Maddalen Iriarte “El modelo del PNV y PSE es enriquecer a empresas hasta límites estratosféricos”

Maddalen Iriarte
Gorka Castillo
Entrevista a
Maddalen Iriarte

Maddalen Iriarte (Donostia, 1963) no se muerde la lengua cuando habla de las dos cuestiones que han centrado el debate electoral en Euskadi. Primero, el vertedero de Zaldibar donde dos trabajadores aún continúan sepultados desde el pasado 6 de febrero y que le sirve para poner el foco en unas elecciones “donde no se elige entre el PNV o el caos” sino, según la candidata a lehendakari por EH Bildu, “para acabar con un modelo que enriquece a empresas hasta límites estratosféricos”. Después de ese drama llegó otro mayor, la maldita pandemia. Ahí se detiene y reflexiona: “No solo es una crisis sanitaria. Es de todo el sistema”. Iriarte, reputada periodista de ETB desde hace casi 30 años, reclama “un cambio radical en la forma de hacer política”. No es la única candidata que lo dice pero sí la más contundente a la hora de mostrar su consternación por la unión sin fisuras entre el PNV y el PSE “ya que ambos carecen de un proyecto alternativo a la crisis del sistema”. Conversadora frugal, Maddalen piensa en euskera antes de hablar en castellano. Y aunque pueda intimidar por la pasión que imprime a sus argumentos, posee una intensa simpatía y un hambre de saber insaciable. “El periodismo me ha permitido descubrir personas de todo tipo, de diferentes procedencias e ideologías y con problemas tan distintos que, al final, terminas desarrollando una empatía interesantísima”, sentencia.

Euskadi celebra unas elecciones cruciales sin haberse sacudido aún del impacto de la pandemia. ¿Ha cambiado algo en estos tres meses de confinamiento?

Efectivamente, hemos estado confinadas tres meses y aún se siguen produciendo brotes importantes como el de ahora en Ordizia. Ha sido mucho tiempo que me ha permitido reflexionar sobre nuestra posición en la vida y dar una vuelta a mi escala de valores. Nos creíamos invencibles, los dueños del planeta, pero ha resultado que no era así. Somos muy vulnerables. Y la naturaleza ha demostrado su enorme capacidad de regeneración. Venecia ya no parece Venecia. Todo esto nos debería obligar a pensar qué prioridades tenemos y qué mundo queremos. Nos enfrentamos a una crisis que no solo es sanitaria. También es económica y psicosocial. Cuando empezó parecía inimaginable, como de ciencia-ficción, pero aquí está.

¿Y qué prioridades han quedado cuestionadas para usted?

En mi entorno personal, el valor real del dinero. Tengo una anécdota preciosa con mi hijo pequeño que lo resume muy bien. Un día salimos a pasear durante una hora al inicio de la desescalada y me suelta: “Ama,  tú siempre has dicho que el dinero no es lo más importante y he visto que durante este tiempo había cinco euros encima de la mesa que no los ha cogido nadie porque no han hecho falta”. Para mí fue la revelación de cómo un niño de 13 años es capaz de poner en orden su escala de valores. Y de la misma manera que el confinamiento le ha servido para entender eso, a los demás también nos debería haber ayudado para analizar en qué estamos convirtiendo nuestras vidas y nuestro entorno.

Por el momento, no se perciben muchos cambios. El objetivo de la mayoría de los gobiernos es regresar cuanto antes al desarrollismo anterior a la pandemia.

Yo siempre dejo un resquicio para la esperanza aunque, es cierto, que si miro a mí alrededor no veo gente con la suficiente capacidad de liderazgo para enfrentarse a cuestiones trascendentales como es, por ejemplo, el cambio climático o la sanidad pública. No podemos robar la vida a nuestros hijos e hijas de esta manera. Tenemos la obligación moral de dejar un planeta mejor a las generaciones venideras. Ese es uno de los motivos que, en su día, me empujaron a sumarme al proyecto político de EH Bildu.

¿Cuál es la esencia de ese proyecto político?

El de poner en marcha políticas que permitan a todas las personas vivir mejor en un planeta, en un entorno, que es respetado. No me resigno a pensar que lograrlo es imposible.

¿Y lo cree posible si, como parece, se reedita en Euskadi el gobierno de coalición entre el PNV y el PSE?

