanatismo procapitalista de sus partidos, como se vio en Rusia con el comportamiento de los mencheviques en el gobierno desde febrero de 1917.</p>
<p>Y tres, desde enero de 1918 la urgencia de una nueva Internacional aumentaba día a día y no sólo por la situación crítica de Rusia, sino sobre todo por la situación crítica en Europa. Desde mediados de la década de 1870 Marx y Engels pensaban que la revolución empezaría en Oriente, sobre todo en Rusia, antes que en Occidente. Desde 1902 Lenin aceptaba abiertamente esta «profecía» preparando a su partido para ella. Los bolcheviques asumían que la supervivencia de la revolución rusa dependía de la posterior revolución en Occidente. La oleada de luchas europea reiniciada desde primavera de 1918 confirmaba esta tesis, sobre todo cuando el imperialismo invadió la URSS para aplastar la revolución. Había que resistir en Rusia e impulsar la revolución socialista internacional. El prestigio bolchevique venía tanto por su victoria como por su acierto histórico al aplicar creativamente el marxismo “occidental” a las duras condiciones rusas.</p>
<p>Para ello, varios partidos comunistas llamaron a fundar la III Internacional en enero de 1919. En la convocatoria analizaban con un rigor extremo los riesgos mortales de la crisis, el criminal papel de la II Internacional y la urgencia de relanzar la revolución mundial desde y para la perspectiva comunista: toma del poder por el proletariado mediante la insurrección, destrucción del Estado burgués, desarrollar la democracia consejista proletaria, armar al pueblo para asegurar la recuperación a manos del proletariado de las fuerzas productivas, etc. La fundación y primer congreso, tuvo lugar en marzo de ese año con una cualitativa asistencia de fuerzas revolucionarias que lograron romper el férreo bloqueo que sufría la URSS, atacada también internamente: varios delegados murieron en el intento. Fue un Congreso de combate de supervivencia en un marco tal de precariedad de medios, de prioridad de vencer a la contrarrevolución, que la realización de muchas tareas aprobadas fue pospuesta para el II Congreso.</p>
<p>Para verano de 1920, cuando el II Congreso, la burguesía había contraatacado mediante el terror, el soborno y la reforma, a lo bruto o dosificándolos, en los países en los que veía en peligro su dominación. Además, y por lo general, la lucha obrera internacional estaba muy poco organizada y formada teóricamente si la comparamos con la rusa, lo que explicaba en parte la implantación de la socialdemocracia y otros reformismos que se valían del cansancio psicosomático de amplias franjas obreras y populares provocado por la guerra. Establecer una tajante diferencia entre la II y la III internacionales en todas las cuestiones, era imprescindible. El II Congreso estudió las nuevas formas burguesas de explotación, opresión y dominación fundamentales en aquel contexto, y elaboró propuestas tácticas adaptables y mejorables en cada país, dentro de la estrategia comunista general aprobada en el I Congreso y refrendada internacionalmente. Fue un avance gigantesco ante el que el capital sólo podía oponer, en último caso, el fascismo.</p>
<p>El III Congreso celebrado en junio de 1921 también tuvo que responder a nuevos retos, siendo uno muy importante su rápido crecimiento en una coyuntura de relativa estabilización del poder capitalista debido ahora a la recuperación económica de un continente destruido por la guerra, además del efecto de las represiones y del papel de la socialdemocracia, como hemos visto arriba. Las pequeñas mejoras logradas ocultaban tres cosas muy graves: la vida era peor que antes de la guerra, la explotación era más dura, y se habían defraudado las esperanzas creadas en 1917-19. Aunque las decisiones del II Congreso se llevaban a la práctica, aún era mucha la distancia entre la conciencia obrera organizada y la capacidad burguesa y reformista para manipular a las franjas obreras y populares agotadas mentalmente por el sufrimiento de la guerra. También, pero a escala infinitamente más pequeña, se mantuvieron debates en ese tiempo con la corriente que se denominaría comunismo de los consejos, cuyos representantes más conocidos eran Pannekoek, Gorter y otros.</p>
