¿Y ahora, qué? El covid-19 como asalto a la razón

Coronavirus
Iñaki Gil de San Vicente

1.PRESENTACION

2.MARX, GRAMSCI Y W. REICH

3.G. LUKACS Y LA SINRAZON

4.PATOLOGIA DE LA OBEDIENCIA

5.TERROR DURO Y TERROR BLANDO

6.VEINTE PROPUESTAS A DEBATE

PATXI RUIZ-i eskainia (1)

 

1.- PRESENTACION:

A comienzos de febrero me pidieron mi opinión sobre los cambios acaecidos en Euskal Herria en la última década. Dije que sí, naturalmente, pero avisé que tardaría un tiempo porque la situación se estaba complejizando rápidamente y era necesario ver si las diversas crisis ya existentes entonces daban un salto cualitativo a otra crisis superior: Aumentaba la agresividad yanqui y la resistencia de los pueblos contra ella. El capitalismo mundial se acercaba a la recesión que podía anunciar una depresión. Los datos de la crisis socioecológica empeoraban día a día. Los Estados español y francés tenían cada vez más dificultades pese a arreglos puntuales. En Euskal Herria, por el lado de la realidad, aumentaban los grupos que se reivindican de la izquierda abertzale, y la lucha de clases avanzaba con múltiples ejemplos que no podemos resumir aquí; y por el lado de la «normalización social», se intensificaba el acercamiento entre el reformismo abertzale y la socialdemocracia estatal.

De repente se produjo lo que ya se venía anunciando con reiterada insistencia: el impacto de un proceso «exterior», el coronavirus, sobre un sistema muy debilitado en su «interior», dentro de la totalidad socionatural. En muy poco tiempo volvió a confirmarse la incapacidad burguesa para responder a catástrofes súbitas, fracaso tanto más estrepitoso cuanto que existían muchas advertencias de que podría producirse de manera inminente, y de que el capitalismo estaba tan podrido que apenas resistiría golpes contundentes a no ser que fuera girando rápidamente al autoritarismo más reaccionario basado en la represión reforzada por una pasividad obediente irracional.

La primera cuestión que se debía aclarar era, por tanto, la del poder (2) y la de la crisis (3), es decir, la de esclarecer cómo las facciones más poderosas del capital utilizarían el Covid-19 como arma para salvarse ellas descargando la muerte sobre la humanidad y debilitando a las burguesías competidoras, y de ahí el texto del 25 de marzo centrado en el poder. Y la segunda cuestión era, es, la de analizar y prevenir la ola de irracionalismo que se expande impulsada por dos fuerzas: una, la planificada provocación por los aparatos estatales, extra y para estatales, por la industria político-mediática, por grupos de extrema derecha y por las iglesias cristianas, etc.; y otra, la relativa fuerza autónoma que tiene el irracionalismo anclado en lo más profundo del inconsciente, autonomía siempre sujeta en última instancia a la dialéctica de las contradicciones sociales y de la lucha de clases en suma, pero que nunca debemos despreciar porque, como se verá, se convierte en una terrible fuerza opresora en manos de la reacción.

En lo que respecta a la segunda parte, a esta, el irracionalismo rebrota y crece en la medida en que las contradicciones que impulsan la aceleración del tiempo histórico han dado forma a un explosivo coctel de represión, miseria y fascismo (4), coctel que no puede ser interpretado ni por la parte democraticista abstracta de la ideología burguesa, ni tampoco por la más abiertamente reaccionaria porque esa ideología, en cuanto falsa conciencia, está incapacitada estructuralmente (5) para ello. Incluso la propia ciencia médica no imaginaba lo que se le venía encima (6), y lo que es cualitativamente peor ya que atenta al principio de precaución supeditando la vida al capital: la poderosa farmaindustria se negó a investigar la prevención de posibles pandemias (7).

Por esto, el componente irracional de la ideología burguesa ha tenido tanta facilidad para recurrir a los irracionalismos surgidos en pasadas crisis, buscando en ellos el modelo para la presente. La aceleración del tiempo histórico es un indicio característico de la velocidad creciente de formación de una crisis estructural, sistémica. Tal aceleración se incrementa en la medida en que esa crisis se refuerza con nuevas contradicciones que han emergido de golpe aunque llevaran un tiempo gestándose. Entonces, el imperialismo (8) opta decididamente por la sinrazón de la fuerza bruta.

La ideología burguesa en su forma «democrática», está sorprendida y superada, desbordada, por una situación que aparece como un caos sin leyes internas, aunque existan de hecho. Semejante abismo inquietante entre apariencia y realidad, refuerza el irracionalismo genérico con nuevas formas concretas impulsadas por las facciones más poderosas del capital, mientras que otras facciones menores y el reformismo pretenden reavivar viejas creencias e ilusiones que fracasaron ya en su tiempo, como los diversos neo keynesianismos, filantropismos (9) y alivios bienintencionados de la deuda (10), por no hablar sobre la infinidad de propuestas de un «nuevo contrato social». Pero la esperanza roja radica en que, bajo estas gigantescas presiones tectónicas, pueda acelerarse la aparición de una izquierda revolucionaria que materialice en el presente aquella máxima de Lenin según la cual debemos ser tan radicales como radicales son las contradicciones del capital.

En efecto, si algo llama la atención de la última década en la izquierda abertzale es la forma particular y singular en la que vuelve a repetirse la experiencia universal de las contradicciones nuevas generadas por las crisis. En diez años, la izquierda abertzale primero se rompió en su misma identidad, en su razón de ser; luego sufrió un tremendo bajón en su combatividad mientras que simultáneamente el reformismo se cimentaba; después se han empezado a recuperar diversas bases militantes a la vez que surgían nuevos grupos de izquierda; y ahora, la mayoría de estos grupos revolucionarios desarrollan una visión estratégica contra el actual capitalismo y, gradualmente, esa mayoría va comprendiendo la necesidad de un acercamiento siempre vivido pensado dentro de la creciente lucha de liberación nacional de clase reiniciada desde al menos comienzos de 2018. Quien desee una explicación más detallada de la situación vasca de hace diecisiete meses, casi de ayer, la encontrará aquí (11).

Dando por supuesto que se haya leído (¿?) la entrevista, debemos añadir que lo más importante acaecido en este año y medio transcurrido ha sido, en síntesis, la agudización lenta pero imparable del choque entre la razón y la sinrazón en dos fases: la primera, hasta finales del 2019; y la segunda con un súbito relanzamiento planificado del irracionalismo sociopolítico desde que los tres partidos de la derecha y extrema derecha –C’s, PP y Vox–, con el apoyo absoluto de organizaciones llamadas «sociales» y «civiles» de ideología frecuentemente tridentina, nacional-católica, fascista (12). De entre las características de este irracionalismo en ascenso planificado una de ellas es el llamado a la «libertad individual» que ya en 2007 Aznar, líder de la derecha-derecha, reivindicó nada menos que con la libertad de beber todo el alcohol que se quisiera antes de conducir un vehículo.

En 2018 D. Bernabé había constatado que «Existe un fascismo subyacente en la sociedad neoliberal que plantea los problemas sociales como una simple suma de malas decisiones individuales» (13): se trata de anular el antagonismo capital-trabajo y de reforzar el nacionalismo imperialista, troceando la realidad hasta tal punto que la atomización absoluta impida la lucha común. Entonces los grupos fascistas se atreven a atacar al pueblo porque creen que no resistirá, cosa que intentaron en la primavera de 2019 en varios sitios de Euskal Herria sufriendo una tremenda derrota (14), pero ahora vuelven a la carga.

El asalto a las calles y a la razón que en las últimas semanas está realizando la extrema derecha española, mostrando orgullosamente su «libertad» de infectarse con el Covid-19, nos remite en directo a la irracionalidad del capital. Lo mismo ocurre con la burguesía vascongada cuando hace que su partido más representativo, el PNV, se comporte como un obseso (15) del dinero al imponer la rápida vuelta a la explotación laboral, al adoctrinamiento escolar y el adelanto de las elecciones autonómicas al mes de julio sin existir garantía de seguridad sanitaria, ocultando datos sobre la mayor represión en los barrios obreros que en los burgueses (16): en el fondo es la misma irracionalidad de Trump (17) cuando obliga al proletariado a escoger entre coronavirus o hambre para que no se hunda la bolsa de valores.

La importancia de explicar un poco porqué y cómo las cadenas irracionales impiden la praxis de las clases explotadas, radica precisamente en que, aun habiendo una recuperación de la lucha de clases, sin embargo y por el lado humano, permanecen pasivas amplias franjas explotadas, y por el lado irracional, se recompone su expresión social: el fascismo. Sigamos un poco este proceso porque necesitamos una mínima perspectiva histórica. En 2003, en plena euforia imperialista, Jappe escribió que:

«La crítica del fetichismo de la mercancía exige la superación de todas las formas fetichistas, y en consecuencia también de la forma fetichista del sujeto que no puede imaginar que “el vender y el comprar jamás tendrán fin”. Hay que romper también en el plano personal, por todos los valores impuestos por la sociedad mercantil, las exigencias creadas por el dinero, la valoración del trabajo, la dicha prometida por la mercancía y el culto al éxito y a la eficacia» (18).

La izquierda debía enfrentarse al fetichismo de la mercancía incluso en los años de auge aparente porque ahí, en el fetichismo, se escondía el nudo gordiano del antagonismo entre la libertad y la irracionalidad, como veremos. Jappe pertenecía a ese reducido grupito que, contra la aparente «realidad», profundizaba en el rigor marxista. Aparente «realidad» porque por debajo de la propaganda, el capitalismo estaba podrido, aunque demostrarlo antes de 2007 parecía imposible del todo ya que todo parecía indicar que el vender y el comprar eran eternos. La realidad cruda empezó a sufrirse desde ese 2007, cuando el capital develo su sinrazón, pero entonces las fuerzas irracionales que ya aullaban desde hacía unos años empezaron a hacerse más aterradoras. Fue en ese momento cuando la izquierda abertzale aceleró su desplome en el fetichismo básico: el de la supeditación de todas las expresiones de la lucha de clases a la adoración del legalismo burgués.

Como dijimos en la entrevista arriba recomendada, no es casualidad que fuera precisamente en 2007 cuando en una historia cuasi-oficial de ETA se justificaba sin venir a cuentos y sin posibilidad de réplica una de las tesis centrales del reformismo de siempre: «A partir del Mayo del 68 se empieza a hablar abiertamente en la izquierda en Europa de la crisis del proletariado como sujeto histórico y la necesidad de encontrar nuevos motores del proceso en los movimientos sociales, aunque en el Estado español este relevo había quedado ralentizado por la pervivencia de la dictadura» (19).

La recordamos aquí no para hablar sobre su escoramiento hacia corrientes postmodernas y postmarxistas, a las que volveremos en este texto; ni para refocilarnos en la fácil venganza de la historia tras los 13 años que dura la actual Gran Depresión, sino para mostrar el marco ideológico que iba extendiéndose en la izquierda abertzale y que al muy poco terminaría produciendo vergüenza intelectual ajena al leer los documentos oficiales que explicaban la «nueva estrategia». Para 2010 estaba muy arraigada en ciertos sectores de la izquierda abertzale la creencia de que el proletariado, si no había desaparecido físicamente, sí se había aburguesado bastante. Hubiera sido muy positivo frente a tanta superficialidad, reflexionar sobres estas palabras de T. Eagleton:

«Un esclavo sabe que lo es, pero conocer por qué es un esclavo supone el primer paso para dejar de serlo. Así pues, al describir cómo son las cosas, esas teorías ofrecen también una vía para superarlas y alcanzar un estado más deseable. Pasan de exponer “cual es” la situación a proponer “cual debería ser”. Las teorías de ese tipo hacen posible que los hombres y las mujeres se describan a sí mismos y describan sus situaciones de un modo que controvierte tales realidades, y que, por consiguiente, les permite redescribirse a sí mismo y a sí misma. Hay, en este sentido, una estrecha relación entre razón, conocimiento y libertad […] Cuanto más podemos comprender, más podemos hacer […] el tipo de comprensión que realmente importa es el que solo puede producirse a partir de la lucha práctica» (20),

La relación entre razón, conocimiento y libertad es la esencia de la praxis, o si deseamos ir al núcleo del materialismo, el corazón de la antropogenia. El propio T. Eagleton nos dice que el término praxis procede del griego antiguo que denota «aquellas actividades que son libres y que nos realizan personalmente mediante las que transformamos el mundo. En la antigua Grecia, la palabra hace referencia, de hecho, a cualquier actividad de un hombre libre por contraposición a la de los esclavos» (21). Por tanto, la importancia clave de la lucha contra el irracionalismo radica en que la razón, el conocimiento y la libertad son la base de la praxis que humaniza a nuestra especie.

2.- MARX, GRAMSCI Y W. REICH

La experiencia vasca confirma y actualiza la permanente lección histórica según la cual una de las víctimas más golpeadas por las contrarrevoluciones, si no la que más, es nuestra capacidad de pensamiento racional y de conocimiento, que se demuestra verdadero o falso en la práctica de nuestra libertad.

Marx, después de la derrota de 1848, escribió en 1852 una cruda autocrítica con la que la minoría comunista inició la lenta recuperación de la lucha revolucionaria habiendo aprendido que debía vencer también el irracionalismo basado en «la tradición de todas las generaciones muertas». Había que reconstruir la fuerza crítica de la razón revolucionaria para que penetrase en la cabeza de las generaciones vivas:

«Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, sus ropajes, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal» (22).

La ideología reaccionaria del pasado machaca la conciencia de los vivos, impidiéndoles liberarse de la atadura de la muerte, del dogma, de su irracionalidad. Esta devastadora crítica a la falsa racionalidad burguesa sea contrarrevolucionaria y reformista, vertebra toda la obra. Además, en este muy necesario libro que es un desguace minucioso de las posteriores divagaciones de Laclau, etc., también aparecen ideas que permitirán pensar algunas características de los regímenes bonapartistas, cesaristas, los diversos fascismos…; y en especial para entender la obediencia enfermiza al líder, característica del irracionalismo. Exacto, ya el inicio critica a Proudhon por caer «en el defecto de los pretendidos historiadores objetivos. Yo, por el contrario, demuestro cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe» (23). Más adelante, cuando volvamos al papel de personajillos como Trump, Bolsonaro, Le Pen, Salvini, Abascal y otros deberemos recordar el papel de la lucha de clases.

