Libertad para Georges Ibrahim Abdallah, preso en Francia desde hace 36 años

Georges Ibrahim Abdallah
Koldo Durreit

Georges Ibrahim Abdallah es un prisionero político libanés y militante de la causa palestina encarcelado en Francia desde hace 36 años. Es por lo tanto el más antiguo prisionero político en Europa y uno de los más antiguos del mundo.

Nacido el 2 de abril de 1951 en Kobayat, Líbano, en el seno de una familia cristiano-maronita, comenzó su militancia política en 1971 en el seno del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), organización que abandonó en 1978 para fundar el grupo Fracciones Armadas Revolucionarias Libanesas (FARL).

En 1984 es detenido en Francia por portar documentos falsos y aunque esa acusación sólo debería haber supuesto una corta condena, su puesta en libertad fue demorada, y justificada por las autoridades francesas, por una serie de atentados en suelo francés contra diversos personajes militares y diplomáticos estadounidenses y de los servicios de inteligencia israelí. Es en ese momento cuando la judicatura francesa inculpa a Abdallah de complicidad en los atentados en los que resultaron muertos Charles Rey, agregado militar de la embajada de los EEUU, y Jacob Barsimetov, miembro del Mossad israelí, cometidos ambos en Paris en 1982.

A partir de ahí la posición del Estado francés de ceder a las presiones tanto de los EEUU como de Israel para que se castigara a Georges duramente, y con él a toda la resistencia palestina, comienza su andadura. En el proceso que se celebra en contra del militante libanés, mientras el fiscal pide una condena de 10 años de cárcel por “complicidad en el homicidio”, el juez lo condena a perpetuidad en 1987.

Tal y como ha sucedido en el caso de los militantes vascos encarcelados en el Estado francés, la justicia se convierte entonces en “una justicia bajo presión política”, y los intereses coincidentes entre las altas esferas de la política francesa (tanto de derecha como de izquierda) con los del imperialismo y del sionismo internacional convierten a Abdallah en un rehén mediante el que condenar a la resistencia palestina en su conjunto.

Una presión política sobre la justicia que ha perdurado todo este tiempo. Desde 1999, Georges Ibrahim Abdallah podía acceder a una libertad condicional por el cumplimiento de su pena. En 2003 la justicia autoriza su liberación que podría hacerse efectiva mediante un decreto de expulsión y ser repatriado así al Líbano. Pero la presión norteamericano-israelí han prevalecido siempre en este caso y las diferentes administraciones francesas se han opuesto siempre a su liberación, bloqueándola de facto a pesar de las recomendaciones y deliberaciones judiciales.

El último ministro del Interior en oponerse a su liberación, incluso contra el criterio de otros miembros del Gobierno, ha sido Manuel Valls, quien en todo momento ha declarado su apoyo incondicional a Israel, dejando al descubierto su alineamiento con el sionismo. Mientras que los jueces de aplicación de penas aceptaban la liberación de Abdallah en 2013, Manuel Valls se negó a firmar la orden de expulsión hacia el Líbano, impidiendo así que el militante fuera liberado.

En un artículo publicado en agosto de 2020 en Le Monde Diplomatique, el periodista Pierres Carles desvelaba que el entonces ministro de Asuntos Exteriores socialista Laurent Fabius recibió una llamada de su homóloga norteamericana Hillary Clinton donde le pidió que no aceptaran la liberación de Georges Abdallah. Según el periodista, Fabius fue muy receptivo a esa demanda y es entonces que Manuel Valls rechaza firmar la orden de expulsión.

Pese a todo, después de todos esos años encarcelado, Abdallah se ha mantenido fiel a sus principios y convicciones, sobre todo en su compromiso con la causa de la resistencia palestina y en su combate contra la ocupación y el apartheid sionistas, aún sabiendo que esa postura firme es la que lo ha mantenido en una prisión francesa. Su figura es hoy tanto en el Líbano como en Palestina un ejemplo para las nuevas generaciones de militantes de la resistencia, especialmente entre la izquierda laica, que han hecho de la liberación de Abdallah y del conjunto de los presos y presas palestinos uno de sus ejes de lucha.

Por el contrario, Francia ha sido, y es, el exponente del imperialismo decadente, siempre subordinada a los intereses de una potencia mayor. Lo sigue demostrando con su nefasto intervenir en África, en el Pacífico,  en su temprano alineamiento con el sionismo para ocupar Palestina, en la constante desestabilización de los países que no siguen las órdenes del imperialismo, o, incluso, en el desprecio a las naciones sin Estado dentro del Hexágono. Incluso su política interna ante los desafíos de la multiculturalidad pueden calificarse de racistas y supremacistas, haciendo realidad el diagnóstico de Noel Mamere, político de la izquierda moderada francesa, cuando decía que la autoproclamada patria de los derechos humanos “esconde su política segregacionista detrás del vocabulario de la revolución francesa”.

Libertad para Georges Ibrahim Abdallah, ya basta Francia!!!

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