El mundo le dice adiós al "proyecto Guaidó"

Maduro y Macron
Ernesto Cazal

Cada vez son más evidentes los signos de que los tiempos políticos en Venezuela están cambiando. La voluntad de la administración de Joe Biden de llegar a acuerdos bilaterales con el gobierno de Nicolás Maduro es quizás el de mayor escándalo, si bien en los años anteriores se vino conjugando una sucesión de acontecimientos que dieron cabida a este momento.

Que Washington se vea obligado a sentarse en la misma mesa que el gobierno chavista para lograr una negociación en términos diplomáticos y energéticos nos dice mucho sobre la política nacional, sobre la tectónica en movimiento y los terremotos que ocasiona a lo largo de los grupos de poder en nuestro país, siendo la bendición de Estados Unidos uno de los objetivos más codiciados de ciertos sectores de la oposición venezolana.

Esa voluntad estadounidense de querer acercarse a uno de los objetivos de guerra más demonizados últimamente ha trastocado el sistema de privilegios que un grupúsculo criminal con nombre de partido político ha intentado mantener desde 2019, con el inicio del "proyecto Guaidó".

Se trata de Voluntad Popular (VP), una "organización criminal con fines terroristas" (Tarek W. Saab dixit) que ha aprovechado su condición de interlocutor directo con la Casa Blanca para usurpar funciones del estado venezolano en otros países y así llenarse las arcas propias con tesoro público. Las pruebas son contundentes, si nada más nos referimos a los intentos de VP por capturar el oro en el Banco de Inglaterra.

El periodista británico John McEvoy demostró en julio pasado que la junta ad hoc del Banco Central de Venezuela (BCV, de la secta Guaidó) había estado usando millones de dólares, originalmente saqueados por el gobierno estadounidense, "para financiar su difunto gobierno paralelo" y a sí mismos. Según los datos de junio, habían rapiñado de las cuentas congeladas al estado venezolano unos 148 millones de dólares.

Si bien el latrocinio y el terrorismo han sido las marcas de fábrica de VP, hasta hace poco no se le veía al partido de Leopoldo López tan cerca de la nulidad política como ahora. Y eso ya es mucho decir.

Con el cambio de estrategia de Washington respecto a Venezuela, también se reproduce un cambio en sus relaciones con los factores disruptivos de la política venezolana. Entre ellos está VP, con las señas claras de que no será un participante fundamental en los nuevos escenarios políticos que se están experimentando en el país, y en general a nivel global.

Su comportamiento errático frente a las reglas de juego político fundamentales lo ha aislado hasta el punto de que su proyecto más condicioso, cuyo rostro protagoniza Juan Guaidó, ya no es sostenible para los factores internacionales que lo apoyaron desde el principio.

La recomposición de las relaciones de Venezuela con otros países del mundo expresa claramente que la búsqueda del "cambio de régimen" al estilo VP ya no es una vía propicia debido a las actuales circunstancias políticas y económicas a escala mundial. Antes de su fallecimiento, la reina Isabel II había tratado al gobierno chavista como legítimo mediante cartas diplomáticas y el gobierno británico había entregado credenciales a diplomáticos venezolanos. Noruega también reconoce a Maduro como presidente. Son ejemplos de que dentro y fuera de la Unión Europea (UE) el consenso de que una entidad liderada por Leopoldo López estaba "encargada" del gobierno venezolano se ha roto, y las cenizas se las está llevando el viento.

La prueba definitiva podría confirmarse este próximo enero de 2023, si creemos lo que dice la anglomedia generalmente falsaria: "Estados Unidos planea quitarle el reconocimiento de presidente interino [a Juan Guaidó] en enero, cuando comience un nuevo periodo de sesiones legislativas", supuestamente dijo una fuente de la Casa Blanca a CNN; por otro lado, una supuesta fuente del G4, recoge el Financial Times, afirmó que en el proceso de reconfiguración de oposición no está contemplado el "liderazgo" de los peones de VP.

La fecha de vencimiento pareciera ser lo de menos, cuando de facto terminar el "gobierno encargado" significa reconocer a Nicolás Maduro como presidente constitucional de Venezuela, algo que ya Washington había hecho cuando envió a delegados diplomáticos a reunirse en el Palacios de Miraflores para establecer acuerdos energéticos.

Al coro de Estados Unidos y Reino Unido, las dos cabezas anglófonas de la OTAN, se le une Francia. Emmanuel Macron trató a Maduro de presidente y se comprometió a restablecer las relaciones bilaterales durante un breve encuentro en la COP 27, celebrado en Egipto. En junio pasado el presidente venezolano había declarado que "Venezuela está lista para recibir a todas las empresas francesas que quieran venir a producir petróleo y gas para el mercado europeo, para el mercado mundial. Bienvenidos, estamos y preparados".

No en balde el gobierno francés, liderado por un Rothschild enfant, había pedido también la reinserción de Irán y Venezuela al mercado energético europeo, y hace pocos días el mismo Macron manifestó que las partes negociadoras del gobierno y la oposición venezolanos (Jorge Rodríguez y Gerardo Blyde respectivamente) se reuniesen en el marco del Foro de París por la Paz, la próxima semana. Francia está recogiendo los platos rotos de Estados Unidos y tratando de lavarle el rostro al pasado reciente, cuando se sonreía para la foto y el saludo junto a los líderes golpistas de VP.

Ahora, resulta que el partido de Leopoldo López no era más que una contratista de Washington para el "cambio de régimen". No pudo mantener las pautas de su contrato, y por lo tanto el gobierno estadounidense no le brindará otra oportunidad. El juego cambió, y por lo tanto deben hacerlo los jugadores que perdieron la partida.

Lo más probable es que todo concluya en el fin de Voluntad Popular como el niño consentido de Washington, hacia un escenario donde ya no tendrá ninguna influencia preponderante en la República Bolivariana, y pasemos a una nueva fase de las relaciones del mundo atlantista con Venezuela. De esta manera, el mundo le dice adiós a un proyecto que se valía mucho más de la ficción institucional que de la realidad política.

Pero hay mentiras que matan y roban.

Fuente
https://misionverdad.com
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