Poco después reseña así el lema de todas las fuerzas contrarrevolucionarias desde entonces: «Propiedad, familia, religión y orden» (24). Explica cómo «Frente a la burguesía coaligada se había formado una coalición de pequeños burgueses y obreros, el llamado socialdemócrata […] El carácter peculiar de la socialdemocracia consiste en exigir instituciones democrático-republicanas, no para abolir a la par los dos extremos, capital y trabajo asalariado, sino para atenuar su antítesis y convertirla en armonía» (25). Contra la armonía anhelada por la socialdemocracia, la burguesía y a pesar de sus diferencias internas, opone un poderoso Estado

«…donde el poder ejecutivo dispone de un ejército de funcionarios de más de medio millón de individuos y tiene por tanto constantemente bajo su dependencia más incondicional a una masa inmensa de intereses y existencias, donde el Estado tiene atada, fiscalizada, regulada, vigilada y tutelada a la sociedad civil, desde sus manifestaciones más amplias de vida hasta sus vibraciones más insignificantes, desde sus modalidades más generales de existencia hasta la existencia privada de los individuos, donde este cuerpo parasitario adquiere, por medio de una centralización extraordinaria, una ubicuidad, una omnisciencia, una capacidad acelerada de movimientos y una elasticidad que sólo encuentran correspondencia en la dependencia desamparada, en el carácter caóticamente informe del auténtico cuerpo social…» (26).

Sería largo presentar aquí otras críticas idénticas de Marx (27) al Estado y a su burocracia porque lo que ahora queremos decir es que, si bien el Estado ha ampliado su poder de control cuasi absoluto, pero nunca invencible ni total, que su flexible y elástica ubicuidad, su omnisciencia… penetran en casi todos los rincones, si bien esto es cierto, también lo es que no lo ve todo ni puede adelantarse siempre a la libertad. Consciente de sus límites, intenta pudrir la libertad atacando su epicentro, su núcleo: la conciencia y la razón crítica mediante la sinrazón y el irracionalismo. Para lograrlo, además de las burocracias necesarias para materializar el lema «Propiedad, familia, religión y orden», se dota de otras organizaciones:

«Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y un general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a los roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos; en una palabra, toda esa masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème; con estos elementos tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de Diciembre, «Sociedad de Beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora» (28).

Marx describe perfectamente en estas palabras la virtud del capital en su sentido doble: el Estado como centralizador estratégico de todas las formas de explotación, opresión y dominación mediante, entre otras cosas, la creación de bandas exoneradas de todos sus crímenes; y el humanismo burgués, la Beneficencia en este caso, como ideología que justifica el saqueo y la explotación de la «nación trabajadora» por las bandas defensoras de la «nación burguesa». Para tal fin, el bonapartismo tenía una cualitativa ventaja sobre el resto de partidos burgueses: «le llevaba al truhan burgués la ventaja de que podía librar la lucha con medios rastreros» (29).

Toda política burguesa es rastrera pero la de Bonaparte no sólo lo era en grado sumo, sino que además no lo ocultaba. Abría así la senda por la que avanzaría la ferocidad de la extrema derecha y el fascismo: propaganda descarnada de sus fines y justificación impúdica de sus medios, en especial la loa de lo irracional: para ganar votos manipulando la ignorancia y la dependencia inconsciente ante el líder, Trump dijo que inyectarse detergente inmuniza ante el Covid-19, lo que ha llevado al hospital a más de cien personas envenenadas (30) al obedecer a su líder. Y para ganar más votos, apoya en público a los grupos armados de extrema derecha que protestan (31) contra el confinamiento, en defensa de la «libertad»

No es este el momento para profundizar en el debate sobre si Marx adelantaba en esta obra lo fundamental del fascismo, nos contentamos con decir que sí adelanto ideas básicas sobre el irracionalismo y sobre la opción desesperada de amplios sectores de la burguesía para entregarse atada de pies y manos a un personajillo grotesco que le salve del peligro de la revolución. Según Marx, la burguesía francesa asustada por la inminencia de la revolución, gritó: «“¡Antes un final terrible que un terror sin fin”! Bonaparte supo entender este grito» (32). El líder irrumpe en escena y salva a quienes se han postrado ante él dándole todos los poderes. Pero con esto crea más contradicciones que las que soluciona porque, si bien ha sido aupado al poder por las «clases medias» (33) también tiene que velar por los intereses del campesinado medio y rico, y por los de otros sectores burgueses, lo que hace inviable una política globalmente racional.

Entregar el destino propio en manos de un líder es una característica de la sinrazón. La obra de Marx y Engels contiene una despiadada crítica de semejante renuncia a la libertad propia y colectiva, crítica que será ampliada y enriquecida por marxistas posteriores. Centrándonos en las relaciones entre irracionalismo, religión, fascismo y Estado, Gramsci nos aporta una visión profunda centrada en Italia pero válida en general. Como muchas otras personas, el sardo pensaba que Mussolini había cedido ante el Vaticano respetando su monopolio del sistema educativo (34) a cambio de su apoyo sociopolítico, movilizando la base de masas que controlaba en defensa del fascismo cuando fuese necesario. Gramsci es radical en su análisis:

«Para esta defensa no excluye ningún medio, ni la insurrección armada, ni el atentado individual, ni la apelación a la invasión extranjera […] Dadas estas premisas, el “pensamiento social” católico tiene un valor puramente académico. Es preciso estudiarlo y analizarlo en cuanto elemento ideológico narcotizador, tendente a mantener determinados estados de ánimo de expectativa pasiva de tipo religioso; mas no como elemento de vida política e histórica directamente activo. […] es un elemento de reserva, no de primera línea y por ello puede en todo momento ser “olvidado” prácticamente y “callado”, aun sin renunciar a él por completo, porque podría volver a presentarse la ocasión en que fuera preciso utilizarlo. Los católicos son muy astutos, pero me parece que en este caso son “demasiado” astutos» (35).

Una reserva de personalidad colectiva narcotizada que la Iglesia en concreto y el poder en general pueden activar, movilizar en la calle como fuerza reaccionaria en cualquier crisis que amenace al orden establecido. Fuerza irracional de masas que permanece en latencia, dormida hasta que despierta al son del llamamiento del Papa o del líder, que dominan las técnicas propagandísticas que mueven las palancas mentales que transforman la mansedumbre en ferocidad y odio, aunque el mandato divino es que perseveremos en la obediencia. En 1932 W. Reich dio un paso más en la crítica gramsciana:

«La psicología burguesa tiene por costumbre en estos casos el querer explicar mediante la psicología por qué motivos, llamados irracionales, se ha ido a la huelga o se ha robado, lo que conduce siempre a explicaciones reaccionarias. Para la psicología materialista dialéctica la cuestión es exactamente lo contrario: lo que es necesario explicar no es que el hambriento robe o el explotado se declare en huelga, sino por qué la mayoría de los hambrientos no roban y por qué la mayoría de los explotados no van a la huelga. La socioeconomía, por tanto, explica íntegramente un hecho social cuando la acción y el pensamiento son racionales y adecuados, es decir, están al servicio de la satisfacción de la necesidad y reproducen y continúan de una manera inmediata la situación económica. No lo consigue cuando el pensamiento y la acción de los hombres están en contradicción con la situación económica y, por tanto, son irracionales» (36).

En otro texto de la misma época, W. Reich escribe lo siguiente: «(11) Si la masa se rebela contra la miseria material y sexual, esto no constituye problema alguno; hay que ver siempre un problema incomprendido cuando la masa actúa contra su propio interés (“conducta irracional”); por ejemplo, las mujeres aceptan el matrimonio, aun si se convierte en yugo. Los trabajadores olvidan la explotación cuando a la empresa le va bien, o los jóvenes aceptan la represión sexual. (12) Llevar la conciencia de clase a las masas no es forma de sistema de teoremas, como maestrillos de escuela, sino desarrollarla a partir de la experiencia de la masa. Politización de todas las necesidades.» (37)

W. Reich pertenecía a un movimiento político-intelectual que desarrollaba la dialéctica entre la subjetividad y la objetividad partiendo de Marx y de Freud. Sus innegables aportaciones fueron trituradas por la dogmática mecanicista y economicista de la II Internacional y del estalinismo, más la represión fascista y el estallido de la IIGM. Luego una parte de la Escuela de Frankfurt y de otros colectivos revivieron al calor de la ola prerrevolucionaria iniciada en 1968, como veremos, pero de nuevo sus vitales aportaciones fueron arrinconadas por la ofensiva mundial llamada neoliberalismo.

3.- G. LUKACS Y LA SINRAZON:

EEUU, Gran Bretaña y Francia no hicieron una desnazificación seria y sistemática. Se negaron a realizar una intensa y extensa desnazificación (38), al igual que en Italia y Japón, adelantando parte de lo que un tercio de siglo después sucedería en el Estado español, en donde no se asistió a una especie de suicidio de Hitler, justicia popular contra Mussolini y juicio contra el Emperador. En el Estado español, la democracia burguesa se suicidó a los pies de la monarquía militar impuesta por el franquismo. En la Europa capitalista la OTAN, los servicios secretos policiales y militares, etc., ampararon al nazifascismo, al terror de los grupos de extrema derecha, a las campañas de miedo e intimidación contra las izquierdas políticas, sindicales, culturales… (39). Fue en este contexto en el que G. Lukács redactó El asalto a la razón, obra en la que no pierde el tiempo divagando sino que muy al comienzo afirma que «Hechas todas estas reservas, es evidente que este solo hecho ilumina claramente lo que aquí y en lo sucesivo se trata de demostrar, a saber: que no existe posición filosófica “inocente”» (40). Sigue explicando que si bien las tesis irracionalistas de Bergson, Spengler, Stefan George, Croce o James no eran estrictamente nazifascistas, es innegable que ayudaron mucho a sentar sus bases filosóficas, y concreta:

«El simple hecho de que los entronques y las conexiones aquí señalados debiera ser un importante discite moniti (sabed que estáis advertidos) para todo intelectual honrado del mundo occidental. Ello demuestra que allí donde levanta cabeza el irracionalismo, en filosofía, lleva implícita ya, por lo menos, la posibilidad de una ideología fascista, agresivamente reaccionaria. Cuándo, dónde y cómo esta posibilidad –en apariencia inocente– llegue a convertirse en una pavorosa realidad fascista, no puede decirlo ya la filosofía. Pero la conciencia de estos entronques, lejos de embotar el sentido de la responsabilidad, de los pensadores debiera, por el contrario, avisarlo, hacerlo más sensible. Sería engañarse peligrosamente a uno mismo, pura hipocresía, lavarse las manos en protesta de inocencia, el querer mirar despectivamente por encima del hombro –en nombre de un Croce o de una James– a la trayectoria seguida por el irracionalismo alemán» (41).

La advertencia de que la irracionalidad no había desaparecido y de que podría ir derivando en fascismo dependiendo de las circunstancias y países, esta advertencia que ahora se ha materializado en una rica complejidad de casos particulares que, empero, nos remiten al mismo problema de fondo, aparece en todas las páginas de manera directa o indirecta:

«El irracionalismo arranca de esta –necesaria e insuperable, pero siempre relativa– discrepancia entre la imagen mental y el original objetivo. El punto de partida consiste en que los problemas directamente planteados al pensamiento en cada caso, en tanto que son tales problemas no resueltos, se presentan bajo una forma en la que parece, a primera vista, como si el pensamiento, los conceptos, fallasen ante la realidad, como si la realidad enfrentada al pensamiento constituyera un más allá de la razón (de la racionalidad del sistema de categorías, del método conceptual hasta entonces utilizado) Como hemos visto, Hegel analizó certeramente esta situación. Su dialéctica del fenómeno y la esencia, de la existencia y la ley y, sobre todo, su dialéctica de los conceptos intelectivos, de las demarcaciones de la reflexión, del tránsito del entendimiento a la razón, trazan con toda claridad el verdadero camino para la solución de estas dificultades» (42).

Muy en síntesis, cuando la imagen mental y la realidad objetiva no concuerdan, discrepan, es porque ha comenzado un proceso de negación de lo real y de aceptación de lo irreal. La posibilidad de deriva o caída al irracionalismo en cualquiera de sus intensidades está presente, por tanto, en todo proceso de pensamiento:

«Es evidente que este problema surge en cada una de las fases del conocimiento, es decir, cada vez que el desarrollo social y, por tanto, la ciencia y la filosofía, se ven obligadas a dar un salto hacia adelante para dominar los problemas reales que se plantean. Lo cual indica ya de por sí, que la opción entre la ratio y la irratio no es nunca un problema filosófico “inmanente”. En la opción de un pensador entre los nuevo y lo viejo no deciden, en primer plano, las consideraciones filosóficas o mentales, sino la situación de clase y la vinculación a una clase. Vista la cosa a través de la gran perspectiva de los siglos, resulta a veces casi increíble cómo importantes pensadores, en los umbrales de un problema casi resuelto, se detienen, dan media vuelta y, cuando parece que van a encontrar la solución, huyen en dirección contraria. Son “enigmas” que sólo puede aclarar el carácter de clase de la actitud por ellos adoptada […] las condiciones sociales dominan a los pensadores hasta en sus propias y profundas convicciones, en su modo de pensar, en su modo de plantear los problemas, etc., sin que ellos mismos lo adviertan» (43)

No existe una historia única, lineal y obligada del irracionalismo como un todo inmanente al pensamiento entendido como algo suprahistórico:

«…cómo aquella forma específica de huir ante todo planteamiento filosófico decisivo, ante todos los problemas metodológicos y de concepción del mundo, actitud que constituye, según hemos visto, la forma fundamental y general del irracionalismo, tiene necesariamente que revestir modalidades cualitativamente diferentes en las diversas fases del desarrollo social y, a tenor con ello, del desarrollo filosófico. De donde se sigue, al mismo tiempo, que el irracionalismo, aunque se le descubra, o algo semejante a él, en las más diferentes épocas de crisis de formaciones sociales muy distintas, no puede poseer una historia única y coherente, a la manera que cabe hablar de la historia del materialismo o la dialéctica […] Es una simple forma de reacción (empleando aquí la palabra reacción en el doble sentido de lo secundario y lo retrógrado) al desarrollo dialéctico del pensamiento humano. Su historia depende, por tanto, del desarrollo de la ciencia y de la filosofía, a cuyos nuevos planteamientos reacciona de tal modo, que convierte el problema mismo en solución, proclamando la supuesta imposibilidad de principio del resolver el problema como una forma superior de comprender el mundo […] Es cierto que también el agnosticismo rehúye la solución a tales problemas; pero el agnosticismo se limita a declararlos insolubles, negándose de un modo más o menos abierto a contestarlos en nombre de una filosofía científica supuestamente exacta» (44)

