"Respuesta al terror" o "acaso pensaban que no nos íbamos a atrever"

Inauguración del centro memorial
Iñaki Iriondo

La quinta sala del Memorial, bautizada como «Respuesta al terror» peca de no reconocer la profundidad de la apuesta del Estado. Debería haberse titulado «Acaso pensaban que no nos íbamos a atrever».

Al Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo abierto el martes se le ha criticado que, estando en Gasteiz, no recoja la masacre cometida por la Policía Española el 3 de Marzo de 1976, pero se ha respondido que las muertes obreras de aquel día ya tendrán su propio Memorial en el edificio de la Parroquia de Zaramaga. También se le ha acusado de parcialidad, y es llamativo que la defensa no haya corrido a cargo de los impulsores del proyecto sino de las autoridades autonómicas a las que ni se les dio derecho a la palabra en el acto de inauguración.

El vicelehendakari primero y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, justificaba el jueves que «el objetivo de esta iniciativa, teniendo en cuenta su origen, no es ofrecer un enfoque integral sobre la memoria o las víctimas, sino recoger una realidad sobre las víctimas del terrorismo». A lo que añadió que el lehendakari, Iñigo Urkullu, ya dijo por redes sociales que «hay otras ofertas que son complementarias a esta y que dan un enfoque más integral sobre lo ocurrido aquí». Ofertas entre las que, por cierto, Urkullu no mencionó nada sobre el 3 de marzo.

Hay muchos dolores olvidados en el Centro Memorial, todos ellos justificados por improcedentes según los defensores del proyecto. Pero lo que es insoslayable es que el recorrido incluye el paso por la quinta sala, bautizada como «Respuesta al terror». Oficialmente «esta área está dividida en varias partes dedicadas a la actuación policial, judicial, política y social ante el terrorismo. Los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad han sido imprescindibles para combatir esta lacra, con hitos como la detención de toda la cúpula de ETA en Bidart o la desarticulación de los Grapo. Pero también han pagado un alto precio». Añade que «si para los terroristas y sus acólitos los agentes de la ley no son más que un uniforme en el cual ven reflejado todo lo que odian, aquí les devolvemos su rostro humano y su dignidad».

Se pueden ver vídeos de las intervenciones policiales consideradas más significativas y «sobre la mesa hay una selección de armas incautadas a diferentes comandos de ETA y la reproducción de un artefacto para coche-bomba. Una bombona de butano con explosivos y activada por mando a distancia».

Es evidente que se trata de una visión contenida de la actuación policial y judicial en «respuesta al terror». Faltan heroicidades como que desde el Gobierno español se organizaron muertes y secuestros incluso de personas que no tenían nada que ver con «el terror». Es comprensible, quizá, que no se enorgullezcan de que un ministro del Interior, como José Barrionuevo, y su secretario de Seguridad, Rafael Vera, junto a varios altos cargos políticos y policiales, fueran condenados por el secuestro de Segundo Marey. Pero cabría esperar un aplauso a que el Tribunal Supremo no considerara que constituían una organización armada, que el expresidente del Gobierno Español Felipe González les acompañara hasta la puerta de la cárcel de Guadalajara, y que su sucesor, José María Aznar, los indultara. Ahí sobra humildad.

Joxean Lasa y Joxi Zabala

También puede comprenderse cierto rubor institucional a reconocer que el mando de la Guardia Civil en el territorio, Enrique Rodríguez Galindo, y sus secuaces organizaran el secuestro en «el extranjero» de los jóvenes Joxean Lasa y Joxi Zabala, y después ya en «territorio nacional» los torturaran salvajemente y acabaran matándolos. Más que nada porque al final los condenaron, no como otras veces. Pero ahí también hubo un indulto al general que devolvió las cosas a su sitio y ahora un fiscal de la Audiencia Nacional acaba de «afinarlo» declarando prescrito el delito. Todo ok.

¿Por qué no hay en el Centro planos de “La Cumbre”, ni bañeras, ni electrodos, ni una reproducción del recodo del río Bidasoa en el que apareció esposado y ahogado Mikel Zabalza, para que se vea lo que les pasa a quienes intentan sustraerse a la labor policial y judicial? ¿Demasiada humedad?

Tampoco nada impedía un buen recuerdo a los cierres de “Egin” y “Egin Irratia” y “Euskaldunon Egunkaria”. Un recuerdo a cómo encarcelaron a directivos y periodista de ambos diarios. E incluso cómo torturaron a personalidades de la cultura euskaldun. El lema de ese punto del recorrido está claro: «Acaso pensaban que no nos íbamos a atrever». Y en otra vitrina se deberían exponer los informes que hablan de algo más de cinco mil torturados y unos treinta mil detenidos a los que, tras su paso por comisaría o cuartelillo, nunca se les llegó siquiera a acusar de nada. Cosas de la respuesta policial y judicial «al terror» objetivamente ciertas y reales.