<p>Por esto, el III Congreso debatió líneas de intervención para ampliar la presencia comunista en el movimiento obrero y sindical, en los derechos de la mujer trabajadora, en las movilizaciones de la juventud, en la educación, en las cooperativas, en la vida societaria, etc. A esta línea se le llamó El Frente Único que debía coordinar en las bases populares de las áreas de lucha a las fuerzas revolucionarias de distinta orientación, y a las fuerzas revolucionarias blandas y reformistas duras que, pese a serlo, ayudaban con sus acciones a debilitar a la burguesía, demostrando cómo el frente único de los trabajadores podía avanzar al socialismo. Como es lógico, la II Internacional, consciente de que el frente único debilitaba su dominio sobre la clase proletaria, lo boicoteó todo lo que pudo. La apertura del III Congreso a Oriente, a Asia, fue un gran acierto y a la vez, aumentó la inquietud del imperialismo europeo y de la II Internacional por el avance comunista en esa decisiva región del mundo para los beneficios del capital.</p>
<p>El IV Congreso se celebró a finales de 1922. Mostró la capacidad de la Internacional Comunista para plantar cara al imperialismo en prácticamente todos los problemas del mundo. Aunque uno de los puntos más importantes a debate fue la situación de la lucha de clases en los principales Estados europeos, pero también en EEUU y Japón. En ellos se sentía la amenaza de que la II Internacional rompiera la unidad sindical expulsando a los comunistas de los sindicatos de masas por ella controlados, no por ello se prestó menos atención a otras cuestiones. La escisión sindical era un peligro grave para el movimiento obrero y un regalo para la burguesía, que la Internacional Comunista intentaba evitar a cualquier precio. Pero la unidad sindical, en aquel contexto, iba unida a otras movilizaciones como la lucha en el campo, la situación de la juventud y del sistema educativo, la lucha de la mujer, etc., problemáticas en las que el sindicalismo también estaba presente.</p>
<p>También era importante el debate sobre la situación del capitalismo y el papel que podría jugar el fascismo, un movimiento contrarrevolucionario de masas que, si bien entonces sólo había llegado al poder en Italia en ese año, sí mostraba ya su enorme fuerza criminal en varios Estados y sobre todo en sectores de la alta burguesía mundial. La atención prestada a Oriente, a la lucha anticolonial y a las movilizaciones de las masas negras, etc., indica la perspectiva mundial y a la vez algo que ahora nos parece obvio: la unión entre fascismo y racismo. Adelantándose al momento, el IV Congreso advirtió de que se estaban sentado las bases para otra guerra mundial próxima cuyo primer estallido fue en 1931-37 en Asia, el segundo en 1936 en el Estado español y el definitivo en 1939. En este marco, el IV Congreso denunció la versión burguesa de los derechos humanos entonces dominante.</p>
<p>Si nos fijamos, la periodicidad de los tres primeros congresos fue anual, variando unas semanas, pero siempre en verano de 1919, 1920 y 1921. El IV Congreso se retrasó cuatro meses sobre esta periodicidad –diciembre de 1922– no por razones técnicas o políticas, sino para hacerlo coincidir con el quinto aniversario de la revolución bolchevique, como muestra de que el movimiento comunista internacional estaba recuperándose de las derrotas y altibajos sufridos, también en la URSS sobre todo venciendo en la guerra contrarrevolucionaria, los debates crecientes desde 1920 sobre la burocratización, la sublevación de Kronstadt a comienzo de 1921, el fin del «comunismo de guerra» y la terrible crisis socioeconómica que llevó a los debates sobre la NEP, etc.</p>
<p>La Internacional Comunista daba mucha importancia a que sus congresos fueran anuales porque la lucha de clases mundial, cada vez más aguda y compleja, así lo exigía. Sin embargo, esta sabia planificación se empezó a alargar con el V Congreso, que se celebró en junio-julio de 1924, retraso que no suscitó mayores interrogantes en aquel tiempo, aunque sí anunciaba en silencio una posterior ruptura de la periodicidad clásica sostenida hasta entonces, tan necesaria y efectiva. Para los partidos comunistas, la URSS aparecía cada vez más como una conquista que se agrandaba día a día, sobre todo después del aplastamiento de la revolución alemana de 1923, tan esperanzadora en sus inicios. La derrota cayó como agua helada y creó en la URSS una sensación de cerco mucho mayor que el de 1918-19.</p>
