Gran Colombia, utopía integradora de la libertad de América

Simón Bolívar
Prensa Presidencial / Karelis González

A las orillas del río Orinoco, allá en Angostura, nacería la Gran Colombia 11 años antes del último suspiro del Libertador. Ese 17 de diciembre se materializaba el sueño que había perseguido desde el inicio de su carrera militar: crear una gran nación y una identidad común que garantizara la emancipación de América del Sur.

Era la unificación de una ilusión compartida con Francisco de Miranda, quien comprendía la integración hispanoamericana como un elemento inseparable de la independencia de las colonias españolas. El Generalísimo idealizaba a Colombia como el territorio que se extendería desde las márgenes del río Misisipi hasta la Tierra del Fuego. Sin embargo, no llegó a concretarse.

Ya en 1810, desde la Junta Suprema de Caracas, instalada después de los sucesos del 19 de abril, se abogaba por la alianza entre la Nueva Granada y Venezuela. Simón Bolívar era su más apasionado defensor, puesto que sabía que «divididos seremos más débiles, menos respetados por los enemigos».

En las líneas que dirigiera al general Santiago Mariño, el 16 de diciembre de 1813, exponía que «Venezuela unida con la Nueva Granada podría formar una nación que inspire a las otras la decorosa consideración que le es debida. Nuestra seguridad y la reputación del nuevo gobierno independiente nos impone el deber de hacer un cuerpo de nación con la Nueva Granada», citado en el artículo La Gran Colombia de Mario Briceño Perozo y Manuel Pérez Vila.

Dos años más tarde, concluiría que la independencia definitiva pasaría por la derrota de los españoles para impedir la reconquista. Es en la Carta de Jamaica, remitida al comerciante Henry Cullen, donde ratificaría su deseo de «ver formar en América Latina la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria».

El 6 de septiembre de 1815, el Libertador «apunta su ideal unificador y su clara comprensión del valor político y económico de los grandes espacios, pero se descubren también los temores que le asaltan al presentir las tremendas resistencias que le va a ser preciso vencer para oponerse a la definitiva fragmentación de la América española», puntualiza el texto Bolivarianismo y Monroísmo, rubricado por Indalecio Liévano Aguirre.

Dijo Bolívar que «era una idea grandiosa pretender formar de todo este mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene su origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente tener un solo gobierno que confederase los diversos Estados que hayan de formarse; más no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos o caracteres desemejantes dividen la América», recoge el libro Cartas del Libertador, compilado por Vicente Lecuna.

Fue en 1819, cuando llegó «el tiempo de dar una base fija y eterna a nuestra República», afirmó Simón Bolívar de acuerdo a la edición N°47 del Correo del Orinoco del 18 de diciembre. Es así como la unión de Nueva Granada y Venezuela condujo a la fundación de la República de Colombia, oficializada en la Ley Fundamental sancionada por el Congreso de Angostura.

«El pueblo de la Nueva Granada se ha mostrado digno de ser libre. Sí, la unánime determinación de morir libres y de no vivir esclavos ha dado a la Nueva Granada un derecho a nuestra admiración y respeto. Su anhelo por la reunión de sus provincias a las provincias de Venezuela es también unánime, los granadinos están íntimamente penetrados de la inmensa ventaja que resulta a uno y otro pueblo la creación de una nueva República, compuesta por estas dos naciones», argumentó Bolívar en su discurso ante el Congreso de Angostura, pronunciado el 12 de diciembre.

La Ley Fundamental sentó la base política de la campaña de liberación, acción que permitía «demostrar al mundo libre la firmeza de la causa revolucionaria», agrega el ensayo La unión de naciones como garantía de la libertad suramericana. 200 años de la Ley Fundamental de Colombia 1819-2019, del historiador Jonathan Montilla.

El primer paso para la construcción de la Patria Grande se daba con la proclamación: «¡Viva la República de Colombia!», pronunciada por el presidente del Congreso de Angostura, Francisco Antonio Zea.

Así comenzaba a configurarse una nueva entidad geopolítica que se dividiría en los departamentos de Venezuela, Quito y Cundinamarca. En 1821, Panamá se adheriría a la Gran Colombia, decisión soberana expresada en su Acta de Independencia.

En su condición de Presidente de la República, Bolívar destacaría en una misiva dirigida al coronel panameño José de Fábrega que «es el monumento más glorioso que puede ofrecer a la historia ninguna provincia americana».

