Salas: "La salida de la economía cubana es descentralizar y liberalizar"

Carola Salas, economista. Fotografía: Ricard García Vilanova.
Patricia Simón
Entrevista a
Carola Salas, economista.

Carola Salas, economista y directora del Centro de Investigaciones Económicas Internacionales de la Universidad de La Habana, subraya el impacto de la crisis que atraviesa Venezuela en el colapso de la economía cubana.

Carola Salas nació en La Habana, completó sus estudios en distintos países, pero cuando llegó el momento de formar una familia volvió a Cuba. Nos recibe en su casa, adonde se trasladó su madre cuando esta enviudó. Su hijo, ingeniero de telecomunicaciones, reside en Estados Unidos y su hija completa sus estudios de periodismo en España.

Usted defiende, junto a otros economistas cubanos, la necesidad urgente de implantar reformas.

El problema es que las reformas están diseñadas, pero no se terminan de aplicar, y mucho menos con la celeridad que se debería. Se estima que sólo se han aplicado entre el 20 y el 30%. A menudo se justifica este retraso por el bloqueo, que es muy importante, pero es estructural, tiene más de 60 años, así que hay que asumirlo como parte de las reglas de juego. Las políticas tienen que burlar el bloqueo y hacer que nos afecte lo menos posible. El terreno más vulnerable es el manejo de las divisas porque al no poder utilizar el dólar, al Gobierno se le dificulta mucho poder operar internacionalmente.

¿Ha colapsado la economía cubana?

El Gobierno no tiene capacidad de compra externa porque no puede operar en dólares. Hace unas semanas, la Ministra Presidenta del Banco Central de Cuba, Marta Sabina Wilson, declaró: “Tenemos dólares en efectivo, pero no los podemos colocarlos en ningún canal financiero porque ningún banco los acepta”. Por eso,  se suspendió el uso interno de dólares.  A la vez, no tenemos turismo, no hay exportaciones, no se produce, hay una insuficiente generación de liquidez y hay que tener en cuenta la situación compleja de los principales socios comerciales, como Venezuela. La pandemia no provocó una crisis en la economía cubana, sino que ya era una economía en crisis.

¿Por qué no hay suficiente producción interna?

En la agricultura hay serios problemas de descapitalización, pero también una política históricamente mal diseñada con respecto a los productores, sobre todo, en términos de precios. El sector estatal tiene una relación desestimulante con el campesinado, que es quien le vende. No me gusta que digan que la dirección del país no sabe lo que hace. Sí saben porque son personas inteligentes y tienen expertos. Han mantenido muchas reuniones con la academia para resolver los problemas. Y la salida de la economía cubana es descentralizar y liberalizar, pero eso es lo que está siendo más complicado y más lento.  Por otra parte, tenemos poca ganadería porque hace mucha calor, hay regiones donde no hay agua ni pasto, ni dinero para importar abono, fertilizantes, pienso… La crisis viene de la mala operatoria de las políticas internas y de la escasísima capacidad financiera del país para importar.

Pero es que la gente no tiene ni huevos, ni arroz…

La gente no tiene nada. Hay una libreta de abastecimiento con la que se va todos los meses  a recoger una cuota de alimentos que es la mínima, la indispensable, y que a la mayoría de las personas no les alcanza. Con siete libras de arroz (unos tres kilos), en las familias en las que hay hombres y niños, no alcanza. Antes había una oferta paralela, pero ya ni eso porque no hay dinero para importar nada.

Pero la oferta paralela de la que habla, ese mercado negro que se convirtió en estructural, era una trampa que se hacía el propio sistema.

Claro. Y al desaparecer, se ha propiciado esta situación que se veía venir. La gente tiene muchas necesidades, no solo de alimentos, sino de vida. Uno analiza la situación de Cuba desde mi situación de clase media-baja, y observa que hay un segmento de la población que hizo dinero con pequeños negocios que les fueron prósperos, como quienes han invertido remesas que les enviaban en apartamentos para alquilar.

Si se aplican las reformas programadas desde hace una década, ¿el sistema sería viable?