Es en las crisis sistémicas, cuando aumentan las posibilidades de nuevos y más duros irracionalismos entre otras causas porque en estas crisis también la religión dominante, antigua, es desacreditada en sus dogmas por la inhumanidad de las contradicciones que desbordan a esa religión. Entonces «la actitud defensiva de la religión» (45) no le sirve para frenar la aparición de nuevas religiones diferentes aunque sigan llamándose cristianas. Este es el caso, por ejemplo, del tomismo de la Contrarreforma que instaura un catolicismo diferente al medieval, y de las reformas protestantes que crean un cristianismo diferente al católico. Como también lo es la «ario-germanización» de Cristo creando un cristianismo racista acorde con las necesidades del nazismo desarrollando la «línea puramente agnóstica del neokantismo imperialista» (46)

Ni la religión, ni la ciencia, ni la filosofía, ni el arte…, se libran de los determinantes materiales objetivos y subjetivos que surgen de la agudización de la crisis estructural, siendo la opción político-filosófica de partido consciente o inconsciente la que puede imponer una alternativa o su antagónica:

«Como es natural, tales crisis no tienen, ni mucho menos, un carácter puramente científico. Por el contrario. La agudización de una crisis científica, la inexorable necesidad de optar entre seguir avanzando por el camino de la dialéctica o emprender la fuga hacia lo irracional, coincide casi siempre –y no de un modo casual, por cierto– con las grandes crisis sociales. […] La decisión acerca de si las síntesis filosóficas de las ciencias naturales representan un avance en cuanto al método y a la concepción del mundo o, por el contrario, entorpecen la marcha hacia adelante o marcan un retroceso; o, dicho en otros términos, la posición de partido de la filosofía ante este problema responde –consciente o inconscientemente– a la actitud que sus representantes adopten en la lucha de clases del período en el que viven» (47)

Obviando la brillante denuncia lukacsiana de las formas de irracionalismo en la filosofía burguesa, nos detenemos en las relaciones entre sociología e irracionalismo. Max Weber, por ejemplo, evolucionó a posiciones claramente reaccionarias como efecto de la derrota de su amado imperialismo alemán en 1918, cuando habla de superioridad del «pueblo señorial» sobre los demás pueblos, cuando asume un «cesarismo bonapartista» basado en la dirección carismática de un Führer, etc. (48) También estudia las de otros sociólogos de renombre, de entre los que destacamos a Mannheim presentado como progresista por su oposición débil al nazismo que le llevó al exilio. Lukács analiza su relativismo y su agnosticismo, la subjetividad de su teoría del conocimiento y la importancia que otorga a la «intelectualidad libre» como capa social «que abriga la ilusión de estar por encima de las clases y de la lucha de clases» (49). Pero la esencia de la crítica lukacsiana a Mannheim aparece dos páginas más adelante:

«Solamente en un punto encontramos en Mannheim una actitud clara. Este autor repudia toda solución social por medio de la violencia, pero equiparando una vez más, en un plano formalista, la dictadura fascista y la dictadura del proletariado, el Poder revolucionario y el contrarrevolucionario, como si fuese uno y lo mismo. Como lo hacen siempre los ideólogos que temen bastante más a la democratización radical de la sociedad, a la eliminación real de las fuerzas del capital monopolista y el imperialismo, que el retorno y la restauración del fascismo» (50).

Para 1952 la llamada Guerra Fría era impuesta al mundo por la «democracia» del capital. Llamarla así era un eufemismo que ocultaba las barbaries del imperialismo contra los pueblos antiimperialistas, y su irracionalismo militarista plasmado en las armas termonucleares, químicas y bacteriológicas. Además, empezaba la «guerra fría» cultural y científica en la que la sociología como disciplina esencialmente política jugaría un papel clave. En este contexto, el siguiente párrafo de Lukács nos recuerda tanto la importancia de la lucha teórico-política radical contra el irracionalismo, como la responsabilidad histórica y ética de quienes, negando toda evidencia práctica, creen que se le puede vencer exclusivamente con la «democracia» del capital, negándose a luchar decididamente con, según y para otro programa cualitativa y antagónicamente superior: el revolucionario:

«La profunda esterilidad del movimiento sociológico que arranca de Max Weber se revela claramente en este programa, trazado por los representantes de la ideología burguesa que no se resignan a capitular sin lucha ante el irracionalismo reaccionario-fascista, pero que se muestran, sin embargo, incapaces de oponer a él un claro y resuelto programa democrático; para no hablar de que sus propias concepciones gnoseológicas y sociológicas se hallan profundamente enraizadas en aquellas tendencias reaccionarias de las que, ideológicamente y en última instancia, brota el fascismo. Esta discrepancia coloca a la parte de la intelectualidad a la que nos referimos en una posición de debilidad y hasta de indefensión ideológica frente a la reacción fascista. Indefensión que, como demuestra el ejemplo del propio Mannheim, no es superada por las mismas experiencias del fascismo. Sus ideas, tal como en este libro quedan esbozadas, representan la ideología de la capitulación indefensa ante la ola reaccionaria de la posguerra, ni más ni menos que su sociología del saber había representado dicha capitulación en el período anterior a la guerra» (51).

De capitulación en capitulación, mucho antes del Mussolini de 1923, en el irracionalismo genérico creado por el capitalismo desde al menos el siglo XVII, surgían corrientes irracionales cada vez más implacables según se tensionaba la lucha de clases, hasta desembocar en la barbarie nazi: «El barbarismo es, para los hitlerianos, un principio. He aquí cómo se expresaba acerca de esto Hitler, ante Rauschning, por los días de sus conflictos con los nacional alemanes de Hugenberg: “Esas gentes me consideran como un bárbaro sin educación… ¡Sí, somos bárbaros! Y queremos serlo. Éste es, para nosotros, un título de honor. ¡Nosotros rejuveneceremos el mundo!”» (52).

La heroicidad del Ejército Rojo, sobre todo, impidió que el nazismo «rejuveneciera» al mundo a pesar de la masiva eugenesia y exterminio genocida aplicado, pero su proyecto ha renacido (53) con fuerza gracias al Covid-19 en la misma Alemania. Pero también renace bajo otras formas en los EEUU: «Un artículo reciente de la revista Science señala que el programa de desarrollo de vacunas “a máxima velocidad” de la Administración de Trump se basa en “evitar la cooperación internacional y cualquier candidato a vacuna de China”, y tiene como objetivo desarrollar vacunas “reservadas para los estadounidenses”.» (54). Hitler reservaba la «ciencia alemana» para Alemania; ahora, Trump, ávido lector de irracionalismo nazi en su juventud, reserva la «ciencia americana» para los EEUU. Para ambos la humidad no tiene valor, excepto el de la explotación hasta la muerte. Recordemos: discite moniti.

En 1952 Lukács denunció que «para poder luchar eficazmente contra el comunismo, la “democracia” se ve obligada a sellar un significativo maridaje con los restos alemanes del nazismo (los Hjalmar Schacht, los Krupp, los generales de Hitler), con Franco […] hemos destacado, como se ve, aquellos rasgos de la ideología del “mundo libre” acaudillada por los Estados Unidos en que se muestra su coincidencia con el fascismo» (55). El autor habla de «coincidencia», no de «identidad», pero más adelante hace una precisión decisiva para entender qué ha sucedido desde 1952 hasta ahora:

«La demagogia social hitleriana iba asociada a un irracionalismo descarado y culminaba en esto: las contradicciones del capitalismo, consideradas como insolubles –mediante el empleo de medios normales– empujaban al salto a un mito radicalmente irracionalista. La defensa actual –directamente apologética– del capitalismo, renuncia al menos aparentemente al mito y al irracionalismo. En cuanto a la forma, al modo de exposición y al estilo, nos encontramos aquí con una línea de argumentación puramente conceptual y científica. Pero sólo aparentemente. El contenido de la construcción conceptual es, en realidad, la pura ausencia de conceptos, la construcción de concatenaciones inexistentes y la negación de las leyes reales, el aferramiento a las concatenaciones aparentes reveladas directamente (es decir, al margen de los conceptos) por la superficie inmediata de la realidad económica. Estamos, por tanto, ante una nueva forma de irracionalismo, envuelto bajo un ropaje aparentemente racional. Pero no, ciertamente, ante una forma fundamentalmente nueva» (56).

Esta forma nueva del irracionalismo genérico, correspondiente al modo de producción capitalista, es decir, esta especie de modernización no cualitativa sino sólo formalmente nueva del irracionalismo genérico burgués, tenía en 1952 la misma función esencial que en la mitad del siglo XIX, objetivo que Lukács define respondiendo a la pregunta que él mismo se hace:

«¿Qué es lo esencial, en todo ello? La contraposición entre la ideología burguesa y el marxismo. Éste ha sabido comprender y poner de manifiesto el entronque con el presente de la trayectoria histórica que va desde 1848 hasta nuestros días; la ideología burguesa, en cambio, no. Schmitt resume así la situación: “La conciencia de la continuidad lleva consigo una marcada superioridad y hasta un monopolio de los autores comunistas con respecto a los otros historiadores que no se orientan en los acontecimientos de 1848 y pierden, a consecuencia de ello, el derecho a emitir un juicio acerca del presente. La perplejidad de los historiadores burgueses es grande. De una parte, condenan la represión de la revolución, mientras, por otra parte, saludan la restauración de la paz y la seguridad como una victoria del orden» (57).

Karl Schmitt fue uno de los más potentes ideólogos de la contrarrevolución. A pesar de los altibajos sufridos en sus vaivenes políticos, siempre estuvo en el núcleo duro de la dirección político-filosófica y jurídica del poder total de la derecha. Inculcó en la casta intelectual burguesa la conciencia de la necesidad de acabar con la superioridad teórica y con el prestigio ético del marxismo, lo que significa dejar vía libre al irracionalismo en cualquiera de sus formas, también la más blanda y disimulada: el reformismo. ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo impedir que la posible reaparición de la irracionalidad de masas salte a una realidad pavorosa? Hay una sola respuesta: intensificando la lucha de clases. Lukács lo explica así: «es la defensa de la razón como movimiento de masas […] Esta rebelión de las masas en apoyo de la razón constituye la gran contrapartida de nuestro tiempo contra el terror pánico a la “masificación” y contra el irracionalismo que va estrechamente unido a él» (58).

4.- PATOLOGIA DE LA OBEDIENCIA:

La advertencia de Lukács — discite moniti (sabed que estáis advertidos)– está escrita en 1952. En la presentación a la edición de 1956 no se retracta de ella por la sencilla razón de que la llamada «guerra fría» se ha vuelto bárbara guerra caliente de exterminio de las luchas por la libertad humana. La «guerra fría» contra el socialismo y los pueblos tuvo varios frentes y niveles, siendo la «guerra cultural» para desprestigiar el marxismo, tal como proponía K. Schmitt, el más decisivo en el plano teórico y político, pero tampoco debemos olvidar la importancia que se dio a la derrota de las luchas de liberación de la mujer como eje prioritario, aplastamiento necesario para disciplinar a la mujer trabajadora y en especial a la revolucionaria (59) porque la burguesía intuye que la mejor praxis de la razón humana es la que se materializa en el lema de las mujeres del Ejército Rojo que vencieron al nazismo: «Podemos hacer cuanto nos propongamos» (60), o también la de limpiadoras parisinas más recientemente: «Dejar de fregar y tomar las armas» (61).

Desde al menos 1963 se inició en los EEUU una descarada batalla dirigida por la escritora Helen Andelin para prestigiar la forma de vida de la mujer burguesa, doméstica, elegante y entregada a su marido. Un movimiento reaccionario impulsado por la industria cultural yanqui que conectó con otros similares, por ejemplo con el brasileño de finales de esa década: una campaña de movilización de la mujer con tintes de ideología nazi que hacía de la mujer un baluarte de la reacción. La burguesía chilena hizo que las principales manifestaciones reaccionarias contra el Gobierno Popular de Allende desde 1971, elegido democráticamente en septiembre de 1970, fueron las de las mujeres, de tal modo que un observador brasileño de la manifestación de enero de 1974, comentó: «Una vez que vimos marchar a las mujeres chilenas, supimos que los días de Allende estaban contados» (62). Luego proliferaron toda serie de colectivos «pacifistas», «democráticos», culturales, religiosos, etc., de la misma índole, notoria o solapadamente reaccionarios, todos ellos mercenarios de la «paz» (63).

La propaganda del feminismo reaccionario se sostenía en buena medida en la recién creada mitología tecnocrática, en los robots que ahorrarían trabajo en el domicilio, etc. En 1967 H. Lefèbvre publicó su premonitora obra Cibernántropo en la que desmontaba el mito tecnocrático en base también a la crítica del fetichismo de la mercancía:

«El fetichismo del sistema produce resultados que los fetichistas toman por descubrimientos y por suprema objetividad […] La forma de la mercancía introduce en la práctica social relaciones caracterizadas por poner entre paréntesis, “espontáneamente”, el trabajo productivo y las relaciones de producción. La forma de la mercancía introduce, igualmente, cadenas de significantes desvinculados de los significados (necesidades y actividades reales) constituyendo el lenguaje y el mundo de la mercancía, susceptibles de dar pretexto a múltiples connotaciones, metáforas y simbolismos. La sociedad en la cual reina la mercancía, en la cual esta impregna las conciencias, da lugar a una extraña forma de inconciencia. La conciencia misma es el asiento de lo inconsciente, de la escisión entre la inconciencia y la representación consciente. Es la conciencia de los objetos que se objetiva dando la inconciencia (el desconocimiento) de los objetos como productos de las relaciones de producción. Entre la conciencia y la realidad se abre una laguna. Quisiéramos que un puente se tendiera sobre el abismo para restablecer la realidad en la conciencia y la verdad en el pensamiento» (64).

Entre 1952 y 1967 la tecnocracia se había desarrollado mucho, y ahí radica la leve diferencia entre lo dicho por Lukács, que llamaba a una movilización de masas en defensa de la razón, y lo expresado por Lefrèbvre, que llama a restablecer la verdad en el pensamiento y la realidad en la conciencia: idéntico mensaje para idéntico combate contra el irracionalismo. Pero en esos 15 años Lefèbvre pudo conocer más en detalle la robótica que ya se gestaba en la sofisticada tecnociencia, y compararlo con la especie humana: «Los pobres humanos se distinguen por sus miserias: fracasos, olvidos, lagunas, vacilaciones, emotividad, sufrimiento, ilusión de creatividad, placeres, locura, ambigüedades, incluso su actitud ambigua con respecto al robot: tienen miedo de él y él los fascina» (65).

Surgía un temor reverencial y fascinado hacia el robot, hacia la tecnociencia. La crítica de Marx al fetichismo de la mercancía encuentra aquí una de sus confirmaciones más incuestionables. Ahora, cuando poderosas farmaindustrias (66) compiten duramente entre sí con la ayuda de sus Estados-cuna por el negocio de las vacunas (67) contra el Covid-19, ante un mundo que las mira aterrorizado, fascinado e ignorante, sometido a la desinformación casi absoluta y a los llamamientos histéricos de la extrema derecha y del fascismo, comprendemos la necesidad urgente de la lucha contra el fetichismo y a favor de la razón científica (68). Combare que sólo puede hacerse desde y para una perspectiva revolucionaria, la única que puede guiarnos en medio de la incertidumbre (69) y la imprecisión, angustias que nos hacen dependientes de una autoridad que nos tranquilice aunque ello suponga la amenaza tecnototalitaria (70).

