El PNV, en plena deriva autoritaria

Partido del Negocio Vasco
Koldo Durreit

Algo debe saber la dirección del PNV sobre la percepción existente en la sociedad sobre su gestión al mando del Gobierno vasco cuando ha decidido arremeter de semejante manera contra la principal fuerza de oposición y contra la juventud vasca. Se podría decir que las cuentas no le salen a los responsables de Ajuria Enea para seguir ofreciendo la imagen de una gestión impecable y de “primer mundo” de la que se han ufanado desde hace mucho tiempo y que han colocado en primera línea a la hora de ofrecer su oferta política y de gestión como lo mejor posible para las tres provincias de la CAV.

Pero la realidad es terca, muy a pesar del PNV y cada día que pasa deja más al descubierto que el pretendido “Oasis vasco”, esa especie de imagen que surge del imaginario peneuvero para buscar diferenciarse del desastre en la gestión social y política del Estado español, dicho sea de paso con algunos toques que podrían incluso considerarse racistas, no es más que un espejismo que empieza a mostrarse en toda su intensidad.

Todo el mundo es más que consciente que la gestión de la pandemia y la campaña de vacunación por parte del gobierno vasco han sido un desatino y una prueba de incapacidad y de improvisación sin parangón en la historia de las instituciones autonómicas. Es lógico que ante una situación especialmente grave y desconocida como la que ha traído la pandemia se puedan cometer errores, nadie estaba preparado para una situación así y es comprensible. Pero ver que se está cometiendo un grave error y que las medidas tomadas, o ignoradas, sólo agravan el problema en vez de solucionarlo es de un cinismo de escándalo.  Ha quedado demostrado que los intereses del PNV son los mismos que los de las cúpulas patronales que desde un primer momento intentaron anteponer sus intereses corporativos al derecho a la salud de la sociedad vasca. No es de extrañar, pues al igual que el resto de la clase política española los dirigentes peneuveros rigen sus relaciones con ese sector en base al principio de las puertas giratorias donde se reciclan los políticos en base a garantizar sus futuros en puestos de privilegio poniendo al servicio de intereses egoístas las políticas y los recursos públicos. 

Los recientes casos de Iberlyzer y Corrugados dejan claro que el PNV en su política económica siempre ha subordinado el interés público al interés privado, incluso sin importarle vulnerar la legalidad o poner al servicio de las empresas los recursos públicos en forma de ayudas a fondo perdido con tal de conseguir  que se queden operando en la CAV. E incluso, cuando no lo consiguen, y los intereses de esas empresas hacen que sus actividades e inversiones se alejen, buscar a quien culpar comenzando campañas de desprestigio y calumnias de nulo rigor moral. Como en el caso de la campaña contra la alcaldesa de Azpeitia en estos momentos. Ello sin hablar del desastre del vertedero donde aún sigue desaparecido un trabajador y donde el Gobierno vasco ya ha renunciado a proseguir su búsqueda, dejando a la familia en el más absoluto desamparo.

El PNV a través del Gobierno vasco, por supuesto con la muletilla del PSE, quiere ahora hacer una huida hacia delante y lanza una campaña contra los sectores de la juventud vasca organizados en Ernai simplemente porque han osado dejar al descubierto su mala gestión en todos esos asuntos. Porque para el PNV la única sociedad vasca posible es aquella en la que ellos y ellas estén al mando, aplicando el rodillo en las instituciones y salvaguardando los intereses de las patronales pues son al fin y al cabo quienes les garantizan la salvaguarda de sus propios intereses. Cuando la juventud vasca pone el grito en el cielo denunciando su situación de precariedad, su desespero ante la falta de esperanzas de mejora, y propone otros tipos de políticas públicas más acordes con la superación de esa desgracia que viven, al PNV solo se le ocurre recurrir al lenguaje de siempre, el mismo que han utilizado todas las derechas más rancias a lo largo de la historia, que no es otro que el del palo y tentetieso. Y para ello utiliza a una Ertzaintza que desde hace ya bastante vive una deriva autoritaria que muestra hasta qué punto la infiltración de elementos ultras, racistas y xenófobos en su seno es una realidad dolorosa, convirtiendo a ese cuerpo policial en un enemigo de las aspiraciones de trabajadores, jóvenes, migrantes y en general, de la sociedad vasca. Pero que a nadie se le ocurra poner en cuestión o sacar a debate el modelo policial del PNV, pues entonces aparece el recurso de siempre de acusar al disidente de ir contra las instituciones, de campañas de odio, y ya solo les falta acusar hasta de terrorismo. Quieren esconder que si existe algún tipo de odio, algo no de este tiempo sino que ya se ha convertido en una constante desde su creación, es el odio secular que la Ertzaintza tiene contra la juventud independentista vasca y contra todos los sectores que ponen en cuestión este sistema desigual, egoísta y que margina a las mayorías. Y que si existe un responsable de ello, el PNV debería  mirarse a sí mismo pues ha sido el principal responsable de permitir esa deriva en el cuerpo policial autonómico.

El PNV cree que manejar a su antojo el sistema de radio-televisión pública le va a ser suficiente para acallar las voces que ponen en cuestión su mal manejo y sus fracasos en la gestión autonómica. Que aparecer sus dirigentes en esos medios hasta el aburrimiento de la audiencia, y marginar las opiniones que cuestionan su modelo, sin importar que con ello se margine a la principal fuerza de oposición, va a conseguir acallar las denuncias. Pero una vez más se equivoca, Franco tuvo el Nodo para idiotizar a la opinión publica en su momento, pero aunque el PNV convierta a EITB en su Nodo particular, ni sueñe que con ello va a conseguir que nuestro pueblo calle ante los desmanes de una clase política cada vez más alejada de las aspiraciones de una sociedad como la nuestra que sigue caminando hacia un mejor futuro para todos y todas y que no es otro que la obtención de nuestra soberanía como pueblo y como nación.

 

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