<p>Fue en esta coyuntura en la que el término «bolchevización» tomó fuerza para marzo de 1924, meses antes del V Congreso, denominado desde entonces con ese nombre. En efecto, en aquel clima de cerco contra la URSS y de creciente persecución de los partidos comunistas a pesar de su tendencia al fortalecimiento, la bolchevización era vista como el aprendizaje de las capacidades del partido soviético desechando lo malo. Así expuesto en verano de 1924, cuando las tensiones dentro del PCUS no habían alcanzado el nivel posterior, este proyecto incluso tenía cuestiones buenas como era la insistencia del V Congreso en la política militar de los partidos comunistas, algo que se demostraría vital en los años siguientes. Sin embargo, para primavera de 1925 ya se había impuesto el culto a Lenin muerto en enero de 1924, y la bolchevización empezaba a significar la aceptación sin crítica del dogma que se estaba elaborando a marchas forzadas en todos los sentidos. Más tarde y una vez que Stalin fue elevado en vida a un pedestal más alto que el de Lenin, se abandonó el término «bolchevización» porque teórica, histórica y políticamente hacía aflorar demasiadas verdades muy peligrosas para la burocracia: por citar una, la excomunión de Rosa Luxemburg desde 1924, represión post morten contra quien había sido nombrada con honores en el I Congreso.</p>
<p>El VI Congreso se realizó en verano de 1928, cuatro años después, rompiéndose así la periodicidad escrupulosamente mantenida hasta entonces en situaciones muchos más duras y difíciles que la de 1919-24. El retraso es ya significativo en sí porque muestra la definitiva supeditación del proceso revolucionario mundial a las necesidades rusas. Entre 1924 y 1928 el imperialismo vivía lo mejor de los «felices veinte» apareciendo el primer consumismo de masas con sus terribles efectos alienadores, bienestar falso que estallaría con la crisis de 1929 facilitando el auge del fascismo. Pero también la lucha de clases y de liberación nacional crecía por el mundo. Mientras tanto, la IC retrasaba cuatro años el siguiente congreso.</p>
<p>En Nuestramérica, las izquierdas tenían que vencer múltiples obstáculos para asentarse no sólo por las represiones sino también por el dogmatismo mecanicista de la IC, como se comprobaría con el aislamiento de Mariategui que desarrolló sus tesis en aquellos años. En los EEUU crecía la izquierda obrera. En Gran Bretaña la tremenda huelga de 1926 zarandeó al imperio. En China se gestaba la revolución derrotada en 1927; en la India crecía el malestar por la opresión británica. En Sudáfrica avanzaba la sindicación obrera desde 1924. En el Estado español se instauró una dictadura desde 1923…, y aunque el IV Congreso había indicado que se avecinaba otra guerra mundial, la IC no estimó necesario realizar otro congreso hasta verano de 1928, en el que, por sorpresa, cambió ciento ochenta grados la línea general de intervención a escala mundial, abandonando el frente único e implantando la línea de clase contra clase, consistente en rechazar toda alianza con otras izquierdas y con el reformismo allí donde éste apoyase la lucha.</p>
<p>Bien pronto se empezaron a sentir los efectos negativos de este viraje espectacular porque la crisis de 1929 endureció la brutalidad burguesa y los comunistas se vieron en la disyuntiva de quedarse solos en las luchas debido a la consigna de clase contra clase, que impedía todo pacto o alianza para reforzar el movimiento, o incumplir la consigna de Moscú y aplicar disimuladamente el frente único contra la burguesía, aglutinando fuerzas anticapitalistas. El ascenso del nazismo desde ese 1929 y sobre todo desde 1932-33, por no extendernos al aumento generalizado de las fuerzas reaccionarias en muchos países, mostró lo suicida de la consigna clase contra clase. Aun así, Moscú espero ocho años para convocar el VII Congreso en verano de 1935.</p>