En realidad, no es nada nuevo, como estamos viendo desde el inicio. Tampoco lo era hace medio siglo cuando las reflexiones sobre por qué aumentaba la patología de la obediencia llegaban a una conclusión plenamente actual, que P. Brückner expresó así: «se necesitan muy pocas palabras para expresar uno de los núcleos centrales de la problemática de la obediencia: ¿qué es lo que realmente pretenden nuestros esfuerzos pedagógicos: tranquilidad o libertad?» (71). Educar en la tranquilidad exige no estudiar, no denunciar y no combatir la injusticia, exige una dosis alta de ignorancia y de silenciamiento de la razón. Educar en la libertad exige educar en el estudio, la crítica y el combate por esa libertad, por conquistarla y por defenderla. El mismo autor escribe más adelante:

«La obediencia está también caracterizada por unas relaciones desequilibradas de poder, mantenimiento en el que alguna de las partes se encuentra especialmente interesado. El poder que no puede demostrar una legitimidad racional, y aceptable por lo tanto para el ser humano, sino que más bien descansa en el derecho del más fuerte o en la posesión de la conciencia, tiene como consecuencia una obediencia cuyos resultados son necesariamente patológicos» (72).

Tras el estallido de 1968, en 1971 la lucha de clases y de liberación nacional se extendía por todo el mundo. Masificar la patología de la obediencia mediante la ley del más fuerte y la manipulación de las conciencias siempre es una de las fuerzas del irracionalismo y de su asalto a la razón, y también lo era en aquellos años. Para la burguesía era urgente imponer la tranquilidad y la obediencia patológica, persiguiendo la libertad. Debía impedir a cualquier precio que la humanidad explotada hiciera suya y practicase la máxima de las mujeres del Ejército Rojo que derrotaron al nazismo: «Podemos hacer cuanto nos propongamos»; tenía que cortar el avance de la razón y de la teoría, implantando la irracionalidad del dogma, al decir de M. Horkheimer:

«Bajo determinadas circunstancias se impone una decisión dogmática en lugar de un juicio especializado y limpio de mácula. En aquellos lugares en los que la confrontación con la realidad va acompañada de inseguridad o miedo, nos sentimos inclinados a elevar hasta lo absoluto las escalas subjetivas, simplificando el mundo a una simple consecuencia de valores medidos con esta escala de valor absoluto. Cuando observamos ocasionalmente nuestros deseos, esperanzas y temores ante las situaciones, vemos que ninguna de ellas está completamente libre de restricciones y desfiguraciones de lo percibido, aunque unos se inclinan más, y otros menos, hacia ello» (73).

La subjetivación y simplificación de la realidad por parte de la población obediente le facilita al poder «hacer un uso racional de su irracionalidad […] se trata de un poder que no se ve obstaculizado por la objetividad racional» (74), según explicaba Adorno en 1972. Esta idea era importante en aquél momento porque advertía de la posibilidad aterradora de que el capitalismo en crisis manipulase tanto la racionalidad fascista subsidiaria como la que correspondía a esa fase de acumulación, con la racionalidad parcial suficiente como para, junto con otros métodos, derrotar la radicalización al alza de la lucha de clases: «De acuerdo con la ideología dominante en la actualidad, se establece que cuanto más se encuentran los hombres a la merced de cuestiones objetivas sobre las que no pueden influir o creen no poder hacerlo, tanto más subjetivizan su incapacidad […] En el lenguaje de la filosofía podría decirse que la alienación del pueblo respecto de la democracia refleja la autoalienación de la sociedad» (75).

Un pueblo muy limitado en su capacidad de analizar objetivamente la explotación que padece, que desfigura y simplifica esa realidad hasta caer en la subjetivación obediente, un pueblo así se desliza hacia la pasiva indiferencia social y la apatía política, facilitando de ese modo la efectividad de la represión que cae sobre su parte luchadora, la que sí sabe qué sucede, por qué sucede y, sobre todo, cómo luchar contra lo que sucede. En el Chile de 1972, hubo un debate en el que se dijo entre otras muchas cosas:

«El papel que juegan las pautas de conducta autoritaria como mecanismo de producción y reproducción de la estructura de clases puede ser ilustrado por dos implicancias ejemplares. En primer lugar, cabe llamar la atención sobre la estrecha correlación entre estructura de personalidad autoritaria y apatía política. […] En segundo lugar, y en relación con la apatía política, cabe señalar la facilidad con la que el individuo mutilado en su capacidad cognitiva e inseguro en su identidad es manipulado en su agresividad» (76).

Recientemente, M. Tobón ha escrito un texto en el que describe la unidad entre la patología de la obediencia, la agresividad y la patogénesis (77) fascista. Volviendo al Chile de 1972, tres años después y muy probablemente impactado por el golpe fascista que ahogó en sangre a su pueblo trabajador, D. Siboney también estudiaba en la Italia de 1975 la por entonces impensable vuelta de un neofascismo populista «suave» al estilo de Berlusconi en 1994, dada la enorme fuerza parlamentaria del PCI. En contra del dogma miope determinista y mecanicista de la socialdemocracia y del eurocomunismo entonces todopoderoso, D. Sibony se atrevió a estudiar la sumisión a la «figura del Amo» (78) según la feliz expresión que introduce en su estudio sobre el avance soterrado de la indiferencia en política, tal como tituló a su texto.

La peste de la apatía política en una primera fase, y de la agresividad neofascista que emergerá sin rubor alguno, al estilo de la organización lumpen bonapartista, carcomió imperceptiblemente al principio la sociedad italiana, en la que el PCI llegó a ser el primer partido en 1984, para aparecer luego a la superficie política, al igual que el Covid-19 pudre el cuerpo por dentro hasta que le apetece salir a escena. Una de las razones que explican esta hecatombe es la pasividad del grueso de las izquierdas ante la estrategia del capital de intensificar la batalla irracional, abierta poco antes incluso de la ejecución de Mussolini a manos de la justicia popular. G. Jervis denunció que:

«En la sociedad industrial avanzada, postcristiana y posliberal, la crisis de los valores tradicionales deja abierto el campo a intrincadas batallas. La complejidad y la inseguridad de la vida cotidiana hacen extremadamente difícil el discernimiento de los criterios que gobiernan la racionalidad de la conducta […] Somos exhortados a ser normales obedeciendo a las leyes, honrando al padre y a la madre, vistiéndonos como requiere nuestra condición social, teniendo las distracciones y las costumbres de nuestro propio ambiente, comportándonos de modo tranquilo y sensato, así sucesivamente. La normalidad viene prescrita como una serie variable (según las clases) de códigos de comportamiento; si ésta es violada intervienen la represión judicial y la psiquiátrica, en particular si el sujeto pertenece a clases sociales subordinadas» (79).

G. Jervis también afirmó que: «Las más típicas e importantes necesidades sociales son necesidades radicales, aparentemente no vinculadas a las necesidades inmediatas del cuerpo, tales como por ejemplo, la necesidad de libertad, la necesidad de justicia, la necesidad de igualdad, la necesidad de conocimiento. Se puede observar que aunque todas ellas sean necesidades históricas (es decir, no dadas a priori, sino nacidas y determinadas por modos concretos de vida) tienen también todas ellas algo de constante, al igual que las necesidades elementales […] Las necesidades sociales radicales no vienen de arriba sino que nacen de la praxis, es decir, que se definen en el definirse de los hombres a través de la historia de las generaciones, y del proceso de la lucha de clases.» (80).

G. Jervis tocaba aquí de forma directa una cuestión clave en aquellos años: el rechazo de la lucha de clases y de la propia existencia del proletariado, por parte de la casta intelectual en general y en concreto el postmodernismo. Argumentar la existencia de la lucha de clases y sus efectos sobre la estructura psicopolítica del capitalismo era contravenir en directo las «modas post» (81) según la ocurrente expresión de N. Kohan. La crítica de Callínicos a las tesis de Habermas (82) y sus diferencias con las de Schmitt sobre la democracia son más válidas ahora que entonces –1989– porque el Covid-19 es una excusa perfecta para recortar la democracia. Además, el relativismo epistémico(83) del postmodernismo ha debilitado la fuerza de la razón, restándole mucha capacidad para enfrentarse al irracionalismo.

La crítica de la democracia burguesa se sustenta en último análisis sobre la crítica del fetichismo de la mercancía porque ésta descubre el límite de la ideología dominante. En 2009 A. Jappe puso en claro este asunto y, además, recuperó la importancia del estudio de las relaciones entre fetichismo e inconsciencia: «El fetichismo es el secreto fundamental de la sociedad moderna, lo que no se dice ni se debe revelar. En eso se parece al inconsciente; y la descripción marxiana del fetichismo como forma de inconsciencia social y como ciego proceso autorregulador muestra interesantes analogías con la teoría freudiana» (84), llamando así la atención sobre una problemática crucial: cómo volver el inconsciente reaccionario en el consciente revolucionario (85).

El fetichismo impone el silencio y oculta lo real: vuelve inconsciente a la sociedad. De este modo, cuando no se puede ver, ni oír, ni hablar en un contexto autorregulado ciegamente por la dictadura de la mercancía, ahí, en ese desierto sin humanidad, existen las condiciones para el irracionalismo porque: «Criticar las teorías posmodernas resulta difícil debido a su carácter auto-afirmador que hace imposible toda discusión, transformando sus afirmaciones en verdades de fe ante las cuales sólo cabe creer o no creer» (86). A la vez, la docta ignorancia (87) postmoderna en sus ataques al marxismo ha servido para reforzar la apatía política dando bazas a las burocracias reformistas para girar al «centro izquierdismo» (88). Es por esto que F. Erice aconseja: «reaccionar frente a planteamientos posmodernos que constituyen un verdadero “asalto a la razón” y alertar sobre la difusión acrítica de estas ideas entre cierta izquierda política y social» (89).

No nos precipitemos en el tiempo. Para mediados de los ’80 autores marxistas habían recuperado la rigurosa radicalidad teórica de su método al calor de la crisis de 1986-73, pero seguía creciendo el abismo entre el inagotable potencial heurístico de esta guía revolucionaria y el agotamiento de la dogmática estalinista y eurocomunista en su deliberado rechazo de lo subjetivo, de las cadenas irracionales del fetichismo. Ya hemos hablado del esplendor del PCI en 1984 y de su estallido siete años más tarde. En esa situación, una autora representante del reformismo duro, Susan Stangre, escribió en 1986 la famosa la expresión «capitalismo de casino» (90) para mostrar cómo la gran burguesía nadaba en oro y champán mientras aumentaba la masa de empobrecidos. Pero hablar de casino y de «dinero loco» significa asumir que la incertidumbre y el azar rigen la vida y las finanzas, sobre todo en Wall Street (91).

Visto esto, la pregunta es: ¿acaso el azar y la incertidumbre inherente a la economía de casino, a la especulación de alto riesgo, no está sujeta a la necesidad de crisis del capital cada vez más frecuentes y duras? Pero responder a esta pregunta requiere de un dominio suficiente de las categorías filosóficas y de su aplicabilidad a la dialéctica del capital, saber que iba siendo marginado porque la dialéctica en inconciliable con el reformismo. Debemos decir que las contradicciones se agudizaban tanto en lo objetivo que, al margen ahora de las cadenas subjetivas del fetichismo, sectores reformistas no tuvieron más remedio que constatarlo.

Ese clima de contingencia e indeterminación de la vida social que empezó a expandirse con altibajos a finales de los ’80 sería una de las bases sobre las que crecerían nuevos irracionalismos, alimentados también por los demoledores efectos del neoliberalismo sobre la libertad, justicia, igualdad y conocimiento. A mediados de los ’90 un colectivo de intelectuales reformistas, los resumió en cuatro puntos centrales: 1) ataque el «Estado del bienestar»; 2) ausencia de política industrial; 3) flexibilización del mercado laboral; y 4) proteccionismo respecto a las importaciones del Tercer Mundo (92). Todos y cada uno de ellos atacan los fundamentos de las «necesidades radicales». Un capitalismo de casino en el que el dinero loco podía hacer y deshacer a su antojo porque se había debilitado el control financiero y fiscal del Estado, porque éste ya no intentaba frenar la pobreza y la enfermedad al alza, porque la industria estaba supeditada a la especulación financiera, porque destrozaba los derechos laborales, y porque multiplicaba las agresiones contra el Tercer Mundo.

Resulta por tanto comprensible que capitales ociosos entrasen en el lucrativo negocio de «explotar la histeria» (93) ampliando el mercado de la «inseguridad» y de la represión a raíz de la sucesión de crisis entre 1994 y 2001. Ya antes de los terribles efectos de la tercera Gran Depresión de 2007 se reconocía que: «Domina la incertidumbre […] una inseguridad difusa, en una crisis de representación política, en una crisis de identidad. […] La creciente demanda de protección, que ha favorecido el nacimiento de un verdadero mercado de la seguridad, constituye un índice significativo de la difusión social de un vocabulario motivacional de la precariedad y el miedo» (94), todo ello presionado al máximo por un mundo sometido a una «nueva economía política (global) de la guerra” (95).

Entre 2007 y 2019 se multiplicaron las condiciones que pueden reactivar irracionalismos varios tanto por reforzar su relativa autonomía como debido a la directa intervención de los aparatos de sojuzgamiento psicológico de masas. A comienzos de 2010, el sindicato LAB (96) denunció el aumento de depresiones, infartos y suicidios como efecto de la crisis. Mientras tanto, la alternativa del aparato psiquiátrico oficial a la devastación era mejorar la «psicología de la sumisión» (97) para normalizar la miseria mental y sus peligros. Pero los suicidios aumentaban: una seria investigación colectiva (98) aportaba porcentajes escandalosos sobre la relación directa entre crisis y suicidio.

Volvía a confirmarse lo que ya se sabía desde hacía tiempo: las relaciones entre miedo y control político (99), en una sociedad que no podía resolver necesidades básicas como vivienda (100) y trabajo, lo que empeoraba la salud psicosomática del proletariado. Poco antes de la aparición pública del coronavirus un estudio afirmaba que: «En pleno 2019 no hace falta colgarse de un andamio para jugarse la vida. La precariedad, el estrés y el exceso de trabajo también enferman. Y matan. Matan mucho más que los accidentes» (101).

