COVID 19 : “Aún queda en la humanidad la suficiente carga de estupidez para que me siga reproduciendo”

COVID-19
Koldo Durreit
Entrevista a
COVID 19

Han sido varias semanas intentándolo. Con mucho miedo por temor a ser un numero más de las estadísticas de infectados, pero convencido de la necesidad de conocer y dar a conocer las razones por las que en este mundo postmoderno un virus aparecido de nadie sabe dónde esté poniendo en cuestión tantos paradigmas que creíamos establecidos en nuestra civilización, pensé  que era necesario correr el riesgo.

En un principio intenté contactarlo mediante las personas enfermas, pero se negó rotundamente a ser entrevistado  pues estaba muy ocupado en  la cadena de contaminación que sigue desgraciadamente aumentando en casi todo el mundo. Después lo intenté en los laboratorios donde se intenta a marchas forzadas encontrar una vacuna milagrosa que ataje la pandemia. Tampoco ahí accedió a concederme la entrevista argumentando que era donde su posición era más débil y que se podría utilizar para sacarle una información que sirviera para combatirlo y no estaba dispuesto a facilitarnos ese trabajo.

Al final accedió a responder mis preguntas fuera de todo ámbito clínico o de investigación y poniendo una serie de condiciones que no me han quedado más remedio que aceptar a pesar que mis deseos fueran otros. El coronavirus, o Covit 19 como lo denominamos los humanos, habla pero sólo respondiendo a ciertas preguntas.

Algunos dicen que usted nació en un laboratorio de guerra bacteriológica en EEUU, que su invención era el resultado de la búsqueda de una nueva arma y que su propagación fue un acto deliberado. Otros creen  que saltó de un animal salvaje a un ser humano y que su mutación es el resultado de lo que conocemos en estos momentos y que ha originado la pandemia que está asolando el mundo. ¿Podría decirnos en realidad cúal fue su origen?

Empezamos mal  la entrevista. Mis condiciones son claras. No tengo ninguna intención de facilitarles la tarea de combatirme. Si les hablo de mi origen les estaría dando una información vital para que avanzaran en encontrar un remedio que me ataque, que limite mi poder de propagación o incluso que acabe conmigo definitivamente y no pienso hacerlo. Si las preguntas van en ese sentido aquí mismo se acaba la entrevista. De todas formas le diré que la humanidad es mi propagador, o mejor dicho, como está organizando el mundo la humanidad en los últimos tiempos y no sólo en lo que a mí respecta, sino el de otros muchos como yo que llegaron antes o que están por venir.

¿Quiere decir que su objetivo es acabar con la humanidad?

La humanidad no necesita que alguien pretenda acabarla, por sí misma es suficientemente competente para autodestruirse, sobre todo tal y como se está organizando en los últimos años.

¿Podría ser más explicito al respecto?

Con todos los avances que el mundo ha conocido en tecnología y en el desarrollo de la ciencia médica, que es  mi principal enemigo, el enfoque que se le ha dado siempre ha estado dirigido a enriquecer a unos pocos de ustedes. Eso que llaman globalización es una etapa más de la acumulación de riqueza en pocas manos disfrazada del espejismo de la interconexión mediante múltiples redes, de transvase de personas, mercancías y mercados, de culturas híbridas. Pero le digo que solo es un espejismo pues yo veo a la humanidad cada día más individualista, menos informada y menos comunicada con quien verdaderamente importa, y que no es otra cosa que su ámbito más cercano, su familia, su tribu, sus iguales. Ahora gran parte de los humanos se conectan con otros en cualquier parte del planeta en fracciones de segundo pero son incapaces de saber nada del humano que vive junto a ellos. E incluso ni se interesan ni hacen ningún esfuerzo por encontrarse con su semejante más cercano, se están convirtiendo cada vez más en individualidades hiperconectadas pero totalmente ignorantes de su realidad más cercana, y ahí es donde yo aprovecho para sacar ganancia en esta lucha que nos guste o no, es de supervivencia, tanto para la raza humana como para nosotros los virus y las bacterias.

