La deuda pendiente del PSOE con las víctimas del GAL

 Tumba de Lasa y Zabala, primeros asesinados por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL).
Oskar Bañuelos

Ya no basta solo con calificar de inaceptables las declaraciones de Barrionuevo o con condenar los asesinatos. El PSOE tiene que dar un paso más y reconocer la responsabilidad del partido y de sus dirigentes de los años 80.

Las declaraciones del exministro de Interior José Barrionuevo han vuelto a poner el foco en el terrorismo de estado y, más concretamente, en el GAL. Porque antes hubo otros, como ATE, el Batallón Vasco Español… El GAL asesinó a 27 personas, la mayoría en Iparralde, entre los años 1982-1987; algunas de estas personas estaban vinculadas a la izquierda abertzale y otras no tenían nada que ver con ETA. De eso, de las víctimas colaterales, también habla sin asomo de arrepentimiento el exministro. El fin justifica los medios. El aparato del Estado al servicio de la guerra (sucia) contra ETA.

Barrionuevo se jactaba el domingo en una entrevista en El País de haber ordenado la liberación de Segundo Marey. Se supone, y así lo entendió la Audiencia Nacional, que también tenía la autoridad para haber ordenado su secuestro. Una acción por la que fue condenado a 10 años de cárcel, de los que sólo cumplió tres meses. Tres meses. En la puerta de la cárcel de Guadalajara su PSOE, con el secretario general, Felipe González, a la cabeza, le despidieron a él y a Rafael Vera, como héroes. Héroes del partido y de España. El indulto, según reconoce también Barrionuevo con un punto de chulería y de prepotencia, lo habló con el entonces ministro de Interior, Mariano Rajoy. José María Aznar lo firmó. Lo comido por lo servido. Hoy por ti y mañana por mí.

En la década de los ochenta del siglo pasado las paredes de las calles de Euskal Herria se llenaron de una acusación: “PSOE-GAL, berdin da” (PSOE es igual a GAL). El PSOE lo negaba una y otra vez. Una década negando cualquier relación con la guerra sucia y el terrorismo de Estado. Ni por acción ni por omisión. Que los GAL nacieran coincidiendo con la victoria electoral de Felipe González era sólo casualidad y que sus acciones terroristas se extendiesen a lo largo de sus dos primeros gobiernos hasta que Francia dejó de ser tierra de asilo, también era casual. Hasta entonces, un manto de silencio. Acusaciones sin fundamento de los filoetarras de Herri Batasuna y del periódico Egin y de otras, escasas, publicaciones en el Estado. Galosos detenidos, pocos. Impunidad y silencio.

Cuando en marzo de 1995 se descubren en el depósito del cementerio de Alicante los cadáveres de Josean Lasa y Joxi Zabala, el terrorismo del GAL vuelve a salir a la luz entre paladas de cal viva. Y entonces el PP, que hasta entonces había participado de la omertá del terrorismo de Estado, decide que puede ser un buen ariete para ahondar en el “Váyase señor González”. Juicios (pocos), condenados (menos) e indultos (los que fueron necesarios). Barrionuevo, incluso se queja amargamente de que el comisario José Amedo no hubiese sido indultado. “Felipe no se atrevió”. Dice quejoso.

“¿Organizó usted los GAL?” le preguntó el periodista Iñaki Gabilondo en TVE en enero de 1995 a Felipe González. Respuesta: “Jamás se me hubiera ocurrido. Yo soy un demócrata de toda la vida, convencido de que sólo se pueden utilizar instrumentos democráticos para luchar contra el crimen”. Punto final. La ‘X’ de los GAL, de la que hablaba el juez Baltasar Garzón en sus autos, seguía (sigue) sin despejarse oficialmente. A partir de ahí el PSOE ha cerrado filas, aunque ese cierre en falso, sin reconocimiento de responsabilidad, haya humillado una y otra vez a las víctimas del terrorismo de Estado, hasta convertirlas en víctimas de segunda ¿Justicia? El terrorismo de estado prescribe en la Audiencia Nacional, pero no políticamente.

La actitud del PSOE durante estos años ha sido la de enterrar los GAL y si se habla de él, que lo hagan los historiadores. El pasado es el mejor recurso para blanquear el presente. Cuando en junio de 2020 los desclasificados papeles de la CIA apuntaban a Felipe González como la ‘X’, el partido cerró filas. Cuando la nueva Ley de Memoria Democrática posibilita alargar la investigación de las acciones de guerra sucia hasta 1983, la vieja (y alguna no tan vieja) guardia del socialismo español, apoyado por la vieja guardia de la derecha (y alguna no tan vieja), pone el grito en el cielo. “No aceptamos que se considere como periodo sospechoso hasta diciembre de 1983”… hasta el GAL.

Para las víctimas de la guerra sucia “las siglas del PSOE están manchadas por el GAL”. Ya no basta solo con calificar de inaceptables las declaraciones de Barrionuevo o con condenar los asesinatos. Que eso va de serie. El PSOE tiene que dar un paso más y reconocer la responsabilidad del partido y de sus dirigentes de los años 80 en el terrorismo de estado.

“Es evidente que el PSOE de hoy no es el del GAL, decir lo contrario sería injusto y una gran mentira; pero sí que tiene una asignatura pendiente con las víctimas y con la sociedad vasca: reconocer como partido su responsabilidad en el terrorismo de Estado. Y eso lo tiene que hacer Pedro Sánchez y Eneko Andueza, en Euskadi. Han tenido oportunidades durante estos 40 años y no han dado ese paso. Está en sus manos y creo que, si lo hicieran, les honraría”. Quien así se expresa es Maider Garcia Martín, hija de Juan Carlos García Goena, un joven insumiso que fue el último asesinado por los GAL en Hendaia en 1987.

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https://www.elsaltodiario.com
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