Si esas medidas se instrumentan adecuadamente y somos capaces de acceder a mercados internacionales como el de la industria biofarmacéutica en la que somos vanguardia… Pero es un mercado muy transnacionalizado en el que resulta muy difícil entrar por el bloqueo. Bajo la Administración de Obama, Cuba logró grandes avances en el ámbito de la medicina y de la lucha contra el cáncer, incluso en colaboración con centros científicos norteamericanos de primer nivel. Pero después vino un retroceso muy grande con Trump que continúa ahora con Biden.

¿Por qué China no apoya más a Cuba?

China tiene una concepción de mercado muy clara según la que compras y pagas. Y Cuba tiene mala credibilidad financiera porque tiene una deuda muy importante. En 2015 se renegoció la deuda con el Club de París y entró dinero, pero volvimos a incumplir los compromisos de pago y así fue cómo volvimos a perder la capacidad de que nos prestasen dinero. Además somos un país que no tiene divisa, nadie acepta el pago de peso cubano. Es un escenario complicado que se podría resolver, internamente, por la vía de la agricultura y mediante la captación de financiamiento internacional vía inversión extranjera. Pero no entra como requerimos por el bloqueo y  por los riesgos que genera.

¿Cuándo empezó a crecer tanto la desigualdad en Cuba?

Se hizo muy evidente con el Período Especial en los años 90. Fue entonces cuando empezó a verse la diferencia del poder adquisitivo por cómo iban vestidos los niños o qué meriendas llevaban a la escuela.

Cuba ha sido el único país que ha tenido que reestructurar todas sus relaciones internacionales de manera radical dos veces en muy poco tiempo: en los 60, cuando se rompieron las relaciones con Estados Unidos, y en los 90 cuando cae el campo socialista. Más del 85 por ciento del comercio exterior cubano era con la URSS. Desde entonces, se han sucedido las crisis económicas y agravado la desigualdad, la escasez y la brecha de acceso entre ciudadanos, lo que ha provocado fisuras en el consenso político. No creo que sea mayoritario el porcentaje de cubanos en desacuerdo con el sistema político. En el conflicto social actual hay más de situación económica que política. La gente todavía está muy imbuida de ese sentimiento patrio, de soberanía, de independencia, pero quiere cambios para mejorar su calidad de vida.

Pero la mayoría de los hijos e hijas de la élite política e intelectual de este país ha emigrado a países capitalistas, a Europa y a Estados Unidos.

Creo que van buscando una serie de mejoras en la calidad de vida y acceso a recursos y acciones que aquí no tienen. También hay gente a la que no le ha ido bien y muchos que vuelven porque no logran  insertarse en el mercado laboral. Siempre digo que tienen que abrir este país para que la gente pueda entrar y salir. Se está logrando una política más abierta respecto a los migrantes, ya no son tan apátridas. Pero, como han demorado todos los procesos y no han obrado con la celeridad que los cambios urgían, hemos perdido a muchos jóvenes, sobre todo a los calificados.

¿Qué opinión tiene de las protestas del 11 de julio?

Una chispa mal usada porque las protestas son, básicamente, de naturaleza económica y social. Pero la usaron los políticos de fuera y el segmento más negativo de la migración cubana. Armaron una gran campaña internacional con muchas mentiras, manipulación y tergiversación. Esa campaña fue apagando algo que si hubiese sido bien manejado para que existiera una oposición interna bien estructurada… Porque son segmentos de la población que no son representativos de la mayoría. Para que se dé una situación revolucionaria tiene que haber condiciones objetivas y subjetivas. Y aquí hay condiciones objetivas, pero no subjetivas porque no hay liderazgo ni una oposición que se respete.  

Pero, tampoco dejan que haya una oposición política.

Hay líderes de la supuesta oposición con un discurso reaccionario y agresivo, figuras totalmente marginales. ¿A esa gente me tengo que asociar yo para el cambio? No. Tiene que haber un líder, un dirigente que sea capaz de aunar un proyecto con una línea de pensamiento. En Cuba hay una población mayoritariamente muy instruida y que tiene expectativas mucho mayores para el cambio. Porque la gente no quiere el capitalismo salvaje de Centroamérica. Tiene que haber un núcleo que sea capaz de levantar masas como hizo en su momento Fidel Castro. La dirección es muy importante para todos los procesos sociales. Y eso es lo que a mí me parece que falta en Cuba. Lanzar marginales a la calle podrá generar violencia, pero no generará cambio.

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