5.- SINRAZON, TERROR DURO Y BUEN TERROR

La irrupción del Covid-19 hizo que apenas se conociera el resultado de un estudio según el cual la burguesía yanqui y británica vivía un promedio de casi 10 años más y mejor que el proletariado (102), confirmando los resultados de otros muchos estudios al respecto. La imposición de una vida trabajadora peor y más corta, destruye de raíz la satisfacción cualitativa de las «necesidades radicales»: libertad, justicia, igualdad, conocimiento. Esta sobrexplotación inhumana es una de las causas de que el coronavirus mate más al proletariado y al campesinado que a la burguesía. También es una de las razones que explican por qué sectores alienados de las masas populares se aferran a creencias como salvavidas, y por qué las burocracias religiosas redoblan sus ataques al método racional de pensamiento, y su fobia misógina (103), involución reforzada por el proceso de beatificación de la reina Isabel I de Castilla (104), un auténtico asalto a la razón en su forma histórica por lo que supuso esta reina en el empeoramiento de las condiciones de vida de los pueblos explotados en su época.

El cristianismo es un poder irracional que supedita la salud humana y las «necesidades radiales» a lo que dicen que es la voluntad de un supuesto dios. El fanatismo cristiano por realizar sus cultos esotéricos y mistéricos, de encantamientos mágicos tomados del politeísmo, en especial el canibalismo ritual del Sacramento de la Comunión, facilita que haya un verdadero canibalismo pero en beneficio del Covid-19 que puede alimentarse de carne humana en esas reuniones: «En situaciones de crisis como la actual, los fundamentalismos religiosos (de todas las confesiones) se oponen a las regulaciones humanas a la ley de dios, exigiendo obediencia a mandatos divinos que supuestamente interpretan y gestionan […] El lógico temor que genera la pandemia permite a los líderes fundamentalistas apelar al discurso apocalíptico y aconsejar a los pecadores un regreso a la verdad revelada.» (105). O por decirlo de otro modo:

«La religión es la máxima expresión de la alienación del ser humano, que “transfiere” su impotencia para cambiar el presente a unos seres que sólo existen en su cabeza. Pero como toda ideología, para que tenga fuerza real, tiene que expresarse en organizaciones: las iglesias son las cristalizaciones de las ideas que bullen en la cabeza de los seres humanos. Esa alienación surge de la impotencia frente a la naturaleza, fuerza incontrolable para los seres humanos; bajo el capitalismo y su economía, la “mano oscura del mercado”, etc., que actúa frente a los seres humanos como cualquier fuerza de la naturaleza, fuera del control de la voluntad humana; o bien frente a los dos al unísono.

En el capitalismo la alienación se complica con la cosificación de las relaciones sociales, deshumanizándolas hasta el extremo; el mercado es el lugar (¿”paraíso”?) en el que los seres humanos se relacionan, comprando y vendiendo sus mercancías y donde está atrapada la voluntad individual. El extremo al que conduce esta alienación es la reificación, la atribución a las cosas, y especialmente a una, el dinero, de cualidades humanas. […] una sociedad que tiene ese alto nivel de racionalidad en su desarrollo no ha sido capaz de abolir, de desterrar la superstición, la irracionalidad y la religión de sus vidas.» (106).

El Covid-19 está desbordando los débiles sistemas de contención del irracionalismo, y ha agudizado el choque de clases y de políticas de clase entre la razón y la sinrazón (107), choque que se ve claramente en las movilizaciones fascistas al alza (108), en los ataques a la ciencia (109) de la Administración Trump, etc. De este modo, por un lado, tenemos que:

«El mundo contemporáneo se rige por un rumbo incierto y volátil que, en su maremágnum, tiende a perder sentido ante nuestros ojos y parámetros mentales. La instauración de esta era de la incertidumbre no sólo dinamitó aquello que considerábamos como dado y seguro, sino que también arraigó incredulidad y descrédito respecto a la ciencia. Como parte de este síndrome de la desconfianza –que es, en sí, una desconfianza hacia “el otro”– se impusieron los demagogos que masacran y trivializan la palabra y que se tornan vendedores de humo desde las cavernas de la reacción o del progresismo, aún sin ser especialistas en casi nada más que la calumnia y la intriga.

Este negacionismo –financiado, sobre todo, por la decadente industria petrolera– es una especie de desprecio hacia el conocimiento razonado, sistematizado y riguroso, que lo mismo proviene de las clases dirigentes que de los sectores populares, en sus afanes por trivializar la verdad. El fundamento de esta actitud displicente es el arribo de un mundo postfactual, regido no por los hechos susceptibles de contrastación y confirmación, sino por el resorte de las pulsiones y emociones más primitivas de los individuos. El mundo fenoménico da paso a los llamados “hechos alternativos” (los alternative facts de Kellyanne Conway, consejera presidencial de Donald Trump) que encubren la mentira y el engaño maniqueísta.» (110) .

Por otro lado tenemos que, según Muñoz, varias décadas antes del 2000 empezaron a surgir debates sobre la razón y la racionalidad (111) en las teorías del conocimiento, mostrando la creciente preocupación por esta problemática. Pero lo que aquí y ahora nos interesa es constatar cómo el irracionalismo se oculta y se refuerza con dosis de racionalismo. Por el lado de la irracionalidad global, H. Krivine critica con toda lógica el avance de la «miseria intelectual» (112), es decir el aumento del irracionalismo y de la religión, peligro ante el cual hace un llamando a la defensa a ultranza del método racional y científico de pensamiento. Por el lado de la racionalidad parcial, otro colectivo hace un llamamiento a la muy necesaria lucha contra la dominación digital (113), contra el mito reaccionario de que es la tecnociencia la que nos salvará de la hecatombe, cuando en realidad nos sumergerá en algo infinitamente peor que el panóptico de Bentham. Ya antes del Covid-19 había quedado establecido que:

«El miedo es el mensaje, mensaje que el aparato ideológico de nuestras sociedades democráticas llamadas “avanzadas”, articula. Miedo necesario para justificar y para llevar a cabo, por parte del Estado, el control –cada vez más técnico– en aras de la seguridad de sus súbditos/ciudadanos. Miedo a la crisis, miedo a no llegar a fin de mes, miedo al terrorista, miedo al otro, miedo al migrante, miedo a los bárbaros, miedos que se acumulan hasta llegar al miedo. Miedo que vertebra nuestras sociedades militarizadas.» (114)

Y ahora crece el miedo atávico al Covid-19 porque, al ser atávico, surge de nuestra antropogenia y vuelve a ella reforzado por la alienación social. Mediante esta ida y vuelta, se produce un salto cualitativo bifronte, con dos caras. Una es la del terror bruto: que el proletariado muera, se suicide en beneficio de la burguesía yendo a trabajar con alto peligro de contagio, levantando la cuarentena antes de tiempo, reduciendo las pruebas y la curación, reduciendo la asistencia en los domicilios, etc. Esta es la exigencia social-darwinista de cada vez más ideólogos del capital internacional: activar la producción de valor y la obtención de beneficio a costa de la vida humana. Dado que el virus no destruye materialmente fábricas, trenes, campos, hospitales, puentes, líneas eléctricas, ciudades, barcos, laboratorios, escuelas, presas y embalses…, como en la guerra de 1941-45 que revivió al capitalismo, ahora y para salir de esta crisis al menos hay que destruir fuerza de trabajo mientras el imperialismo organiza una «guerra global» (115).

La otra cara que refuerza la efectividad del terror duro es el «buen terror» (116). Sobre la primera forma de terror no vamos a decir nada que no se sepa, sólo recordar que el mismo gobierno español reconoce que en los últimos diez años se han realizado más de 950 torturas (117) en las cárceles, lo que sugiere que el número real será mucho mayor, sin contar los malos tratos y otras formas de tortura que se han podido dar en comisarías. El «buen terror» es el que se empieza a sufrir en Chile, pero que es una táctica común a la contrainsurgencia, también contra Euskal Herria: bajar la dureza de la represión física y aumentar la legal, las multas especialmente contra las protestas en barrios obreros (118), las incautaciones de cuentas (119), las detenciones, el cierre de locales y gaztetxes (120), la censura, los despidos, las restricciones de derechos…, diciendo que se hace para frenar la pandemia en bien de la «ciudadanía»

El «buen terror», con poca violencia ni visible ni estridente, busca crear la mayor «normalidad social» posible dentro de la pandemia mediante la legitimación de la «figura del Amo» en nuestros miedos e incertidumbres, camuflando la patología de la obediencia con la excusa de la «responsabilidad ciudadana». La «normalidad social» es, entre otras cosas, también la tapadera de la legitimación del principio de autoridad que protege los abusos represivos (121), «buen terror» que necesita la burguesía de cara a elecciones cercanas, para colar medidas sociales duras, etc., sin que esos recortes de la democracia azucen la autoorganización obrera y popular primero defensiva y luego ofensiva.

Autoorganizaciones defensivas empiezan a aparecer ante el incremento represivo, danto razón a los temores de la burguesía española (122) y francesa (123), clase social que al margen ahora de sus diferencias estatales sabe que las durísimas medidas que quiere imponer para recuperar y sobre todo aumentar su tasa de ganancia, serán duros golpes sobre la clase proletaria, sobre la mujer trabajadora especialmente. En Madrid, poco más de 100.000 personas, por ahora, sólo pueden alimentarse gracias a la ayuda mutua (124), y todo indica que son bastantes decenas de miles de personas que padecen subalimentación y malnutrición.

Naturalmente, entre ambos extremos hay muchas variantes y mezclas que deben estudiarse en cada caso, pero que se mueven dentro del círculo de fuego determinado por la política del imperialismo yanqui que se desploma del desorden a la agonía (125), según la feliz expresión de H. Polo. Viendo esto, podemos aplicar al miedo y a la inseguridad creada por el Covid-19 algunas de las conclusiones extraídas por G. Kessler en su estudio sobre los efectos paralizantes provocados por la manipulación burguesa del crimen, del delito y del riesgo de «salir a la calle». Ante la remota posibilidad de que seamos asaltados por un atracador, «la gestión de la inseguridad» que hace el Estado le legitima para aconsejarnos que, en bien de nuestra tranquilidad, mantengamos una distancia interpersonal suficiente (126) para reaccionar a tiempo. Debemos distanciarnos de los demás, evitar zonas y horarios peligrosos, e implorar protección al Estado para prevenir un hipotético ataque: cedamos voluntariamente derechos para obtener seguridad que nos proteja.

Como hemos visto, en los ’70 el dilema era: tranquilidad o libertad. Medio siglo después era: seguridad o derechos. Tras el Covid-19 es: tranquilidad y seguridad a costa de libertad y derechos. Si ante el peligro de un atracador la autoridad aconseja una distancia de seguridad, una especie de glacis militar que dé tiempo a responder, frente al Covid-19 esta distancia también ha de mantenerse pero con una diferencia cualitativa mucho más destructora de la socialidad humana: cualquier persona puede infectarnos, todas son sospechosas y potencialmente dañinas, mientras que la estadística demuestra que los asaltadores, cacos, maleantes y malandrines son muchos menos y más fácilmente identificables. Mientras no se invente una vacuna gratuita, se nos dirá que recelemos y desconfiemos de todo: sólo el Estado burgués puede salvarnos:

«Este miedo, que ya se extiende a la vida cotidiana de los individuos y a sus relaciones sociales, induce la necesidad de bioseguridad ante la amenaza viral. Primero se extiende como desconfianza hacia el vecino, el compañero de trabajo y al desconocido que transita por las calles. Todos somos sospechosos y ello erosiona los lazos de la cohesión social, virtualiza las relaciones y entroniza el individualismo. Instalado el miedo como sensación a flor de piel y la desconfianza como actitud cotidiana, la bioseguridad se erige como la nueva narrativa dotada de significaciones que posicionan a la muerte en el horizonte. Nada es más efectivo que explotar la vena de la inestabilidad, vulnerabilidad y fragilidad humanas en aras de construir el poder y los mecanismos de control sobre los cuerpos y la mente» (127).

Una década después de G. Kessler, R. Aronskind, sostiene que la derecha va «camino de una irracionalidad creciente», que dentro del imperialismo yanqui cunde la alarma y con ella la opción más reaccionaria, que la prensa distorsiona la realidad, porque frente al peligro de los atracadores en la calle, como hacía una década, ahora está el peligro mortal del Covid-19 y de su irracionalismo. ¿Cómo impedir el auge del irracionalismo? Según el autor, recurriendo al Estado: « De quien sí cabe esperar el esfuerzo de romper con los comportamientos irracionales, antisociales, es del Estado, acompañado por las organizaciones sociales y políticas que comprendan su rol en este momento histórico. En la pandemia, y en la pos-pandemia, lo mejor que nos puede pasar es que el Estado descubra que es capaz de “plantarse” frente a los intereses facciosos, y movilizar el respaldo de la gran mayoría para defender lo público, lo colectivo, el interés general.» (128).

Nuestra pregunta es: ¿puede el Estado actual «“plantarse” frente a los intereses facciosos, y movilizar el respaldo de la gran mayoría para defender lo público, lo colectivo, el interés general», sin enfrentarse a muerte al imperialismo y a la burguesía “propia”? ¿Puede nacionalizar la industria farmacéutica bajo control obrero sin enfrentarse a los grandes capitales (129) que la poseen en propiedad privada? ¿Puede hacerlo sin asestar un duro golpe a la poderosa trama de intereses de toda índole que ahora se enriquecen con la pandemia (130), y que lo seguirán haciendo cuando acabe? ¿Puede expropiar a gigantescas corporaciones como Amazon, Novacyt y tantas otras sin chocar con la propiedad capitalista mundial concentrada en menos de treinta personas (131), que con la ayuda los Estados llevan años enriqueciéndose con la mercantilización de la salud? (132)

La respuesta es que, además de tener el apoyo de la gran mayoría, debe tener una voluntad decidida para afrontar todos los ataques del imperialismo sanitario que estará apoyado por el imperialismo en su totalidad. Sin esta radical decisión política de luchar por su soberanía sanitaria y de movilizar permanentemente a la gran mayoría en esa lucha, fracasará. La experiencia histórica enseña que solo así puede lograrlo: un ejemplo de ello es, además de Cuba, Venezuela, que resiste un salvaje ataque contra su salud (133) y su economía que, hasta mayo de 2019, le había causado más de 40.000 muertes (134). El Covid-19 eleva esta lección a un nivel superior porque ahora más que nunca antes, la crisis actual es una «crisis de racionalidad»:

«Si todo entra en crisis es porque la crisis ha constituido al sujeto en objeto de la crisis. El sujeto renuncia a su condición de sujeto y transfiere al fenómeno su propia voluntad; entonces se produce la incertidumbre y la crisis ya no se la enfrenta, sólo se la padece. Porque comprender y entender la crisis sería ya, de algún modo, más que enfrentarla, superarla; pero esto presupone un conocimiento que debiera estar a la altura de la crisis y dé razón de la crisis.» (135).