<p>Durante los ocho primeros años de la devastadora segunda Gran Depresión capitalista, la IC no estimó necesario realizar ningún Congreso. Y cuando lo hizo, fue porque las derrotas eran tan aplastantes que no podía seguir como si nada sucediera. Pero la solución no fue sino otro giro de ciento ochenta grados para atarse de pies y manos en la alianza con la supuesta burguesía nacional, democrática y antifascista: era el Frente Popular. Los partidos y organizaciones comunistas educados en la consigna clase contra clase, ven de pronto, tras ocho años, que deben rebajar sus principios aceptando los de una burguesía que se frotaba las manos de contento. El frente populismo ha sido un fracaso siempre, y su nombre ha quedado tan desprestigiado que desde 1973 con su terrible derrota en Chile y la masacre posterior, recibe nombres diferentes con idéntico contenido: frente amplio, acuerdo nacional, defensa de la democracia, revolución ciudadana, etc., tan ambiguos e imprecisos que la burguesía «democrática» los usa cuando le conviene mientras prepara el zarpazo, sea mortal con la ayuda del imperialismo, o autoritario con la ayuda de la socialdemocracia.</p>
<p>El VII Congreso fue el último porque Moscú disolvió la Internacional Comunista en mayo de 1943. Alemania estaba perdiendo la guerra y la URSS quería pactar con los aliados el reparto de la victoria. La IC era un obstáculo porque infundía miedo creciente en el imperialismo, y había que tranquilizarle. En 1947, cuando se hacía más visible un ataque total del imperialismo a la URSS, Moscú creó la Kominform, simple oficina de información controlada por Moscú, que sería a su vez cerrada por Jrushchov en 1956.</p>
<p>En su primera fase, 1919-24, las aportaciones de la IC son impresionantes incluso para luchar contra el capitalismo actual, cuestión que no podemos desarrollar aquí. En su segunda fase, 1924-28, la IC pasa a ser algo así como la «oficina de exteriores» de la URSS, pero a pesar de sus grandes errores en Gran Bretaña, China, Nuestramérica…, de la consigna de clase contra clase, etc., su sola existencia animaba y ayudaba a los pueblos del mundo, asustaba al imperialismo y mostraba de algún modo que podía existir un orden social alternativo al capitalista. En su tercera y última fase, 1935-43, fue un instrumento de la URSS para negociar con facciones burguesas «democráticas» y con el imperialismo. Para entonces diversas izquierdas ya debatían la necesidad de crear organizaciones internacionalistas, una de ellas fue la IV Internacional fundada en 1938, proliferación a analizaremos desde octubre de 2021.</p>
<p>EUSKAL HERRIA 4 de junio de 2021</p>
</div>Mon, 07 Jun 2021 15:24:28 +0000Zamora1898 at http://pakitoarriaran.orgBreve historia del internacionalismo: (IV de X). De 1914 a 1951, y al presente: la II Internacional.
http://pakitoarriaran.org/articulos/breve-historia-del-internacionalismo-iv-de-x-de-1914-1951-y-al-presente-la-ii
<span class="field field--name-title field--type-string field--label-hidden">Breve historia del internacionalismo: (IV de X). De 1914 a 1951, y al presente: la II Internacional. </span>
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<span class="field field--name-created field--type-created field--label-hidden">Vie, 16/04/2021 - 12:58</span>
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<div class="field__label">Autor</div> <div class="field__item">Iñaki Gil</div> </div> <div class="clearfix text-formatted field field--name-body field--type-text-with-summary field--label-hidden field__item"><p>Si se repasa el orden de aparición de las diez entregas, se verá que la II Internacional ocupa dos de ellas, la III y la IV, porque su historia concentra las complejas condiciones en las que se desarrolla la lucha de clases mundial: la II Internacional sigue actuando como la principal careta «progresista» del imperialismo. No fue así en su origen, como vimos anteriormente, porque a pesar de las corrientes reformistas que ya existían desde el inicio, también había corrientes revolucionarias que se mantuvieron en la II Internacional hasta la creación de la III Internacional, también llamada Internacional Comunista. Pero la deriva reformista se intensificó con la revolución de 1905, tomando fuerza en 1910 y siendo irreversible desde 1914-18.</p>
