Unai Pascual: “El científico debe tomar partido, es nuestra responsabilidad”

Unai Pascual
Gessamí Forner
Entrevista a
Unai Pascual

El economista Unai Pascual es uno de los promotores del manifiesto Euskal Herria post covid-19, al que en tres semanas se han adherido 723 académicos que piden abrir un debate sobre cómo debe realizarse la transformación ecológica.

Los investigadores y el profesorado universitario de Euskal Herria se han unido y han alzado la voz: hay que abrir un debate científico y social para decidir cómo debe darse la inevitable transformación ecológica. El economista ecológico Unai Pascual es el impulsor de un manifiesto al que, en apenas tres semanas, se han adherido 723 académicos, 172 organizaciones y 2.598 personas a título individual. El manifiesto Euskal Herria post covid-19 propone empezar a andar hacia una economía ecológica a través de cinco líneas de actuación prioritarias: fiscalidad, movilidad, consumo, producción y soberanía alimentaria.

Empezasteis con 345 académicos y vais por 723 y subiendo. ¿Lo esperabas?
Lo deseábamos, pero no pensábamos que íbamos a tener una respuesta numéricamente tan masiva y, desde el punto de vista cualitativo, de gente tan distinta, tanto por su especialidad como porque, al ser personas con un perfil público, se puede comprobar que no comparten la misma ideología, y eso nos ha sorprendido de una forma muy agradable.

El manifiesto solicita explícitamente “el abandono de desarrollo centrado en el crecimiento agregado del PIB”,  ¿qué está cambiando para que tanta gente quiera modificar la base de la economía actual?
Estamos en un punto de inflexión. Desde la ciencia, llevamos años tratando de informar sobre los impactos localmente diferentes pero que provienen de un mismo origen: la pérdida de biodiversidad y la emergencia climática. La información ha calado y el problema no va a desaparecer, sino que se está acelerando. Por otra parte, percibo que los académicos se han dado cuenta de que la ciencia no se puede quedar en una torre de cristal, sino que somos parte de esta sociedad y desde nuestro ámbito cada persona tenemos una responsabilidad, y la nuestra es hacer ver que, ante una crisis sistémica de este calado y con tantos vértices, se necesitan visiones entrelazadas para encontrar puntos en común que generen conocimiento suficientemente útil para hallar soluciones.

¿Cómo esperáis llevar el manifiesto a la práctica?
Esa es la fase en la que nos estamos metiendo ahora los promotores del manifiesto. Necesitamos que la comunidad científica se implique para que el manifiesto tenga un recorrido más concreto y robusto, para que todas las ideas de la comunidad científica salgan con mayor potencial. Al mismo tiempo, debemos interactuar con los agentes sociales, porque el conocimiento no solo se genera desde los laboratorios y las universidades. Los agentes sociales viven muy a pie de calle y la conocen muy bien, por eso es necesario una coproducción. Desde su visión, tienen la capacidad de interpretar la realidad para enriquecer la ciencia para que juntos podamos sugerir posibles soluciones a los complejos problemas a los que nos enfrentamos. A la coproducción de conocimiento entre la ciencia y los agentes sociales se conoce como la ciencia de la sostenibilidad. Es un nuevo modelo que se ha puesto en marcha desde hace una década. Es una nueva etapa en la ciencia, que va más allá del ámbito académico, y que hace ciencia con la participación real de la ciudadanía.

“Ante una crisis sistémica de este calado y con tantos vértices, se necesitan visiones entrelazadas para encontrar puntos en común que generen conocimiento suficiente para hallar soluciones”

Desde mi mirada, que nace de Bilbao, veo como los sindicatos ELA y LAB proponen interesantes medidas para el escenario post covid, cómo se moviliza el movimiento feminista y cómo os habéis unido desde la academia. Sin embargo, en un mes y medio previsiblemente ganará de nuevo el PNV tras convocar y pactar a la desesperada unas prontas elecciones. ¿La hegemonía peligra?
El terreno está cambiando en distintos planos. Por una parte, están los partidos políticos y sus alianzas, que tienen sus razones de ser, históricas o estratégicas, y ahí cada partido político hace sus cálculos y reporta dividendos. Pero en el otro plano está la sociedad, que creo que ha cambiado más de lo que pensamos y de lo que puede reflejar el sentido de un voto. El hábito de ir a votar se instituye y es muy difícil de cambiar, pero más allá de votar a un partido, los políticos se están enfrentando a una sociedad mucho más líquida, y lo saben, con modos de información muy diferentes y rápidos, que están alterando hasta la manera de crear información y opinión. Por eso muchos partidos dan bandazos y estrategias de discurso para llegar al máximo número de votos y alinearse con personas cuyos valores y preferencias ideológicas quizá no hayan estado tan asociadas a ese partido. En cualquier caso, lo realmente interesante es que hay unos partidos y movimientos sociales que se sienten interpelados por este manifiesto y lo han firmado, mientras otros que no lo apoyan ni han hablado sobre él públicamente, aunque estoy seguro de que lo están valorando de forma privada. Eso es muy interesante.

¿El sector privado, los partidos de Gobierno, los de derecha?
Quizá los sectores no interpelados no quieren decir nada, por ahora, porque el debate social puede remover el statu quo. Quien más miedo tiene a perder su statu quo es quien más reservas tiene para plantear un debate. Pero creo que esto también va a cambiar, porque dada la magnitud del apoyo al manifiesto, todo el mundo tendrá que posicionarse. Algo tendrán que decir, a favor o en contra.