Durante el Congreso de Villa del Rosario de Cúcuta, instalado en mayo de 1821, se expidió la Constitución de la Gran Colombia, además se le permitió al Libertador proseguir la lucha independentista a través de la Campaña del Sur, que se extendió hasta 1826 y selló la liberación de Ecuador, Perú y Bolivia.

Antes de la Gran Colombia, batallando de manera independiente, solo se había emancipado el oriente de Venezuela y el norte de la Nueva Granada.

En ausencia de Simón Bolívar, sería el vicepresidente Francisco de Paula Santander, quien regiría el destino de Colombia desde Bogotá. El traslado de la sede de gobierno «había despertado en ciertos sectores del centro-occidente de Venezuela un sentimiento de frustración», señalan Mario Briceño Perozo y Manuel Pérez Vila.

A la unidad la amenazaba la tensión política entre centralistas y federalistas, situación que terminó propiciando movimientos separatistas como La Cosiata en 1826, promovida por el general José Antonio Páez.

A ello se sumaron las discrepancias entre Bolívar y Santander, evidenciadas durante la Convención de Ocaña de 1828 que pretendía reformar la denominada Constitución de Cúcuta. Esta reunión terminó con los bolivarianos respaldando el mando absoluto del Libertador, quien gobernó desde agosto en un intento por preservar la unidad.

Un año más tarde, en noviembre de 1829, Venezuela anunciaba su separación. En 1830, Bolívar renunciaba a su cargo ante el Congreso Admirable, convocado a finales de enero para solucionar la crisis institucional que atravesaba la Gran Colombia.

«Hoy he dejado de mandaros. 20 años ha que os sirvo en calidad de soldado y magistrado. En este largo período hemos conquistado la Patria, libertado tres Repúblicas, conjurado muchas guerras civiles y cuatro veces he devuelto al pueblo su omnipotencia, reuniendo espontáneamente cuatro Congresos Constituyentes. A vuestras virtudes, valor y patriotismo se deben estos servicios; a mí la gloria de haberlos dirigido (…) Temiendo que se me considere como un obstáculo para asentar la República sobre la verdadera base de su felicidad, yo mismo me he precipitado de la Alta Magistratura a que vuestra bondad me había elevado», aseveró el Libertador el 27 de abril.

La Gran Colombia murió con el Libertador, siendo jurídicamente derogada en 1831 a pesar de los esfuerzos del general Rafael Urdaneta por restablecer la integración.

«No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión: los pueblos obedeciendo al actual Gobierno para liberarles de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada para defender las garantías sociales. ¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro», sentenció Bolívar en su última proclama emitida el 10 de diciembre de 1830.

De regreso a la Patria Grande

Había transcurrido más de un siglo desde la disolución del sueño bolivariano, cuando Hugo Chávez configuró un esquema unitario sobre la base de la solidaridad, el respeto mutuo y la complementariedad para contrarrestar la hegemonía imperial.

De vocación latinoamericanista, Chávez aseguraba que la unidad de América Latina y el Caribe era clave para la salvación de los pueblos, razón por la cual impulsó la construcción de un mundo multicéntrico y pluripolar mediante nuevos mecanismos de cooperación política.

«El futuro de un mundo multipolar en paz reside en la articulación de los pueblos mayoritarios del planeta para defendernos del nuevo colonialismo y alcanzar el equilibrio del universo que neutralice al imperialismo y a la arrogancia», subrayó en una carta remitida a la 66° Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2011.

De ahí resultarían la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) en 2004, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en 2008 y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en 2010.

En búsqueda de «un modelo que nos integre de verdad», bajo la dirección diplomática de Nicolás Maduro, también se concretarían Petrocaribe en 2005 y el Banco del Sur en 2007, así como la adhesión de Venezuela al Mercado Común del Sur (Mercosur) en 2006.

Del pensamiento de Hugo Chávez y Fidel Castro, inicia operaciones la plataforma informativa TeleSUR en 2005 con la misión de convertirse «en la voz de los sin voz», recalcaría el líder boliviano Evo Morales.

La unión latinoamericana es un objetivo de la Revolución Bolivariana, quedando plasmada en el Preámbulo de la Carta Magna en aras de «promover la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolidar la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos».

A 201 años de la fundación de la Gran Colombia, como expresara el presidente de la República, Nicolás Maduro, la unificación latinoamericana «sigue marcando el único camino para garantizar la libertad y soberanía de los pueblos».

Fuente
http://www.minci.gob.ve
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