<p>A partir de aquí se impondran al menos tres constantes que definen a la II Internacional como uno de los mejores salvavidas del capitalismo: Una, su rechazo a la revolución. Dos, su política socioeconómica, laboral y cultural de integración de la clase obrera en el orden del capital. Y tres, su defensa del eurocentrismo. Carecemos de espacio para analizar cada una de las constantes en extenso: por ejemplo, el eurocentrismo ha ayudado y ayuda mucho a la pasividad y a la derrota de las clases y naciones explotadas en el mal llamado “tercer mundo” y, sobre todo, a imponer dictaduras militares y fascistas amparadas en versiones del eurocentrismo. En realidad, tanto la política de integración como el eurocentrismo son parte de la estrategia contrarrevolucionaria de la II Internacional, es decir, en la estrategia orientada a impedir el avance revolucionario incluso antes de que surja, y a facilitar su derrota cuando ya es fuerte. Dicha estrategia no era deliberada ni consciente en la mayoría de las bases militantes de la II Internacional, pero era imparable porque hundía sus raíces en ideologías reformistas y utopistas desde, al menos, la década de 1830, y en muchas formas de rechazo creciente del marxismo desde 1860 y total desde finales de 1890.</p>
<p>El estudio de la II Internacional debe basarse en los momentos decisivos de victoria o derrota de los procesos revolucionarios en los que se ha visto envuelta, casi siempre en contra de su voluntad, muy especialmente en los que esa derrota abrió largos y sangrientos períodos de terror fascista y luego de estabilidad burguesa en la gran mayoría de los casos. Vamos a resumir algunos de ellos: Finlandia, España, Austria, Hungría, Alemania, Italia y Chile. Preguntémonos ¿Cómo hubiera sido la historia posterior no sólo de esos Estados sino del mundo, dada su importancia? Por último, tengamos en cuenta otros procesos en los que el capital no tuvo ni tiene por ahora necesidad de imponer dictaduras porque la II Internacional mantiene el orden de explotación e integración.</p>
<p>Mientras la II Internacional seguía apoyando la guerra de 1914-18, y en Rusia los mencheviques intentaban contener el avance obrero, en el Estado español la situación crítica estalló en la Huelga General de agosto de 1917 pese a que el PSOE y el sindicato UGT, fuerzas mayoritarias, intentaron evitarla, pero las masas les desbordaron. En este momento se repitió un error sobre el que ya habían advertido los bolcheviques, y también Marx y Engels: las organizaciones no están preparadas en absoluto, no están a la altura de las necesidades y menos aún para prevenirlas, adelantarse a ellas e impulsarlas. Tal impotencia organizativa ayudó a que las poderosas resistencias sociales no pudieran impedir el golpe militar de 1923.</p>
<p>Lo mismo sucederá en noviembre de 1917 en Finlandia, donde los socialistas paralizaron la victoriosa ola huelguista, lo que permitió a la burguesía preparar su contrarrevolución. En Austria, en noviembre de 1918 se proclamó la República Democrática, la socialdemocracia obtuvo mayoría relativa en las elecciones de febrero de 1919. Desde el inicio se esforzó en arrinconar al bloque de izquierdas que existía dentro del partido y fuera de él. Se constituyó un gobierno de centro-reformista que no tomó ninguna medida radical contra la burguesía. Víctor Adler justificó en su libro Democracia o sistema de los consejos la supremacía de la democracia burguesa sobre la democracia consejista. Las mejoras sociales en Viena la Roja fueron espectaculares, pero desde 1923 el llamado «austro-fascismo» pasó al ataque ante la pasividad de la socialdemocracia. El movimiento obrero se fue integrado en el orden «democrático» del capital minusvalorando el peligro creciente del fascismo. La crisis de 1929 destrozó las ilusiones reformistas. La socialdemocracia estaba desbordada ante la crisis y ante el ascenso de la radicalidad obrera pero también de la contrarrevolución que, en 1934, aplastó la heroica pero inexperta sublevación roja: el nazi fascismo también triunfó en Austria.</p>