No, porque ambos partidos carecen de legitimidad y no tienen un proyecto alternativo a la crisis del sistema. El vertedero de Zaldibar es la muestra de que su modelo está al servicio de intereses privados, de determinadas personas y empresas, que sólo piensan en enriquecerse. Y en este punto quiero recordar a dos personas, Joaquín Beltrán y Alfredo Sololuze que, desde el mes de febrero, están sepultadas bajo toneladas de basura en el vertedero de Zaldibar. Por esto digo que el pacto PNV-PSE carece de capacidad para liderar un cambio de modelo en este país. Lo han demostrado con unas políticas que nos están hipotecando a todos los ciudadanos para los próximos 30 años. No vale plantar un árbol y decir que ya somos verdes. No vale llegar a un acuerdo sobre la energía para reducir las emisiones de CO2 pero no invertir un solo euro. Porque esto sí va de dinero. Por eso le digo de manera contundente y muy convencida: este país necesita una transformación política radical.

El término radical invita a muchas interpretaciones en estos tiempos.

Lo sé. Todo aquello que molesta al poder se califica rápidamente de radical para darle un sentido negativo. Pues bien, lo repito de nuevo: necesitamos urgentemente cambios radicales en la manera de hacer y entender la política porque no existe otra forma de mejorar la vida de todas las personas.

En medio de esta crisis y en este sistema, ¿cree posible hacer cambios a corto plazo?

Claro que sí. Y, además, serán muy beneficiosos para la mayoría de las personas. Estamos en un momento en que cada día me importa menos lo que pida o deje de pedir Europa. El compromiso medioambiental más importante es el que tenemos que adquirir con nuestras hijas y nuestras nietas, que son quienes van a heredar este planeta.

Sin embargo, la leyenda política en Euskadi sigue siendo el PNV o el caos. Y la calle así parece percibirlo. ¿Hay alternativa?

Primero tendremos que votar el domingo pero la prueba de que se puede gobernar de otra forma diferente a la del PNV es el trabajo que estamos haciendo en ayuntamientos como el de Rentería, Oñati o Durango, donde se han presentado planes de gobierno con las aportaciones realizadas por los agentes sociales de las localidades, con los partidos políticos que han querido aportar ideas y con los vecinos. Yo no entiendo otra manera de hacer política que no sea con participación. Por lo tanto, no es el PNV o el caos. Mire cómo gestionan las residencias de personas mayores. Para mi es el PNV o algo mejor en cuanto a derechos y servicios públicos para este país. Yo, que trabajo cada día por una república vasca independiente y el derecho a decidir, creo que quien mejor puede articular ese cambio es EH Bildu.

Entonces, la política participativa ¿será su forma de gobernar si gana las elecciones?

Evidentemente existen unas directrices que ya están marcadas en función de los compromisos que he adquirido y también de mi propia ideología pero insisto en que no concibo la política como un ejercicio de ordeno y mando. Hay que cambiar esa manera de trabajar. Debemos salir a la calle para escuchar las preocupaciones de las personas a las que, muchas veces, no se hace ni caso. Mi aspiración es juntar a toda la inteligencia social que tenemos y construir con ella una alternativa que supere cualquier proyecto preestablecido, incluido el que yo misma he podido poner encima de la mesa al inicio de esta campaña. Creo que las decisiones que se toman de esa forma siempre son bien recibidas porque la ciudadanía se siente partícipe de la acción política.

Usted es periodista. ¿Considera que esa condición le aporta una visión distinta de la política?

Me aporta muchísimo. Durante casi 30 años ponía a diario en marcha el “horno” informativo en ETB para hacer un programa y esa experiencia me ha permitido descubrir personas de todo tipo, de diferentes procedencias e ideologías y con problemas tan distintos que, al final, terminas desarrollando una empatía interesantísima. Esa es una de mis diferencias con el resto de candidatos. Quien ha realizado una carrera política desde joven termina aislándose de las preocupaciones reales de toda esa gente que cada día se busca la vida como mejor puede. El valor más importante de todos esto es que he aprendido su lenguaje e intento trasladarlo a la política, demasiado acostumbrada a utilizar un idioma abstruso para no decir nada ni comprometerse con nada.

Esa experiencia también le permite conocer cómo funcionan los medios de comunicación. ¿Qué opinión tiene de ellos?

Antes de estar a este lado de la trinchera también tenía mi opinión sobre los medios de comunicación.

Pero ahora quizá los vea de otra manera

Yo siempre he concebido mi profesión como un dique al poder y, al mismo tiempo, como un puente para que la ciudadanía exprese sus problemas cotidianos. Ahora, indudablemente, son malos tiempos para el periodismo porque las grandes empresas lo han precarizado todo, con sueldos bajísimos. Ver esto es doloroso porque un periodista solo puede trabajar con honestidad si tiene la garantía de no perder su empleo por su ideología y por contar la verdad. Sin embargo, hoy están a expensas de lo que la empresa le impone. Conozco a profesionales que no están pasando ahora por su mejor momento pero en los que confío plenamente. Mikel Ayestaran resumió muy bien esta situación cuando dijo que ya no somos periodistas multimedia sino periodistas multimierda.