GAL y otras organizaciones

Falta orgullo y es injusto el tratamiento dado al GAL y otras organizaciones como la AAA o el BVE que también podría parecer que eran simples grupos de malhechores, cuando en realidad gozaban de los más altos apoyos. Por ejemplo, los miembros del Batallón Vasco Español que ametrallaron el 23 de noviembre de 1980 el bar Hendayais causando dos muertos y diez heridos, encontraron una alfombra roja para poder cruzar la frontera camino de Irun. El jefe del Mando único de la Lucha Antiterrorista (MULA) se negó a dar a conocer sus identidades y el TS determinó que «actuó con error, pero no con malicia», por lo que fue absuelto. Después recibió la «Medalla de oro al mérito policial» (1982), la «Cruz de plata al mérito de la Guardia Civil» (1988) y una «condecoración extranjera» (1993), que se suman a otras seis condecoraciones coleccionadas desde el franquismo.

En cuanto a los GAL, sabido es que contaron con la bendición de una X muy mayúscula nunca despejada que, de alguna forma, alegórica o no, se podría haber reproducido en el Centro. También era pertinente haber inscrito las palabras del entonces delegado del Gobierno español en la CAV, Ramón Jáuregui, en su libro “El país que yo quiero”: «Por encima de las valoraciones morales o éticas, no podemos ignorar las consecuencias prácticas operativas de la irrupción del GAL en el escenario de los terroristas, que ahora no pueden sentirse tranquilos donde antes lo estaban. Alguien les está pagando con su misma moneda».

Dado que el Centro Memorial de Gasteiz se ha inaugurado en el año en el que se van a cumplir diez años de que ETA anunciara el fin de su actividad «de terror», también debería recordarse el discurso de Fernando Buesa en el Parlamento de Gasteiz el 3 de marzo de 1995: «Los GAL, señorías, son un asunto acabado, afortunadamente; sus actividades terminaron hace nueve años. El contraterrorismo (ojo al término) es una cuestión erradicada por fortuna en nuestro país desde 1986». A lo que añadió que «es de una enorme hipocresía gastar tanta pasión política sobre los GAL, que desaparecieron hace nueve años, cuando el problema terrorista de hoy es la trama KAS, ETA, el MLNV y HB».

En cuanto a los altos cargos de su partido encausados, Buesa aseguró que «nosotros, los socialistas, creemos en la inocencia de estas personas, y somos además solidarios con ellas y con la dedicación que tuvieron en la lucha por erradicar la violencia terrorista en nuestro país». No puede ser que no haya en el edificio de Gasteiz lugar para este tipo de afirmaciones tan elocuentes.

Durante el acto de inauguración del Centro algunos de los invitados, entre ellos Felipe VI, su esposa y el presidente del Gobierno español, visitaron la reproducción del zulo en el que estuvo secuestrado el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. Por lo visto en las imágenes, a la simulación le faltaba la humedad que se acumuló en aquel cubículo y la sensación de aislamiento que se incrementaba sabiendo que estaba enterrado en el suelo y que sólo podía accederse a él por un agujero en el suelo cerrado con una enorme máquina.

El 7 de julio de 1997, seis días después de que la Guardia Civil liberara a Ortega Lara, el Ministerio de Interior de Jaime Mayor Oreja organizó a través del delegado Enrique Villar una visita de periodistas al zulo. Entramos de dos en dos y cuando nos llegó el turno a redactor y fotógrafo, el agente de arriba se encargó de gritar al de abajo un «van los de ‘Egin’».

Aquel era un lugar terrible y, sin embargo, según se puede encontrar en internet, en prisiones españolas hay celdas que son todavía más pequeñas, donde los presos pasan hasta 23 horas el día. No es cuestión de hacer comparaciones, como tampoco pueden hacerse sobre como «el terror» trata a sus «víctimas» sabiendo que se expone al castigo del Código Penal, a cómo el Estado, con sus leyes y su obligación de no conculcar derechos, trata a los presos.

Discursos institucionales

Los discursos institucionales en las inauguraciones son propicios a la hipérbole. En esta ocasión, Felipe de Borbón, presidente de honor de la fundación que rige el centro, aseguró que «las víctimas del terrorismo son uno de los pilares éticos de nuestro sistema democrático. Son, en definitiva, símbolo de la defensa de nuestras libertades y del Estado de Derecho».

Por no entrar en detalles que podrían ser utilizados todavía hoy por la Audiencia Nacional en su «respuesta al terror», nos remitiremos a ejemplos de tiempos ya amnistiados, pero habrá quien encontrará también similitudes con otros posteriores. Es difícil admitir que aquel presidente del Gobierno de Francisco Franco, Luis Carrero Blanco, o el sádico torturador Melitón Manzanas, puedan tomarse por «pilares del sistema democrático» por el hecho de que los matara ETA.

Y, atendiendo a la literalidad del discurso, también cabría preguntar al Rey de España si tiene por «símbolo de la defensa de nuestras libertades» a una víctima del BVE como José Miguel Beñaran Ordeñana, Argala, al que mataron con una bomba el 20 de diciembre de 1978.

El Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo es, en la mejor de las interpretaciones, un monumento a las contradicciones. En una lectura política más estricta, se puede considerar como una imposición de orden casi colonial de Madrid en el centro de Gasteiz. Pero algunas iniciativas de defensa de competencias e insumisiones de las autoridades locales solo se usan para defender el horario de la hostelería. Para otras cosas: solo ver, oír y callar.

Fuente
https://www.naiz.eus/
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