<p>Las especiales condiciones históricas de Hungría impusieron diferencias particulares en la revolución de los consejos: la extrema importancia de los sentimientos y opresiones nacionales, el peso social de un campesinado no tan radicalizado como el ruso, las limitaciones políticas y teóricas de la facción comunista dirigida por Bela Kun, y sobre todo la división, desbordamiento y obstruccionismo de la socialdemocracia, cuya facción dominante apoyó al capital: la invasión imperialista apoyada desde dentro estableció al dictador Horthy en marzo de 1920, que prestó un enorme apoyo al nazismo.</p>
<p>En Alemania se desarrollaba desde otoño de 1918 una crisis idéntica en la que la izquierda de la II Internacional, apenas preparada, fue exterminada casi hasta sus raíces como hemos visto en la entrega anterior. La necesidad de la formación marxista se hacía más imperiosa en la medida en la que la burguesía ampliaba sus tácticas para integrar al proletariado: en 1919 uno de los amos de Alemania, Walter Rathenau, publicó La nueva sociedad, en el que tendía la mano a la II Internacional para crear algunas de las características de lo que sería el llamado «Estado del bienestar» Proponía un «socialismo a la alemana». No era el único, la corriente del «socialismo de cátedra» planteaba algo parecido desde antes de la guerra, y E. Weber proponía algo similar al Alto Mando y al gran capital alemán en 1918. La socialdemocracia respondió no combatiendo radicalmente el recorte de los derechos de los consejos obreros impuesto en febrero de 1920 así como la dura represión de las protestas obreras. Tampoco aprovechó la enorme Huelga General que hizo fracasar el intento de golpe militar de marzo de ese año. Tantas cesiones y tanta pasividad en momentos críticos fueron la causa de su desastroso retroceso en las elecciones de junio de 1920, en beneficio del centro-izquierda.</p>
<p>Aun así, se intensificó su reformismo y en 1921 el programa de Görlitz rechazó lo básico del marxismo, la lucha de clases, al declararse «partido de todo el pueblo», dinámica que se reforzó poco después con textos como el de F. Naphtalí sobre La democracia económica que auguraba que los grandes monopolios capitalistas eran el inicio pacífico del socialismo. Como en Austria y en otros países, semejante nulidad teórica y política también le impidió comprender por qué estalló la crisis de 1929, qué efectos tenía y cómo había que combatirla, facilitando así la victoria del nazismo en 1933 que también se aprovechó de los errores de la III Internacional, como veremos.</p>
<p>En Italia la impotencia burguesa fortaleció al socialismo en 1919, cuya dirección decidió entrar en la III Internacional por 10 votos contra 3 en marzo de ese año. Pero una de las debilidades del partido era que, como el resto de la II Internacional, tampoco conocía bien la crítica marxista del capital lo que le incapacitaba para entender la crisis económica endurecida desde mediados de ese año con alta inflación y subida de precios, impotencia que la extrema derecha aprovecharía con exigencias que impulsarían al poco tiempo al fascismo. Para verano de 1920 la crisis se agravaba, se extendían las huelgas obreras y luchas campesinas, ocupaciones de fábricas, creación de consejos obreros y su autoorganización, etc. El socialismo se dividió en varias tendencias: la más fuerte proponía una negociación con la patronal mientras apenas organizaba la lucha contra el avance fascista.</p>
<p>La burguesía no desaprovechó la oportunidad. Concedió algunas reformas que aparentaban ser una gran victoria cuando era sólo una tregua para que el capital se reorganizase. Para finales de 1920 la combatividad obrera y popular cayó mucho entre otras cosas por la propaganda sobre la efectividad del consenso y normalidad parlamentaria. El PCI, fundado en enero de 1921, no tenía aún ni fuerza ni experiencia para revertir el retroceso bajo la ferocidad fascista contra la izquierda en las elecciones de mayo de 1921. A finales de ese año, el fascismo tenía ya 250.000 militantes fanáticos, con muchos excombatientes envalentonados por la pasividad socialista y los grandes apoyos de la burguesía y su ejército, y de la Iglesia en voz baja: su impunidad les permitió disolver a golpes la Huelga General de julio de 1922. Eufórico, Mussolini organizó la «Marcha sobre Roma» el 25 de octubre de 1922, sabiendo que el ejército no se opondría y apoyaría al rey para que le encargase un nuevo gobierno.</p>