¿Cree que en Euskadi ejercen su función de crítica al poder o están un poco domesticados?

La prensa tiene maneras de distraer a la opinión pública sobre los problemas graves que existen. Y en ese sentido, los 40 años de poder del PNV en Euskadi han articulado una red de clientelismo bastante claro cuando esos mismos medios no eran tan dóciles con los casos de corrupción que ocurrían en España.

Volviendo a las elecciones vascas. ¿Están dispuestas a negociar un pacto de gobierno con el PSE y Elkarrekin Podemos?

Estamos dispuestas pero siempre y cuando el pacto se ciña a lo que hemos prometido a la ciudadanía durante esta campaña electoral. Los acuerdos se suscriben en base a contenidos. Y los nuestros son diez compromisos perfectamente asumibles para cualquier formación progresista que quiera mejorar la vida de las personas. Queremos acabar con la precariedad laboral, especialmente en la sanidad, tras años de recortes; con las inversiones inmorales en cemento que dilapidan recursos públicos que hoy necesitan otros sectores sociales básicos y con la privatización de servicios esenciales como las residencias o la gestión de los vertederos. El PNV sabe perfectamente que el Tren de Alta Velocidad que está construyendo es una chapuza colosal y que el cemento no se come por eso ha empezado a hacer recortes en educación. Es un hecho. Nuestra propuesta de transformación es absolutamente aceptable por otras fuerzas de izquierda pero no veo al PSE dispuesto porque ellos mismos se han descartado. Lo han dicho Idoia Mendia y Pedro Sánchez. El PSE se presenta con el PNV a estas elecciones porque tienen aseguradas consejerías, plazas y puestos de trabajo. Pero le diré una cosa: no sé si dirían lo mismo si EH Bildu ganara estas elecciones.

Urkullu ha ofrecido su “probada” capacidad de gestión frente a la inestabilidad de ese posible tripartito entre EH Bildu, Podemos  y el PSE. ¿No descarta un giro de los socialistas en el último momento?

Me pregunto qué entenderá Urkullu por inestabilidad. ¿Inestabilidad para quién? ¿Para los empresarios? Pues que pregunte a los jóvenes por la inestabilidad que les provoca no poder emanciparse, no poder alquilar una vivienda o tener tantas dificultades para empezar un proyecto de vida. Que pregunte a las personas que tienen que pagar miles de euros al mes por entrar en una residencia. O a quienes aguardan en listas de espera para ser atendidos en Osakidetza (Servicio vasco de Salud). ¿Qué hay más inestable que esto? En Euskadi hay más de 100.000 personas en riesgo de pobreza y otras 200.000 que no pueden hacer frente a un gasto imprevisto.  ¿Qué les decimos? Porque le recuerdo que muchas de ellas no quieren ni votar. A esta gente tenemos que darles respuestas desde las administraciones públicas.

Muchos sociólogos alertan que ahí es donde se encuentra el granero de votos de la ultraderecha.

Efectivamente. La izquierda tiene que dar respuesta a las necesidades de esa población. Y la forma de hacerlo es invirtiendo en servicios públicos de calidad, no en un tren de alta velocidad que no tiene viabilidad de conectarse a Europa hasta dentro de 20 años. Esta crisis también ha sacado a la luz el colapso del sistema de cuidados que se vive en Euskadi.  El modelo del PNV está agotado.

Hay quien asegura que en EH Bildu coexisten dos almas. Una es más proclive a llegar acuerdos con fuerzas progresistas; la otra se inclina por aproximarse al PNV para iniciar un procès a la vasca. ¿Qué opina?

Defendemos una república vasca independiente. A partir de ahí le diré que llevamos cuatro años tendiendo la mano a Elkarrekin Podemos y al PNV porque ambos dijeron en la anterior campaña que estaban de acuerdo con el derecho a decidir pero EH Bildu es la casa de todos los soberanistas que quieran cambiar el modelo económico actual. Somos una organización abierta que nunca renunciará a las políticas soberanistas y de izquierda.    

En el Congreso, han llegado a un acuerdo con el Gobierno para derogar la reforma laboral. ¿Cuánto ha cambiado EH Bildu en estos últimos años?    