Toda crisis de racionalidad se malvive, se padece, en su límite objetivo histórico. El límite subjetivo de la crisis de racionalidad solo puede superarse mediante la ruptura de la objetividad histórica, mediante la revolución. El miedo y el conjunto de irracionalismos que estamos viendo, tienen también la función de reforzar la obediencia para impedir que la subjetividad se emancipe y supere el límite de la objetividad. Son muchas las investigaciones que profundizan en las relaciones entre el Covid-19 y los efectos paralizantes que tiene el miedo (136), empleado por gobiernos criminales para intentar derrotar luchas populares, como explica M. Constanzo.

Recordemos que el vacío existencial, la depresión, el estrés, la ansiedad y otros problemas psicológicos, también refuerzan la dominación capitalista (137). Todo indica, por tanto, que puede generarse una situación de irrealidad que se expresa así: «Cuando se acabe la crisis del Covid-19 (o como se llame) y respiremos aliviados, la crisis capitalista nos parecerá mucho más llevadera» (138). La sinrazón sólo puede ser vencida por un movimiento de masas, por la lucha de clases, que reinstaure la razón explicando y demostrando en la práctica que, por ejemplo, la fantasía del «buen capitalismo» queda destrozada cuando la Factoría Disney deja de pagar el salario a 100.000 trabajadores (139), Nissan va a hacer lo mismo con otros 20.000 y Renault podría desaparecer (140) si no es salvada por el Estado francés.

No resulta fácil superar ilusiones en contextos de «normalidad social» porque lo aparente oculta lo real, y la apariencia es la ficción democrática, el fetichismo parlamentario. Pero el presente no es «normal». Hace muy poco hemos sabido que Trump ha reiniciado su ataque a la misma base de la democracia burguesa intentando restringir las posibilidades de las clases trabajadoras para votar (141), tendencia represiva hacia formas de dictadura más acentuada en los EEUU pero que, con otras tácticas no tan directas, laten o se activan en muchas «democracias consolidadas». Estas y otras propuestas buscan ampliar el sistema represivo para, en su momento, aplastar el movimiento de masas a favor de la razón, el conocimiento y la libertad, mediante la activación de las reservas de irracionalidad.

Mientras Patxi Ruíz, paradigma de la racionalidad, está a punto de ser asesinado por el orden irracional aplicado ahora por el PSOE, identificable por su historia de represión (142), y por UP, identificable por su sumisión (143) al poder, mientras esto sucede, ¿Cuánto podemos esperar ya que el tiempo de acaba (144) mientras avanza la sinrazón y la crisis? Las soluciones dadas por el reformismo abertzale a la situación de Patxi Ruiz, que se encamina del drama a la tragedia, se centran en el posibilismo de la utilización del marco legal español (145).

Una alternativa contraria la tenemos, salvando las distancias, en la propuesta de la izquierda argentina ante la exigencia del imperialismo de que el Gobierno pague la inmensa deuda contraída por la burguesía, que no ha beneficiado al pueblo, sino que lo ha encadenado más. Frente al reformismo que propone negociar las posibles formas de pago, la izquierda propone: «Hay que salir del imaginario de lo posible» (146). Propuesta idéntica a esta otra:

«Y no tenemos tiempo que perder. La pandemia pasará, todas las pandemias pasan. Pero el cambio climático, cuyas consecuencias serán infinitamente más graves, no podrá ser detenido sin abolir un sistema social depredador que se encuentra ya ante sus propios límites civilizatorios: no puede continuar desarrollándose bajo sus propias premisas. O mejor dicho: sólo puede hacerlo sumergiendo a la inmensa mayoría de la humanidad en una barbarie jamás vista. Quizá, quizá, lo más sensato sea procurar convertir esta guerra planetaria contra el COVID-19 en una guerra no menos planetaria contra la burguesía y el capitalismo. Lo primero, lo urgente, es abandonar toda expectativa posibilista, toda ensoñación reformista. Por difícil e improbable que parezca, hay que romper toda atadura política y subjetiva con el orden del capital. Sólo así se podrá imaginar un orden nuevo, que nos salve del desastre.» (147).

6.- VEINTE PROPUESTAS A DEBATE

Una de las grandes incoherencias de la izquierda mecanicista y sobre todo del reformismo es subvalorar o despreciar los nudos irracionales que atan al pueblo trabajador a la burguesía, nudos que, en contra de toda evidencia, refuerzan su dependencia política. El proletariado es encadenado mentalmente a la burguesía con el fetichismo de la mercancía, que se presenta de muchas formas para aumentar su efectividad sobre todo en la ensoñación reformista, en la fantasía parlamentarista y el posibilismo electoral, expresiones todas ellas del fetiche de la democracia burguesa.

Por esto, en la medida en que el virus del reformismo va pudriendo internamente un movimiento revolucionario, en esa medida se descompone, su ratio se transubstancia en irratio, en creencia irracional en milagros y fantasías imposibles dentro de la dictadura del capital. ¿Cómo revertir en la medida de lo posible esta involución? Proponemos a debate esta veintena de puntos.

1) La primera cuestión a resolver es la del método de estudio de las contradicciones: materialista o idealista, dialéctico o metafísico. No es una «paja intelectual» sino una exigencia ineludible de la praxis. El materialismo sostiene que los procesos, también los espirituales, nacen, existen y mueren por causas inmanentes, internas a la concatenación universal que las enlaza como totalidad. El Covid-19 y el capital, con sus diferencias, surgen sin embargo de las contradicciones internas socionaturales, no son creadas por dioses malvados y vengativos, que trascienden a la humanidad. La inmanencia de la materia explica por qué ésta es objetiva, cognoscible y transformable sólo desde su interior, nunca desde espíritus. La dialéctica sostiene que todo cambia, nada permanece, todo está interrelacionado, la lucha de contrarios es la vida y la muerte de los procesos, y la desencadenante de la aparición de lo nuevo. Pero la dialéctica no es un manual con fórmulas, sino que sólo se descubre en la inmanencia de los procesos. Materialismo y dialéctica tienen una unidad interna que explica que todo lo que existe debe perecer. El reformismo es por ello mismo incompatible con esta unidad dialéctico-materialista.

2) La crisis de «capivirus» de inicios de 2020 ha integrado en sus formas y en su novedad histórico-genética los fundamentos de la crisis del capital en su identidad de contrarios genético-estructural. Recordemos que, según la dialéctica, lo causal es menos importante que lo fundamental. Pero lo causal, por serlo y por responder a lo posible, también expresa el antagonismo interno a lo fundamental. El Covid-19 es la causa de la crisis del «capivirus», pero podían haber sido otros virus, o un avatar inesperado como una cadena de erupciones volcánicas o el choque devastador de un asteroide, o… Pero era más posible que fuera el Covid-19 o alguna otra epidemia grave porque los fundamentos del capitalismo habían creado las condiciones objetivas para que se materializara la posibilidad del Covid-19, posibilidad que, en silencio, se transformó en probabilidad, como se venía advirtiendo desde colectivos que aplicaban la razón a la dialéctica de la naturaleza.

3) Es así que, en el tránsito de lo posible a lo real, pasando por lo probable, tenemos la actual crisis. Así comprendemos mejor la concatenación de contradicciones del sistema socionatural bajo la presión del capitalismo senil, del coronavirus y de la incapacidad de la burguesía occidental: acumulación cuantitativa de procesos diferentes, opuestos y contrarios que, de repente, estalla en la aparición de algo nuevo: «capivirus». Todas las crisis sistémicas del capital son idénticas en su universalidad, diferentes en sus particularidades y únicas en sus singularidades. Pero de la misma forma en que la crisis de 1873 creó las condiciones para la lucha a muerte entre el imperialismo y el antiimperialismo; la de 1929 creó la de la lucha a muerte entre el fascismo y el socialismo; la de finales de 2019, espoleada por las de 1968-73 y la de 2007, ha confirmado el antagonismo entre el capital y la vida, elevándolo a un nivel más destructivo porque la «venganza de la naturaleza» es ya incuestionable. La pandemia político-económica del capital desde el siglo XVII, como Moloch irracional, con su tenaz lucha de clases interna, ha llegado en el presente a este nivel histórico-genético:

4) Desproporción creciente entre las fuerzas productivas y la reducida capacidad del consumo. Incapacidad del capital para iniciar una larga y significativa fase tendencial de aumento de la tasa media de ganancia, a pesar de toda la propaganda sobre la actual «revolución industrial» que, según auguran, se introducirá para superar la catástrofe del coronavirus, como teletrabajo, inteligencia artificial, nano y biotecnología, robótica, etc., aplicados a todas las ramas económicas. Lo que agudizará la contradicción entre superproducción y subconsumo en un mundo más empobrecido cada día. Además, se incrementan los sobrecostos causados por los desastres socioecológicos, el calentamiento climático, el agotamiento de los recursos, el despilfarro irracional, y la ruptura del metabolismo social, la brecha metabólica que facilita el incremento de enfermedades, epidemias, pandemias…

5) Por un lado, concentración y centralización de la propiedad del capital en una parte ínfima de la población; por el otro lado, proletarización generalizada. Reducción de la fuerza de trabajo cualificada frente al incremento incontenible de la precarizada, descualificada, autoexplotada, analfabeta funcional. Feminización de la fuerza de trabajo, esclavismo contemporáneo, subempleo, pluriempleo intermitente, desempleo estructural, depauperación relativa y absoluta, deterioro psicosomático por la sobreexplotación y tendencia fuerte al alza de reacciones irracionales.

6) Sobreabundancia de capital que no se invierte tanto en la producción de bienes de producción, como sí lo hace sobre todo en servicios, mercados financiero-especulativos y de alto riesgo, producción de bienes de destrucción, consumo suntuario, economía sumergida e ilegal… Imparable aumento estratosférico de la deuda global mundial y del capital ficticio sin soporte de valor material. Empleo de la deuda como medio de encadenamiento, explotación y opresión.

7) Militarización y politización de la tecnociencia como parte del capital constante fijo; mercantilización de la Universidad convertida en industria subsidiaria de la tecnociencia, de las grandes corporaciones y de los Estados que la controlan férreamente por medio de subvenciones, convenios y contratos públicos o secretos cuando están relacionados con la industria militar y represiva. Tendencia al alza de la conversión de las Universidades en empresas imperialistas que penetran en países empobrecidos, compran tierras e intensifican la colonización y guerra culturales. Incremento del fraude, copia y robo científico debido a las exigencias de la competitividad mercantil en la tecnociencia; exclusión de la ciencia-crítica porque no es rentable, explotación de las y los trabajadores en la tecnociencia.

8) Ataque a los derechos y libertades concretas de la humanidad explotada, militarización intensiva con el apoyo de ejércitos terroristas privados con sus propias cárceles y leyes fácticas, reforzamiento de las burocracias invisibles –«Estado profundo», «poder en la sombra», «cloacas»– inaccesibles al cada vez más débil y corrupto control parlamentario y pudrimiento de éste por las redes lobistas y las puertas giratorias. Mejora de la centralización estatal del terror duro y del buen terror, del neofascismo y de los irracionalismos que se diversificarán para intentar controlarlo todo.

9) Amplia impunidad de las grandes corporaciones y conglomerados para imponer sus planes a los Estados débiles y para burlar los acuerdos, convenios e instituciones internacionales en su carrera hacia la total mercantilización de la vida, apoyados por sus Estados-cuna, con el objeto de adecuar la Lex Mercatoria al capitalismo. Incumplimiento descarado y cínico de acuerdos internacionales firmados por el imperialismo, para hacer frente al ascenso de subimperialismos y de potencias regionales, y sobre todo para derrotar la tendencia al alza de la lucha de clases en los antagonismos que enfrentan al capital y a la naturaleza, a la reproducción de la vida.

10) Agravamiento de la contradicción expansivo-constrictiva inherente a la definición simple de capital que, en las condiciones actuales, se plasma en la tendencia a reforzar el proteccionismo de los Estados para navegar en el maremoto del «copivirus», defendiéndose de la competencia desatada, de la ley de la perecuación a escala mundial, de la mundialización de las cadenas de valor, etc. En este contexto, la definición simple de capital explica las alianzas regionales entre burguesías fuertes y débiles para crear Estados más amplios que les protejan frente a otras alianzas regionales más poderosas. El proteccionismo al alza integra así los intereses de la potencia dominante en primer lugar; en segundo lugar los de las burguesías estatales más débiles; y en tercer lugar los de las burguesías que han renunciado a su Estado independiente aliándose con el Estado que oprime a su pueblo, reprimiendo su derecho a la independencia.

11) Negativa feroz del imperialismo a las propuestas de reformar los organismos internacionales que plantean otros Estados y pueblos, y que afectan al FMI, BM, OMC, ONU, etc.; intentos de control absoluto de la OPEP; presiones de toda índole para controlar o hundir la OMS, la Oficina de los DD.HH., UNICEF, FAO, UNESCO y todas aquellas instituciones u organismos que puedan obstaculizar de algún modo los objetivos y la estrategia imperialista, pretendiendo extender a todo el mundo la especial crueldad yanqui contra Nuestramérica para aplastar el proyecto de la Patria Grande, su vertebración endógena y de hermandad internacional. En este punto debemos incluir el éxito del imperialismo en derrotar los llamados «procesos de negoción» entre los movimientos revolucionarios y los Estados opresores.

12) Conflictos estos en aumento que expresan parte de las crecientes tensiones en la compleja pugna por una nueva jerarquía mundial en medio de bloqueos y embargos económicos, injerencias múltiples, provocación de conflictos y guerras regionales por el imperialismo. Empleo creciente de la sed, hambre, enfermedad, incultura, miedo, racismo e irracionalismos como armas biológicas de exterminio de fuerza de trabajo explotable y «sobrante». Alarmante reducción del umbral temporal de prevención y solución de súbitas crisis prebélicas por accidentes azarosos, por espionaje, por colisión fortuita o provocada de intereses en zonas geoestratégicas, y por el expansionismo militar dirigido por Trump que pueden acabar en hecatombe si no se desactivan rápidamente.