<p>Durante 1923 la represión debilitó a los comunistas, dividió más a los socialistas, atemorizó a franjas obreras y campesinas, y la propaganda fascista y aquiescencia católica, hizo el resto: las elecciones de abril de 1924 debilitaron más a las izquierdas incapaces de organizar y dirigir la súbita reacción popular frente a la extrema dureza fascista, cuya chispa fue el asesinato del histórico y respetado socialista Matteotti en junio de ese año. Pese a que los comunistas aumentaron su militancia gracias al malestar popular, no lograban movilizar a las fuerzas socialistas y democrático-radicales para echar al fascismo. El III Congreso del PCI tuvo que hacerse en Lyon en enero de 1926 por el exilio de muchos dirigentes y en noviembre de ese año fue detenido Gramsci.</p>
<p>Llegados a este momento, tenemos que volver a donde nos habíamos quedado antes, en el socialismo español de 1923 año la dictadura militar. Los militares y el rey español fueron astutos y ofrecieron un pacto al PSOE-UGT que se convirtió en un alcahuete para no ser perseguido como lo fueron los anarquistas, comunistas, nacionalistas no españoles, demócratas-radicales, etc. Pero el alcahuete se dio cuenta ya en 1928 que se estaba desgastando mucho por su traición a la clase obrera, y aun así siguió fiel al capital hasta verano de 1929: ocurría que la dictadura se estaba descomponiendo y que su intento de imponer una especie de constitución autoritaria hundiría al PSOE-UGT si seguía de mamporrero. En 1930 la crisis empezó a ser devastadora al fusionarse la hecatombe mundial de 1929 con la corrupción de la monarquía. Sólo la nobleza, grandes empresarios y terratenientes, altos militares, Iglesia… defendían al rey; un amplio sector burgués, sobre todo los nacionalistas no españoles, las clases y naciones explotadas, y las izquierdas se enfrentaron al intento de prolongar la dictadura en forma de dictablanda del general Berenguer.</p>
<p>El Pacto de San Sebastián de agosto de 1930 definió los objetivos elementales del republicanismo, pero hasta entonces el PSOE permaneció pasivo, activándose a favor de la II República en ese otoño. Sin embargo, sí se convirtió en un puntal del primer gobierno republicano de 1931 que modernizó áreas importantes de la sociedad, retrasó sistemáticamente los derechos de las naciones oprimidas, reprimió las luchas sociales radicales y no depuró las fuerzas contrarrevolucionarias que intentaron golpes militares casi desde el mismo inicio republicano. La derecha se reorganizó gracias a esta permisividad gubernativa ganando las elecciones de finales de 1933. De nuevo en el gobierno, la derecha fue tan dura que el sector más reformista del PSOE tuvo que ceder a la presión de las masas y lanzarse al intento revolucionario de octubre de 1934, machacado por el ejército que ya se preparaba para un futuro golpe de Estado definitivo.</p>
<p>La dictadura nazi desde 1933 y el fascismo italiano empezaron a ayudar a la contrarrevolución, lo que unido al empeoramiento de la crisis socioeconómica reactivó a la izquierda republicana que ganó las elecciones de febrero de 1936. Los servicios de inteligencia avisaron de la avanzada preparación de otro golpe militar, pero el nuevo gobierno no tomó medidas definitivas para abortarlo, ni organizó un plan de movilización popular masiva. La lenta reacción del gobierno y su negativa de armar al pueblo, fue compensada con la radical iniciativa de las clases y naciones explotadas, pero se echó en falta la poca preparación militar anterior de las izquierdas revolucionarias aun cuando era vox populi que el golpe sería ese verano: fue en julio. La II Internacional rechazaba y rechaza esta imprescindible preparación, los comunistas se estaban adaptando a las nuevas directrices del VII Congreso de la III Internacional de verano de 1935 sobre el Frente Popular y la alianza con la «burguesía democrática» y el anarquismo confirmó su debilidad teórica y político-organizativa congénita.</p>