Pero el avance de la ciencia, especialmente en investigación médica,  ha sido muy importante en las últimas décadas. Tanto que incluso se ha prolongado en varios años las expectativas de vida de las personas y se han hecho desaparecer ciertas enfermedades. ¿Son acaso algunos malos hábitos humanos lo que producen su aparición entre nosotros?

Son innegables esos avances, pero hay que considerarlos en sus justos términos. La ciencia médica ha alargado la vida humana en ciertos lugares del planeta, pero en muchos otros lugares las personas siguen muriendo demasiado jóvenes sin siquiera la necesidad de que nosotros intervengamos en ese proceso. Mueren de hambre, de falta de agua, de enfermedades producidas por nosotros que ya se erradicaron hace mucho en otras partes, y ello sin contar las eternas guerras que ustedes mismos producen una y otra vez para satisfacer la codicia de unos pocos humanos, o su modelo de desarrollo que no respeta el medio ambiente, cambia el clima, derrocha los recursos y nos afecta a todos. Entonces, no creo que deban mirar a este lado para entender todas sus desgracias. Mejor mírense a ustedes mismos para entender que un mundo desigual, donde hay personas que valen más que otras o que merecen una mejor vida que el resto, es el principal problema que tienen, y que si quieren sobrevivir como especie tendrán que cambiar muchas cosas.

Basta con recordarles, aunque ustedes no quieran verlo y sean capaces de cerrar los ojos ante esta realidad, que nosotros acabamos con cientos de miles de ustedes año tras año en países donde nos hemos establecido de manera permanente y aunque de vez en cuando lancen campañas muy mediáticas para erradicarnos, la realidad es que muchas no son sino lavados de conciencia entre ustedes mismos. A veces hasta creemos que nos utilizan, y de de hecho ya lo han hecho en el pasado, para controlar su propia población. Como cuando los españoles se valieron de nuestras primas escarlatina y viruela para atacar a los indios americanos, o más recientemente cuando se inocula a  África de varios de nuestros familiares para controlar una población a la que ni siquiera parece que consideran de su propia especie por lo abandonada que la tienen, sumida en el hambre y la pobreza, lo que nos facilita el trabajo enormemente.

¿Entonces somos las personas quienes más hemos hecho para sufrir su presencia entre nosotros?

No seamos hipócritas. Ya le dije antes que en el mundo cada especie lucha por la supervivencia y lo hace con sus propias características y sus propias armas. Nosotros siempre hemos existido, a veces fue la naturaleza misma la que creó las condiciones para que apareciéramos, otras fueron ustedes mismos quienes las crearon, y no  lo niego, alguno de nosotros nació de lo más tenebroso de sus mentes humanas. Pero como sea, el combate que nuestras dos especies desarrollan entre si desde casi el principio de los tiempos tiene muchos visos que sea perdido por la raza humana si no altera esa tendencia a autodestruirse. Y lo vemos incluso en el aparataje sanitario que crean supuestamente para prolongar sus vidas y combatirnos. Al día de hoy, incluso cuando nuestra ofensiva está en su apogeo, son incapaces de ponerse de acuerdo en las medidas a tomar para evitar que les sigamos produciendo bajas. Anteponen los intereses económicos de algunos de ustedes, que encima son una minoría, a las necesidades colectivas, de especie. Véalo simplemente en la lucha que tienen entre sus laboratorios para encontrar la vacuna contra nosotros, algo que por cierto se lo agradecemos, o el haber privatizado su sistema de salud hasta la locura, dejando a la mayoría de la población a merced de tener o no los recursos económicos suficientes para merecer ser tratado. Y después, cuando la pandemia remita,  se pelearan por erigirse en salvadores de su especie pese a haberla despreciado y condenado. Nosotros, al fin y al cabo, somos organismos muy sencillos.

Nuestro afán en la vida se limita a reproducirnos y sobrevivir y aunque entendemos que estén molestos pues necesitamos de sus células sanas para hacerlo, no entendemos que den tan poca importancia a la continuación de su especie.