13) El Covid-19 lo ha exacerbado todo, en especial el choque entre la razón y la sinrazón. Desde la agroindustria hasta la credibilidad de los Estados; desde las mafias sanitarias hasta la incompetencia burguesa; desde el recorte de libertades y la prepotencia represiva hasta el egoísmo de la burocracia cristiana; desde las triquiñuelas de grandes empresas y bancos enriqueciéndose acosta de las masas obreras en la cuarentena y de las inmensas ayudas estatales, hasta la fulgurante reorganización de narcos, proxenetas, ladrones, timadores; desde la masiva mentira planificada de la extrema derecha y el neofascismo, con miles de cuentas en la red para manipular, engañar y amedrentar, hasta el envalentonamiento de las zonas residenciales que se han lanzado a aplaudir en la calle a Franco y a Hitler; desde las voces a favor de la eugenesia hasta la quema de trigales en Siria por los yanquis para que el pueblo hambriento abandone sus tierras…

14) El reforzamiento del imperialismo franco-español, que corresponde a la fase actual de la contradicción de la definición simple de capital antes vista, indica que no estamos ante una medida pasajera, coyuntural. Es una necesidad básica para recuperar el poder económico-político cara a la represión interna de las luchas que surgirán en protesta a las salvajes medidas de ajuste salarial directo, diferido en forma de jubilaciones y pensiones, e indirecto, el de los débiles servicios públicos, sociales y asistenciales. Sin ellas el capital francés, y el español sobre todo no podrá pagar su deuda, apenas recibirá más préstamos, no podrá modernizar un poco la industria para aumentar la productividad del trabajo y con ella la competitividad, no tendrá apenas recursos para la intensa militarización que viene, no podrá apoyar masivamente a las grandes empresas del subimperialismo hispano, tal vez tenga muy ligeros problemillas con las burguesías vasca y catalana y en menos medida con las otras autonomías, etc…Es decir: es una necesidad imperiosa.

15) La dominación franco-española va unida al rebrote de diversos irracionalismos. Citamos algunos: el fetichismo de la «gran nación» francesa o española en sectores de la población vasca del norte y del sur, con sus variantes políticas específicas, que, en su unidad, reprime la mínima posibilidad de satisfacer las «necesidades radicales» tal cual se presentan en Euskal Herria; el fetichismo de la nación vasca abstracta e interclasista reducida mayoritariamente a «Euzkadi», en vez de la nación trabajadora concreta, nucleada por el proletariado que vertebra a toda Euskal Herria. El fetichismo de la cultura vasca mercantilizada y «neutral», masivamente en francés y español, con dependencia estructural de la industria cultural yanqui, que ha cooptado política, egoísta o asalariadamente a casi toda la casta académica y cultural. El fetichismo de la «paz», la «democracia» y la «normalidad social» en un orden mundial amansado por la «gobernanza» europea e internacional… Hay otras expresiones fetichistas más irracionales: el machismo, el racismo y fascismo, la religión y sobre todo el mito de la «mano invisible del mercado»

16) Esta «reserva de irracionalidad» se moviliza respondiendo a dos impulsos: uno consciente, el de la burguesía y sus aparatos de alienación; el otro, la autonomía relativa del propio submundo irracional que opera por sí mismo bajo la presión de las condiciones subjetivas y objetivas. La burguesía sabe cómo azuzar y dirigir hacia objetivos concretos esa relativa autonomía de lo irracional, por ejemplo, la bazofia reaccionaria planificada desde los ’90 siguiendo el Plan ZEN de 1983, con programas televisivos, películas, «informativos», etc., más el papel de la Iglesia, la intervención de la «sociedad civil», de la «democracia sindical», del lazo azul, etc., todo ello bien reforzado por las represiones múltiples y por la desestructuración del proletariado a consecuencia del neoliberalismo. Ahora, aunque la pandemia baje en letalidad e incluso sea vencida, su impacto emocional profundo unido al empeoramiento de las condiciones sociopolíticas y democráticas, ofrece al capital nuevos espacios de manipulación, sobre todo los que se refieren al reforzamiento del centralismo estatal, al nacionalismo más fascista, al miedo a la libertad y a la necesidad del Amo protector, etc.

17) La izquierda abertzale debe comenzar la lucha contra la sinrazón. Las lecciones acumuladas por la praxis revolucionaria desde, al menos, la mitad del siglo XIX en lo que concierne a la lucha contra el irracionalismo genérico capitalista, indican sobre todo cinco vías de una misma estrategia: Una, la verdad derrota a la sinrazón siempre que surja de y vuelva a la praxis, enriquecida por la lucha. Dos, la movilización de masas, la fuerza popular y obrera en la calle, es la única garantía además del requisito previo a cualquier presentación de una alternativa general: un avance práctico vale más que cien programas. Tres, el objetivo de Estado Socialista Vasco ha de vertebrar la muy enriquecedora diversidad de luchas contra todas las opresiones: nunca ha de intentar suplantarlas. Cuatro, la «revolución de la cotidianeidad» es parte sustantiva de la revolución en su conjunto, porque es en la subjetividad fetichizada y en la falsa «intimidad» de lo personal en donde la sinrazón tiene su más fuerte anclaje reproductor: es cierta la frase «lo personal es político» pero en un sentido y en su contrario. Cinco, la libertad/derecho proletario y la libertad/derecho burgués son inconciliables: el antagonismo entre razón y sinrazón debe sentirse, verse, olerse, palparse, debe llegar al fondo de la obediencia y del miedo para elevarse a la conciencia revolucionaria.

18) Es necesaria una perspectiva histórica que oriente estos aspectos mucho más allá del objetivo del Estado Socialista, porque éste sólo es un paso para avanzar de forma segura a una sociedad humana, la comunista. La perspectiva histórica ha de estar presente siquiera en su ideario básico en todas las reivindicaciones, enseñando que ninguna de ellas está segura dentro del capitalismo. Por ejemplo, cualquier lucha por la mejora de la salud no ha plantearse sólo desde y para la obtención de una salud pública, estatal, gratuita, objetivos que empiezan por la lucha por el control inmediato por consejos de trabajadores conectados con las necesidades sociales y la autoorganización obrera y popular, etc.; todo esto es necesario. Pero también lo es plantear la estatalización de la farmaindustria para la soberanía sanitaria dentro un internacionalismo vital; sobre todo, popularidad otro concepto de salud humana no constreñida por las limitaciones capitalistas, no supeditada al valor de cambio, sino, además de desmercantilizada, sobre todo centrada en la concepción comunista de la especie humana, no aplastada por la ley del valor ni por el trabajo abstracto. Esta perspectiva ha cohesionar todas y cada una de las reivindicaciones porque es la única manera de vencer a la sinrazón en la vida diaria.

19) A la vez, luchar por la recuperación bajo control obrero de la sanidad privada, o de toda industria decisiva y necesaria para el bienestar popular en la actual crisis capitalista salvaje, requiere de una creciente movilización de masas que temprano o tarde chocará con la burguesía por la simple razón de que busca expropiarla de su capital y su Estado, para destruirlos. Sin debatir abiertamente y mejorar esta necesidad con el pueblo trabajador, es imposible, primero, debilitar a la sinrazón y fortalecer la razón. Segundo, mostrar a las múltiples reivindicaciones en luchas concretas que debajo de sus particularidades y singularidades hay una contradicción objetiva que lo determina todo: la plusvalía. Tercero, integrar a sectores de la pequeña burguesía para que se sumen a la lucha popular, e intimidar y asustar a sus sectores reaccionarios y a la burguesía en su conjunto, paralizándolos e impidiendo que contraataquen. Cuarto, crear la fuerza popular que, si lo decide así, lleve al parlamento el creciente movimiento de masas en la calle, haciendo del parlamento un campo de batalla táctico supeditado a la guerra social que se libra sobre todo en el exterior. Quinto, crear la red de organizaciones de vanguardia, de sindicatos sociopolíticos, de movimientos populares, de asociaciones y grupos sociopolíticos que luchen en todas las reivindicaciones, capaz de resistir sin graves daños en su capacidad la inevitable escala represiva que se producirá. Y sexto, avanzar en la coordinación del internacionalismo proletario.

Y 20) Son varías las tareas inmediatas que debiera realizar esta necesaria red de confluencia de los colectivos que forman la actual izquierda abertzale, siendo las más urgentes en esta fase: una, superar los sectarismos y personalismos confluyendo en las movilizaciones diarias; dos, estudiar crítica y constructivamente todas las propuestas, alternativas y reivindicaciones de los colectivos en lucha para elaborar un programa estratégico, otro de transición y otro táctico; y tres, divulgarlo masiva y pedagógicamente.

1 Carlos Aznárez: S.O.S. por Patxi Ruíz, preso político vasco en lucha por sus derechos. 16 de mayo de 2020 http://pakitoarriaran.org/articulos/sos-por-patxi-ruiz-preso-politico-vasco-en-lucha-por-sus-derechos

2 Véase: El Covid-19 y la cuestión del poder. 26 de marzo de 2020. Disponible en la red.

3 Véase: De las subcrisis al Covid-19: 1987,1991, 1994, 1996, 2001, 2007… (1 de 2) Doce apuntes sobre marxismo (XI de XII). 13 de abril de 2020. Disponible en la red.

4 BGD: Mezcla explosiva de miseria, represión y fascismo. 25 de mayo de 2020 https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/05/25/mezcla-explosiva-de-miseria-represion-y-fascismo/

5 Lisímaco Velasco: Nadie estaba preparado. 2 de mayo de 2020 https://diario-octubre.com/2020/05/02/nadie-estaba-preparado/

6 Oriol Güell: Los guardianes de la salud europea subestimaron el peligro del virus. 13 de mayo de 2020 https://elpais.com/sociedad/2020-05-18/los-guardianes-de-la-salud-europea-subestimaron-el-peligro-del-virus.html

7 R. Rejón, A. Gil: Las farmacéuticas rechazaron investigar en prevención de pandemias como la Covid-19 en la entidad mixta de medicamentos de la UE. 25 de mayo de 2020 https://www.eldiario.es/sociedad/farmaceuticas-rechazaron-COVID-19-medicamentos-UE_0_1029947343.html

8 Stella Calloni: Un imperio en decadencia. Terrorismo residual y fundamentalismo bárbaro. 30 de abril de 2020 https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/04/30/pensamiento-critico-un-imperio-en-decadencia-terrorismo-residual-y-fundamentalismo-barbaro/

9 Renán Vega Cantor: Coronavirus y filantropicapitalismo. 20 de mayo de 2020 https://rebelion.org/autor/renan-vega-cantor/

10 Thomas Piketty: Esta crisis económica global torna aún más relevante un plan de alivio de la deuda. 10 de mayo de 2020 https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/thomas-piketty-esta-crisis-economica-global-torna-aun-mas-relevante-un-plan-de-alivio-de-la-deuda-nid2363524

11 Andoni Baserrigorri: Nadie, ninguna organización, puede negar el derecho a crear algo nuevo. 18 de diciembre de 2018 https://www.boltxe.eus/2018/12/18/inaki-gil-de-san-vicente-nadie-ninguna-organizacion-puede-negar-el-derecho-a-crear-algo-nuevo/

12 Marat: El fascismo amenaza la vida para recuperar el beneficio del capital. La única respuesta posible es de clase. 24 de mayo de 2020 https://diario-octubre.com/2020/05/24/el-fascismo-amenaza-la-vida-para-recuperar-el-beneficio-del-capital-la-unica-respuesta-posible-es-de-clase/

13 Daniel Bernabé: La trampa de la diversidad. Akal, Madrid 2018, p. 177.

14 Véase del autor: Cinco lecciones básicas de las movilizaciones antifascistas. 16 de abril de 2019 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/cinco-lecciones-basicas-de-las

15 M. de la Fuente, Ll. Rodríguez Algans, J. Bernal Zubiri: El cierre temporal de la producción en época de pandemia. 6 de abril de 2020 https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/04/06/el-cierre-temporal-de-la-produccion-en-epoca-de-pandemia/

16 Danilo Albín: ¿Hay más permisividad policial por el estado de alarma en los barrios ricos? El secreto que todos evitan revelar. 24 de mayo de 2020 https://www.publico.es/sociedad/hay-permisividad-policial-alarma-barrios-ricos-secreto-evitan-revelar.html

17 Andre Damon: Encubrimiento de la pandemia en EEUU culpable por decenas de miles de muertos. 23 de mayo de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/05/23/pers-m23.html

18 Anselm Jappe: Las aventuras de la mercancía. Pepitas de Calabaza. La Rioja,2016, p. 229.

19 Iker Casanova: ETA 1958-2008. Medio siglo de historia. Txalaparta, Lizarra, 2007 p. 258.

20 T. Eagleton: Por qué Marx tenía razón. Península. Barcelona 2011, p. 141.

21 T. Eagleton: Ídem, p. 126.

22 K. Marx: El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte. Progreso. Moscú 1978, T. I, p. 408

23 Marx, Ídem, p. 405.

24 Marx, Ídem, p. 416.

25 Marx, Ídem, pp. 433-434.

26 Marx, Ídem, p. 443.

27 Marx: Crítica de la filosofía del Estado de Hegel. OME. Grijalbo. Barcelona 1978. Tomo 5. Pp, 58-59

28 Marx: El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte. Progreso. Moscú 1978, T. I, p. 453.

29 Marx: Ídem, p. 464.

30 TeleSur: Más de 100 intoxicados en EEUU tras palabras de Trump. 25 de abril de 2020 https://www.telesurtv.net/news/estados-unidos-servicios-emergencia-personas-intoxicadas-donald-trump-coronavirus-20200425-0010.html

31 EFE: Hombres armados en una protesta conservadora contra las medidas de confinamiento en EEUU. 21 de abril de 2020 https://www.eldiario.es/internacional/Hombres-protestas-conservadoras-confinamiento-Unidos_0_1019098667.html

32 Marx: El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte. Progreso. Moscú 1978, T. I, p. 480.

33 Marx: Ídem, pp, 495 y ss.

34 Hugues Portelli: Gramsci y la cuestión religiosa. Laia, Barcelona, 1977, pp. 130 y ss.

35 Gramsci: «La Acción católica». Ágora. Salamanca 1975, pp. 545-546.

36 W. Reich: Psicología de masas del fascismo. Ayuso. Madrid 1972, p. 32.

37 W, Reich: Materialismo dialéctico y psicoanálisis. Siglo XXI. Madrid 1974, p. 169.

38 Rafael Poch de Feliu: Fritz Bauer. 5 de marzo de 2020 https://rafaelpoch.com/2020/03/02/fritz-bauer/

39 Daniele Ganser: Los ejércitos secretos de la OTAN. El Viejo Topo. Barcelona, 2010, pp. 335-340.

40 Lukács: El asalto a la razón. Grijalbo, Barcelona 1976, p. 27.

41 Lukács, Ídem, pp. 27-28.

42 Lukács, Ídem, p. 79.

43 Lukács, Ídem, pp. 79-81.

44 Lukács, Ídem, p. 83.

45 Lukács, Ídem, p. 87.

46 Lukács, Ídem, pp. 571-580.

47 Lukács, Ídem, p. 89.

48 Lukács, Ídem, pp. 491 y ss.

49 Lukács, Ídem, p. 515.

50 Lukács, Ídem, p. 517.

51 Lukács, Ítem, p. 518.

52 Lukács, Ídem, p. 610.

53 Christoph Vandreier: Ideólogos derechistas de Alemania exigen el sacrificio de vidas humanas en la pandemia del coronavirus. 12 de mayo de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/05/12/rech-m12.html

54 Benjamín Mateus: El capitalismo contra la ciencia: las lecciones del frenesí de 36 horas sobre la vacuna Moderna. 21 de mayo de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/05/21/rech-m21.html

55 Lukács, Ídem, p. 620.

56 Lukács, Ídem, p. 628.

57 Lukács, Ídem, p. 681.

58 Lukács, Ídem, p. 690.

59 Ángela Davis: «Hitzartzea», Kartzela Kalera! Emakumea eta kartzela, IPES, 5 de febrero de 2016, Bilbo, pp. 87-115.