<p>La respuesta del PSOE fue más lenta que la comunista y anarquista, pero más rápida que la mediana burguesía vasca y catalana que dudó y se rompió entre pro-republicanos y pro-militares. Así, el golpe dispuso de un tiempo vital para afianzarse. Una de las puntillas que remató a la Republica fue abortar la revolución para salvar la alianza con la «burguesía democrática», esencialmente reaccionaria. Excepto la URSS y el internacionalismo proletario, la II Internacional y la «democracia occidental» boicotearon a la Republica: desde 1975-78 son pilares de la monarquía reinstaurada por Franco.</p>
<p>Chile confirma la supeditación de la II Internacional a los EEUU. La burguesía chilena contaba con el explícito apoyo del presidente Kennedy (1960-63) para aplastar cualquier gobierno de izquierda. Nixon ordenó preparar un golpe militar en 1969, un año antes de la presidencia de Allende a finales de 1970, con la ayuda de las grandes empresas yanquis, además del ejército, la burguesía y la Iglesia de Chile. El reformismo había creado el mito de la «tradición democrática» chilena, de su ejército y de su derecha y la «vía pacífica» se amparaba en ese mito. La victoria popular sorprendió a la derecha, pero como los EEUU ya habían ideado un plan de terror, la «tradición democrática» duro el primer año de gobierno, durante el que se conquistaron importantes derechos sociales, recuperaciones de fábricas y tierra, estatalizaciones, comités obreros y vecinales, etc.</p>
<p>Sobre esta ola, la Unidad Popular ganó las elecciones municipales de abril de 1971 creyendo que esa victoria demostraba la corrección de su estrategia. Pero la derecha sí aprende de su derrota, agrupa sus filas, prepara a su ejército, refuerza sus lazos con la CIA… y pasa al ataque: prensa y educación, desabastecimiento de productos elementales en todos los sentidos, cortes del transporte, movilización de mujeres reaccionarias y de grupos de «derechos humanos», impunidad creciente del fascismo, cierre empresarial, fuga de capitales, desinversión y el boicot internacional, inflación, etc. Toda la vida social es objeto de ataque. En octubre de 1972, la burguesía lanza su primer intento de ahogo generalizado del país. Sin embargo, el movimiento obrero no se amilana y mantiene la ofensiva, pero el reformismo, la dirección de la Unidad Popular y el gobierno de Allende duda, da marcha atrás devolviendo empresas al capital y comienza a requisar armas a los comités obreros y populares.</p>
<p>Pese a esto, vuelve a ganar las elecciones de marzo de 1973 gracias a la conciencia obrera, y el gobierno vuelve a equivocarse creyendo que ha ganado porque ha frenado su ímpetu reformador. La burguesía ataca por la creciente brecha que se abre entre el pueblo obrero y el reformismo. El gobierno no reprime al fascismo, pero aumenta el desarme del proletariado Para julio de ese año, el ejército entra ya con alguna facilidad en los barrios obreros y en las empresas recuperadas. Todo indica que se aproxima el golpe, pero la fe ciega en el parlamentarismo y la credulidad ingenua en las mentiras burguesas abren la puerta al definitivo golpe del 11 de septiembre de 1973.</p>
<p>¿Cómo hubiera sido la historia si la II Internacional no hubiese ayudado a la victoria del fascismo y del militarismo en estos y otros países? ¿O si no hubiese ayudado decisivamente a integrar al proletariado en el capital con su idolatría fetichista del parlamentarismo? ¿O si no hubiera propagado el eurocentrismo facilitando así la explotación imperialista? Estas preguntas no pueden tener respuestas exactas, pero sí actualizan críticas que se hicieron en su momento y que la III Internacional resolvió positivamente en parte. En la tercera entrega expusimos los puntos centrales de la “teoría” de la II Internacional; en esta hemos visto los catastróficos efectos que nacen de la indiferencia de la izquierda al no criticar a la II Internacional en la práctica diaria. La III Internacional demostró que el marxismo es una praxis contra la ley del valor sustentada en una estrategia político-militar y en una ética y una cultura basadas en el valor de uso. Justo lo antagónico de la “teoría” de la II Internacional.</p>
</div>Fri, 16 Apr 2021 16:58:14 +0000Zamora1780 at http://pakitoarriaran.org