Aunque alguien, del PNV, lo ha planteado, nosotros no concebimos como una competición el trabajo que hacemos en Madrid. Todo lo que sea bueno para los trabajadores y trabajadoras de este país y del Estado es bienvenido en EH Bildu. Y si logramos que el PSOE mantenga su palabra, algo difícil de conseguir, habremos conseguido una demanda largamente esperada por miles de trabajadores y trabajadoras que han hecho huelgas generales y que han sufrido todos los rigores de las dos últimas leyes laborales. Para nosotros será una victoria. En Madrid tenemos una triple misión: trabajar por los derechos de la gente, trabajar por la autodeterminación y el derecho a decidir de este país, y trabajar a favor de la paz y convivencia que también pasa porque los presos sean trasladados a cárceles de Euskal Herria y porque los presos de más de 70 años y los que han cumplido tres cuartas partes de sus condenas puedan empezar a salir a la calle.

Ese es un tema que sigue provocando duros enfrentamientos.

La impostura de la derecha española es absoluta, con numeritos semanales impresentables. Las idioteces no se deben hacer nunca en público. Y no quiero añadir más sobre este tema. Ya vale.

Zaldibar. El drama del vertedero salpica directamente a Iñaki Arriola, alcalde de Eibar durante 15 años y hoy consejero socialista de Medio Ambiente. ¿La gestión de este trágico suceso puede pasarle factura al PSE en una comarca donde siempre ha ganado?

Ya se verá pero la realidad es que su gestión ha sido lamentable. Hay dos personas desaparecidas desde el 6 de febrero y creo sinceramente que ese señor, Iñaki Arriola, debería haber dimitido hace tiempo. Tendría que haber tenido la honradez suficiente para decirnos a todos que el control de los vertederos es del Gobierno Vasco y que asumía el fracaso. Y lo que es peor: durante los días inmediatamente posteriores al derrumbe, varios operarios estuvieron trabajando sin protección alguna pese a saberse que allí había gran cantidad de residuos altamente peligrosos como el amianto. Lo de Zaldibar ha sido un desmadre pero es la consecuencia del modelo que PNV y PSE han impuesto para que empresas privadas hagan un negocio sin control público que les ha enriquecido de forma estratosférica. La gestión ha sido malísima pero no solo de Arriola. Quiero recordar que el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, dijo después del suceso que la calidad del aire en localidades como Eibar o Ermua, donde viven casi 40.000 personas, era buena cuando sabía perfectamente que le faltaban datos. Luego, cuando se descubrió la realidad y comenzaron los incendios, tuvieron que restringir la movilidad de la población por el riesgo tóxico. Todo ha sido un despropósito.

Usted ha criticado la falta de empatía de Urkullu en este suceso.

Es que no hizo ninguna declaración pública hasta varios días después cuando compareció para convocar las elecciones. Y lo hizo sin el más mínimo recordatorio hacia las dos personas que hoy siguen desaparecidas. Al contrario. Reaccionó de una forma abrupta y fuera de lugar cuando un periodista le cuestionó por la situación del vertedero. Hubo una falta de control absoluta.

En Euskadi, existe un movimiento ciudadano muy politizado y numeroso que exige responsabilidades por esta tragedia, incluso algún sindicato como ELA que aún conserva la caja de resistencia para sostener en el tiempo este tipo de conflictos. Sin embargo, la abstención en estas elecciones puede ser alta y el favorito indiscutible vuelve a ser el PNV. ¿No es extraño?

No es fácil de entender. Es algo que nos ocurre a todas las izquierdas. Somos tan críticas que tendemos a retirar la confianza a un partido cuando no colma nuestras expectativas en un momento concreto. A veces somos más implacables con los nuestros que con nuestros rivales potenciales. Por eso creo que es tan importante trasladar los valores que nos unen. Las siglas quizá ya no son suficientes.     

¿Mensajes como el de que “ya no existen ni izquierdas ni derechas” rebajan la intensidad de la política?  

Es la estrategia del PNV para difuminar sus objetivos porque las diferencias son bastante evidentes. Ellos hacen políticas de derechas, neoliberales, las que generan bolsas de pobreza y debilitan la cohesión social. Yo les aconsejo un retiro espiritual para que refresquen su cabeza y aprendan lo importante que es cuidar los derechos de todos los ciudadanos.

¿Quién es Maddalen Iriarte?

Una persona normal que está muy ilusionada por cambiar la realidad para que todos podamos vivir mejor. Soy muy resiliente e inconformista. Lucho por aquellas cosas en las que creo de corazón.

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https://ctxt.es/
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