“Es necesario una coproducción entre la ciencia y los movimientos sociales, porque desde su visión pegada a la calle tienen la capacidad de ofrecer posibles soluciones”

Siento que estamos tan desapegados de la tierra y del ciclo de la vida que aún hoy se sigue considerando la economía ecológica, y feminista, como algo innecesario, caprichoso y teórico. Y a veces creo que solo un científico buenorro y con mucha carisma nos podrá salvar de tanto político mediocre y empresarios ávaros. Dime que me equivoco y que nuestros hijos no vivirán una vida terrible.
No voy a decirte que te equivocas. En ciencia, las certidumbres casi no existen. Si analizamos a nivel social lo que ocurre y lo que puede ocurrir, tenemos que entender el pasado para poder proyectar el futuro. Pero proyectar de forma lineal el futuro supone una visión bastante restringida. Hay razones para pensar en el cambio, pero nadie tiene una bola de cristal para que se den las condiciones necesarias para él. Desde la ciencia, ofreceremos información veraz, aunque pueda ser desconcertante y aunque la relación entre el poder político y la academia nunca ha sido fácil, ya que la ciencia es un mundo heterogéneo y también tiene sus intereses. Por ello, la ciencia también debe reflexionar sobre su papel y ser lo más fiel a sus objetivos: ofrecer conocimiento y que sirva como palanca del cambio. También significa que el científico no puede desligarse de la sociedad a la que pertenece y, por lo tanto, tiene que tomar partido. Debe ser íntegro, pero no esconderse. Y tiene que seguir haciendo ciencia para cambiar las cosas para mejorar la vida.

¿Qué es la tributación ambiental progresiva que proponéis?
Hay que encontrar los instrumentos fiscales verdes para aplicar con un doble objetivo: modificar el comportamiento humano, según la máxima de quien contamina, paga. Es una forma de desincentivar la contaminación a través de regulaciones y sistemas impositivos y, dado que vamos a una transición ecológica en la que necesitaremos ingentes recursos económicos para investigación, reajuste industrial y sector público, la fiscalidad tiene que ser el motor. La fiscalidad no es extraer dinero de la sociedad, sino redistribuirlo a través de la vía impositiva para que la economía tome un rumbo u otro mediante inversiones. Y como el modelo económico que necesitamos para salir de la crisis pasa por la sostenibilidad y la inclusión social, el que más tiene y el que más contamina, serán los que más tienen que pagar. Por eso necesitamos una fiscalidad verde progresiva en estas dos direcciones.

El manifiesto propone imponer una moratoria a las grandes inversiones para priorizar los servicios esenciales, primando la movilidad no motorizada y el transporte público. Entiendo que esto supondría la paralización de la carretera Supersur, ¿pero qué pasaría con el tren de alta velocidad?
Esa es la idea. La sociedad no requiere a corto plazo esas grandes inversiones, sino un sector público fuerte para asegurar el funcionamiento de una economía de cuidados, con una educación y sanidad fuertes, que no han estado ahí en las últimas décadas y el coronavirus lo ha dejado en evidencia. Si tenemos que revisar las prioridades, esta es una manera de hacerlo. No podemos seguir pensando que se puede gastar en un modelo de movilidad seguramente sobredimensionado para nuestro modelo de país. En esa moratoria, debería darse un debate sobre qué modelo de movilidad queremos y lo lógico y lo honesto sería una moratoria a esos planes, y ver qué posibilidades de adaptación y cambio de rumbo hay. Este debate y decisiones no se pueden dar en un despacho, sino que la información debe ponerse a disposición de la gente para que haya debate y la sociedad decida. No vale tomar las decisiones antes de que se dé.

“La fiscalidad tiene que ser el motor de cambio para la transición ecológica”

Define consumo responsable.
Cualquier consumo que hacemos como individuos tiene una repercusión sobre alguien o algo, bien positiva o negativa. No es lo mismo consumir alimentos locales y si esa producción ha sido sostenible, y por tanto tiene una afectación positiva en el medio natural, que si proviene de miles de kilómetros de distancia, ni las condiciones de trabajo asociadas. Y una cosa es no saberlo y otra, no querer saberlo. Eso sería un consumo irresponsable y puede darse en la alimentación, el turismo, la cultura, etc. Cada sector lo deberá debatir y la sociedad, entenderlo.

Vuestro manifiesto surge tras una iniciativa similar en los Países Bajos, ¿qué os motivó?
Siempre hay que atacar lo global desde lo local, y en Euskal Herria no solo hay problemas, sino grandes capacidades para cambiar las cosas si quisiéramos. Los movimientos sociales son muy vivos y tienen una gran capacidad de interlocución, el movimiento cooperativo es muy fuerte y en los años 80 y 90 vivimos una crisis industrial enorme. Hemos vivido diferentes crisis y, en gran medida, hemos salido adelante con el esfuerzo colectivo. No son ideas teóricas, sabemos trabajar codo con codo y ahora es necesario saber qué queremos y cómo lo vamos a llevar a cabo. La duda no es si hay necesidad o no de transformar, sino cómo y cuándo vamos a poner la transformación en marcha. Y cuanto antes, mejor. Sabemos que el coste de la inacción es alto. No se lo podemos dejar a la siguiente generación, eso sería egoísta e irresponsable, nos toca a nosotros. Para eso necesitamos saber cómo y para ello necesitamos llevar a cabo un debate que ponga en marcha ya una transición ecológica. Y que esto eche andar, con una agenda y sabiendo con quién vamos a caminar de la mano. Estas son las preguntas y las respuestas las tiene que vislumbrar el debate.

Yo no he firmado, ¿podría?
Claro, todo el mundo que vive en Euskal Herria, o que ahora se encuentre viviendo fuera, está invitado a firmar.

Fuente
https://www.elsaltodiario.com
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