Algo que es muy doloroso para nosotros es que ustedes se estén cebando con nuestros mayores, que son quienes menos soportan la enfermedad que  generan y son el mayor porcentaje de personas fallecidas. ¿Porqué centrar su ataque en estas personas?

Otra vez pecan ustedes de hipocresía. Si algo es democrático en este contexto somos nosotros. Atacamos por igual a organismos jóvenes que a organismos viejos. Simplemente, el que el mayor porcentaje de fallecidos se dé entre los ancianos tiene que ver con la propia naturaleza de las cosas, las personas viejas aguantan menos nuestro ataque y dejan de servirnos más pronto que las jóvenes. Pero para nosotros ello también supone un problema pues un organismo viejo también nos quita posibilidades de reproducirnos más rápidamente y con mayor eficacia por el simple hecho de no soportarnos mucho tiempo. Además ustedes también han propiciado este desarrollo pues mantienen a muchos de sus ancianos concentrados en lugares donde nos ha sido más fácil infiltrarnos y donde, en muchas ocasiones, no se hizo nada desde el primer momento que tuvieron contacto con nosotros. Pareciera que sus propios ancianos les molestan y los confinan en lugares donde a nosotros se nos facilita el trabajo. Y es algo que no entendemos, pues son esos mismos ancianos los que les heredaron a los jóvenes muchas de las inmunidades contra nosotros después de habernos conocido de jóvenes. Que esta especie de segregación  de los ancianos se dé sobre todo en la parte de su mundo que se considera más desarrollado también nos deja perplejos.  Paradojas de ustedes los humanos.

Y ya le digo que si  algo es democrático, somos nosotros. No hacemos ninguna distinción como sí la hacen ustedes entre jóvenes o viejos, entre hombres y mujeres, entre una de sus sub razas u otra, entre pobres o ricos. A nosotros nos da igual, aunque nos favorezca más atacar a organismos jóvenes y sanos pues mediante ellos nos es más fácil diseminarnos por el medio ambiente ya que no se dan cuenta de  estar enfermos hasta mucho más tarde que los ancianos y nos ayudan a extender nuestra presencia en el mundo, a encontrar nuevos huéspedes con los que perpetuar nuestra especie.

Sabiendo que no es a quien debería dirigir esta última  pregunta, ¿me diría si nos queda alguna esperanza? ¿Estarían ustedes dispuestos a acabar con la pandemia?

Tiene razón que no es una pregunta para mí. Nuestros mundos son antagónicos. Al punto que nosotros para vivir necesitamos destruirlos a ustedes y en el caso de acabar con el último también pereceríamos, o deberíamos mutar de tal forma para atacar a otras especies. Es algo que no tiene vuelta atrás.

Aun así le diré que como la especie más evolucionada de este planeta, aunque demasiadas veces no demuestren serlo, todo está en sus manos, en los actos de ustedes mismos. Tienen entre ustedes gentes que si se  han tomado en serio la gravedad del asunto, que han hecho de su práctica desinteresada una amenaza real para nosotros. Que han antepuesto la humanidad a cualquier otro interés y eso no nos favorece en nada. Cuando ponen en cuarentena a la gente, de manera masiva, nos sustraen de la posibilidad de encontrar nuevos huéspedes donde reproducirnos, cuando masifican la utilización de tapabocas o guantes nos impiden penetrar en sus organismos, cuando se movilizan de manera desinteresada por todo el planeta combatiéndonos despiadadamente nos diezman sin miramientos, cuando de manera coordinada inventan nuevos medicamentos nos reducen a la casi inexistencia, pero sobre todo cuando dejan los intereses egoístas de lado y se comportan como una sola humanidad nos condenan a perder esta batalla.
Y si se extraña que le haga estas revelaciones, le confieso que lo hago desde la convicción que aún queda en ustedes los humanos suficiente carga de estupidez para que nos sigamos reproduciendo y asolemos su mundo imperfecto cada cierto tiempo, pero háganse a la idea que cada vez los plazos han de ser más cortos si no son capaces de anteponer el interés por la supervivencia de su especie a cualquier otro argumento.

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