Masacre de Cantaura: la cara represiva e impune del puntofijismo

Movilización que demandó justicia por los hechos de Cantaura
María Laura Cano/Alba TV

Algunos suelen pensar, por desconocimiento o manipulación historiográfica, que los crímenes de lesa humanidad cometidos contra estudiantes, militantes, campesinos y pueblo en general en Venezuela sólo sucedieron en las dictaduras de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Sin embargo, al repasar todo el periodo cuartorrepublicano, hallamos un sinnúmero de historias y hechos de persecución, asesinatos selectivos y represiones por parte de cuerpos de seguridad del Estado que, bajo órdenes del alto gobierno, se ensañaron hacia cualquier ápice de protesta popular, disidencias y luchas revolucionarias.

A finales de los setenta y comienzos de los años ochenta, mientras se imponía cuanto plan nacional económico (negociaciones con el FMI), en nuestro país se agudizaban escenarios de crisis económicas y sociales, traduciéndose en más pobreza, miseria y demandas populares. En este contexto, dirigentes del puntofijismo siempre intentaron frenar las denuncias y protestas mediante acciones criminales, que no quisiéramos mencionar pero la impunidad de los hechos nos obliga a escribirlas y rememorarlas.

Nos referimos al 4 de octubre de 1982. Hace ya 38 años que, durante el gobierno de Luis Herrera Campins, sucedió uno de los acontecimientos más atroces de nuestra historia reciente: La Masacre de Cantaura, en la que torturaron y asesinaron a 23 jóvenes revolucionarios y revolucionarias del Frente Guerrillero Américo Silva (FAS).

Esta matanza fue dirigida por Henry López Sisco, comisario de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip) e integrantes del Ejército y la Guardia Nacional, quienes fueron los autores materiales de la arremetida violenta en el campamento guerrillero integrado por 40 combatientes.

Los aviones Bronco y Camberra de la Aviación Militar y helicópteros UH1H bombardearon al FAS con más de 17 bombas, además del conocido despliegue y cerco por parte de 1.500 efectivos de seguridad.

Entre lxs caídxs, únicamente del bando revolucionario, hubo 17 hombres y 6 mujeres, todos y todas pertenecientes a movimientos estudiantiles, obreros y campesinos de la época.

Debido a la premeditación de la acción, la desproporción de las fuerzas empleadas y la ejecución de heridxs hechos prisionerxs, organismos de defensa de derechos humanos y actores políticos de izquierda no se cansan de denunciar que en Cantaura se cometió una masacre, la cual debe ser calificada como Crimen de Guerra o Crimen de Lesa Humanidad.

Por parte del gobierno de Herrera Campins, a lo que él mismo calificó de “encuentro armado”, sólo nos quedó el sabor amargo de estigmatizaciones, desamparo a las víctimas, encubrimiento y complicidad dentro del Sistema de Justicia.

Sin embargo, veintisiete años después, en el 2009, el Ministerio Público retomó el caso de la Masacre de Cantaura, designando al Fiscal 39, Johnny Méndez con competencia nacional y 5 fiscales regionales. En las acciones acometidas por la Fiscalía, en el año 2011 se realizaron las exhumaciones pertinentes a 18 cadáveres, demostrando que los cuerpos tenían signos de tortura y tiros en sus cráneos.

Asimismo, en agosto de 2013 fue solicitado en carácter de imputado el Teniente Coronel del Ejército, Ismael Antonio Guzmán, quien comandaba el Batallón de Cazadores “Coronel Vicente Campo Elías N° 63”. También solicitaron a Remberto Uzcátegui Bruzual, exdirector de la extinta Disip y José Domínguez Yépez, exdirector de inteligencia de dicha institución.

Hasta la fecha, nadie ha sido condenado a pena por la Masacre de Cantaura, hecho emblemático que expresó, una vez más, la violación sistemática de los derechos humanos en la década de los 80.

Aquel 4 de octubre del 82 dio inicio a otras masacres, no menos importantes, que poco tiempo después se llevaron a cabo en Yumare, El Amparo y el 27 de febrero de 1989, con el Caracazo. Todas estas en el seno de un sistema político (auto) nombrado como democrático. Hablamos de un episodio cruento que sin dudas aceleró el despertar heroico de la Revolución Bolivariana y su defensa por la justicia social.

Fuente
http://www.albatv.org
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