60 Lyuba Vinogradova: Las brujas de la noche. Pasado & Presente, Barcelona 2016, p. 135.

61 Clément Dechamps: “Dejar de fregar y tomar las armas”: la huelga de las kellys del hotel Ibis Batignolles de París. 10 de mayo de 2020 https://www.izquierdadiario.es/Dejar-de-fregar-y-tomar-las-armas-la-huelga-de-las-kellys-del-hotel-Ibis-Batignolles-de-Paris

62 Michele Mattelart: «El golpe de Estado en femenino o cuando las mujeres de la burguesía salen a la calle». Frentes culturales y movilización de masas. Anagrama. Barcelona 1977, pp. 183-213.

63 Ana Otasëvic: Mercenarios de la lucha no violenta. 3 de febrero de 2020 http://www.redangostura.org.ve/?p:3415

64 Henri Lefrèbvre: Cibernántropo. Gedisa, Barcelona 1980. Pp. 113-114.

65 Henri Lefrèbvre: Cibernántropo. Gedisa, Barcelona 1980. Pp. 165-166.

66 Redacción: ¿Quiénes son los gigantes farmacéuticos en la carrera por encontrar la vacuna? 18 de abril de 2020 https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/04/17/mercados/1587134136_328161.html

67 Vicente Clavero: Industria farmacéutica: un negocio de más de un billón de dólares que engorda gracias al coronavirus. 14 de abril de 2020 https://www.publico.es/economia/industria-farmaceutica-negocio-billon-dolares-engorda-gracias-coronavirus.html

68 William Bruno: Cuando una firma de la big pharma utiliza una pandemia… con fines financieros. 21 de mayo de 2010 https://vientosur.info/spip.php?article15984

69 Alfredo Serrano: El coronavirus abrió la era de la imprecisión y de la incertidumbre. 15 de abril de 2020 https://www.pagina12.com.ar/259391-el-coronavirus-abrio-la-era-de-la-imprecision-y-la-incertidu

70 María José Fariñas Dulce: La amenaza tecnototalitaria. 23 de mayo de 2020 https://blogs.publico.es/dominiopublico/33064/la-amenaza-tecnototalitaria/

71 Peter Brückner: «Sobre la patología de la obediencia». Psicología Política. Barral, Barcelona 1971, p. 169.

72 Peter Brückner. Ídem, p. 169.

73 Max Horkheimer: «Investigaciones psico-sociales sobre el problema del autoritarismo, el nacionalismo y el antisemitismo». Psicología Política. Barral, Barcelona 1971, p. 215.

74 Th. W. Adorno: Ensayos sobre la propaganda fascista. Voces y Culturas, Barcelona, 2003, PP, 46-47.

75 Th. W. Adorno: Ídem, p. 58.

76 Norbert Lechner: «Represión sexual y manipulación social». Sexualidad y autoritarismo. El Cid Editor. Chile, 1976. P. 63.

77 Marco Tobón: Patogénesis de la violencia fascista. 16 de enero de 2020 https://rebelion.org/patogenesis-de-la-violencia-fascista/

78 Daniel Sibony: «De la indiferencia en materia de política». Locura y sociedad segregativa. Anagrama. Barcelona 1976. P. 108.

79 G. Jervis: Manual crítico de psiquiatría. Anagrama. Barcelona 1977 pp. 89 y 207.

80 G. Jervis: Ídem. Pp. 216 y ss

81 Néstor Kohan: Nuestro Marx. Misión Conciencia. Caracas, 2011, pp. 51-70.

82 Alex Callinicos: Contra el postmodernismo. Un manifiesto anticapitalista. Socialismo y Libertad, Chile, Pp. 179 y ss el sudamericano

83 Alan Sokal y Jean Bricmont: Imposturas intelectuales. Paidós, Barcelona 1999, pp. 63-112.

84 Anselm Jappe: «Las sutilezas metafísicas de la mercancía» El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Pepitas de Calabaza. La Rioja, 2014, pp. 71-72.

85 Gordana Jovanovic: Psicoanálisis, marxismo, una vez más. Universidad de Belgrado 2016 file:///C:/Users/ERABIL~1/AppData/Local/Temp/Dialnet-PsicoanalisisMarxismo-5895423.pdf

86 Anselm Jappe: Ídem, p. 77.

87 Nicolás González Varela: Los postmodernos escriben sobre Marx, Engels o Lenin sin conocerlos en profundidad. 16 de abril de 2017 https://elsudamericano.wordpress.com/2017/04/16/los-posmodernos-escriben-sobre-marx-engels-o-lenin-sin-conocerlos-en-profundidad/

88 Facundo Aguirre: Internacional Progresista: centro izquierdismo al rescate del capitalismo. 15 de mayo de 2020 https://www.lahaine.org/mundo.php/internacional-progresista-centroizquierdismo-al-rescate

89 Francisco Erice: Foucault está claramente sobrevalorado. 14 de mayo de 2020 https://www.sinpermiso.info/textos/foucault-esta-claramente-sobrevalorado-entrevista

90 Susan Strange: Dinero loco. Paidós, Barcelona 1999, pp. 13 y ss.

91 Susan Strange: Ídem, pp. 97-117.

92 C. Berzosa, P. Bustelo, J. de la Iglesia: Estructura económica mundial. Síntesis, Madrid 1996, p. 168.

93 David Ladipo: El crecimiento del complejo carcelario-industrial en Estados Unidos. New Left Review Nº 7, Madrid 2001, p. 76 y ss.

94 Alessandro De Giorgi: Tolerancia Cero. Estrategias y prácticas de la sociedad de control. . Virus. Barcelona 2005, pp. 129 y 144.

95 Rafael Vidal Jiménez: Capitalismo (disciplinario) de redes y cultura (global) del miedo. Ediciones del Signo. Buenos Aires 2005, pp. 117-118

96 LAB: LAB Sindikatua, alerta del aumento de suicidios, depresiones e infartos por la crisis. 23 de abril de 2010 https://www.boltxe.eus/2010/04/23/lab-sindikatua-alerta-del-aumento-de-suicidios-depresiones-e-infartos-por-la-crisis

97 Javier Vallet Burguillos: La nueva psicología de la sumisión. 1 de mayo de 2011, https://kaosenlared.net/la-nueva-psicolog-a-de-la-sumisi-n/

98 AA.VV.: Aumento de suicidios como consecuencia de la crisis. 5 de noviembre de 2012 https://gara.naiz.eus/paperezkoa/20121195/370852/es/Aumento-suicidios.consecuencia-crisis

99 Armando B. Ginés: Control político y miedo capitalista. 29 de enero de 2014 https://www.boltxe.eus/2014/01/29/control-politico-y-miedo-capitalista-armando-b-gines/

100 Blanca Blay: No tendremos salud mental si la gente no tiene resueltos la vivienda o el trabajo. 12 de mayo de 2016 https://www.eldiario.es/catalunya/sanitat/mental-sigue-resuelta-vivienda-trabajo_0_515149408.html

101 MPR: La siniestralidad silenciosa: la explotación de la fuerza de trabajo conduce a la muerte y a la enfermedad. 5 de septiembre de 2019 https://diario-octubre.com/2019/09/05/la-siniestralidad-silenciosa-la-explotacion-de-la-fuerza-de-trabajo-conduce-a-la-muerte-y-la-enfermedad/

102 Kate Randall: Los ricos en Estados Unidos y Reino Unido viven casi diez años más saludables que los pobres. 20 de enero de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/01/20/vida-j20.html

103 Danilo Albin: La Conferencia Episcopal instruye a las nuevas monjas contra la “radicalización del feminismo”. 14 de julio de 2019 (https://www.publico.es/politica/conferencia-episcopal-instruye-nuevas-monjas-radicalizacion-feminismo.html)

104 Francisco Vilches: Se reactiva el proceso de beatificación de Isabel I de Castilla, denominada “la Católica”. 5 de mayo de 2020 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/se-reactiva-el-proceso-de

105 Manuel E. Yepe: Refutación del fundamentalismo religioso. 20 de mayo de 2020 https://rebelion.org/refutacion-del-fundamentalismo-religioso/

106 Roberto Laxe: El “poder” de la religión anida en las mentes. 19 de mayo de 2020 https://kaosenlared.net/el-poder-de-la-religion-anida-en-las-mentes-2/

107 Xosé Manuel Beiras: Racionalidad e irracionalidad en el actual sistema-mundo. 8 de mayo de 2020 https://www.sinpermiso.info/textos/racionalidad-e-irracionalidad-en-el-actual-sistema-mundo-0

108 José Lavin: Salamanca vs Vallecas: la crisis del Covid-10 y la cuarentena como cuestión de clase. 15 de mayo de 2020 http://www.izquierdadiario.es/Salamanca-vs-Vallecas-la-crisis-del-Covid-19-y-la-cuarentena-como-una-cuestion-de-clase

109 Patrik Martin: El gobierno Trump contra la ciencia. 16 de mayo de 2020 https://www.wsws.org/es/articles/2020/05/16/pers-m16.html

110 I. Enríquez Pérez «Desinfovirus», retorno al futuro y reivindicación del conocimiento razonado 5 de mayo de 2020 https://rebelion.org/desinfovirus-retorno-al-futuro-y-reivindicacion-del-conocimiento-razonado/

111 J. Muñoz «Razón/Racionalidad» Compendio de Epistemología. Trotta. Madrid 2000. Pp. 481-486.

112 H. Krivine La Tierra. De los mitos al saber. Biblioteca Buridán. Barcelona 2012, p. 275.

113 J. Riechmann, A. Almazán et alii: La necesidad de luchar contra un mundo virtual. Contra la doctrina del shock digital. 4 de mayo de 2020 viendo sur

114 Etcétera: El estado de excepción permanente. Correspondencia de guerra social. Barcelona Nº 58, Junio 2018, pp. 5 y ss.

115 Izquierda Castellana: Preparando la guerra global como salida a la actual socio-económica-sanitaria. 27 de abril de 2020 http://izca.net/2020/04/27/preparando-la-guerra-global-como-salida-a-la-actual-crisis-socio-economica-sanitaria/

116 Edmundo Moure: El buen terror. 8 de febrero de 2020 http://izca.net/2020/04/27/preparando-la-guerra-global-como-salida-a-la-actual-crisis-socio-economica-sanitaria/

117 César Pérez Navarro: Gobierno reconoce más de 950 casos de torturas en las cárceles españolas entre 2010 y 2020. 15 de mayo de 2020 https://kaosenlared.net/gobierno-reconoce-mas-de-950-casos-de-tortura-en-carceles-espanolas-entre-2010-y-2019/

118 Agencia: Vallecas acumuló más propuestas de sanción de la Policía que el barrio de Salamanca pese a las protestas. 15 de mayo de 2020 https://www.publico.es/politica/multas-alarma-policia-multo-barrio-vallecas-salamanca-pese-protestas-barrio-rico-madrid.html

119 Martxelo Díaz: La AN inicia el embargo de cuentas de «herriko tabernak» tras 18 años de persecución. 22 de mayo abril de 2020 https://www.naiz.eus/eu/actualidad/noticia/20200422/comienzan-a-ejecutar-la-sentencia-del-ts-que-preve-la-incautacion-de-herriko-tabernak

120 Asier Robles: Itzubaltzeta Gaztetxea denuncia el desalojo sufrido y la actitud del Gobierno municipal de Getxo. 12 de mayo de 2020 https://www.naiz.eus/eu/actualidad/noticia/20200512/los-jovenes-de-itzubaltzeta-gaztetxea-denuncian-el-desalojo-y-la-actitud-del-ayuntamiento-de-getxo

121 Aníbal Malvar: El principio de autoridad de la policía sigue hoy por encima de los derechos civiles. 18 de mayo de 2020 https://ctxt.es/es/20200501/Politica/32255/Jose-Manuel-Sanchez-Fornet-SUP-policia-tortura-anibal-malvar.htm

122 Kaos: Policía y Guardia Civil prevén un otoño caliente con manifestaciones y disturbios en todo el Estado. 17 de mayo de 2020 https://kaosenlared.net/policia-y-guardia-civil-preven-un-otono-caliente-con-manifestaciones-y-disturbios-en-todo-el-estado/

123 Juan Chingo: Francia: detrás de la gestión policial de Covid-10, el miedo a una gran explosión social. 14 de abril de 2020 http://www.izquierdadiario.es/Francia-detras-de-la-gestion-policial-del-Covid-19-el-miedo-a-una-gran-explosion-social

124 Luís de Vega: 101.942 madrileños, en las colas del hambre en la capital. 13 de mayo de 2020 https://elpais.com/espana/madrid/2020-05-12/101942-madrilenos-pueblan-las-colas-del-hambre-en-la-capital.html

125 Higinio Polo: Desorden y agonía. 13 de abril de 2020 https://www.lahaine.org/mundo.php/desorden-y-agonia

126 Gabriel Kessler: El sentimiento de inseguridad. Siglo XXI, Argentina 2009, pp. 213 y ss.

127 Isaac Enríquez Pérez: Coronavirus, miedo, crisis del capitalismo y (des)orden mundial. 23 de mayo de 2020 https://rebelion.org/coronavirus-miedo-crisis-del-capitalismo-y-desorden-mundial/

128 Ricardo Aronskind Plantarse frente a la irracionalidad. 3 de mayo de 2020 https://www.sinpermiso.info/textos/plantarse-frente-a-la-irracionalidad

129 Vicente Clavero: Grandes fortunas y fondos de inversión controlan las farmacéuticas españolas que cotizan en Bolsa. 14 de mayo de 2020 https://www.publico.es/economia/grandes-fortunas-fondos-inversion-controlan-farmaceuticas-espanolas-cotizan-bolsa.html

130 Reynaldo Saccone: Los negocios de la pandemia. 16 de mayo de 2020 https://rebelion.org/los-negocios-de-la-pandemia/

131 Roberto Jara: ¿Qué empresas se están haciendo de oro con la pandemia? 13 de mayo de 2020 http://www.izquierdadiario.es/Que-empresas-se-estan-haciendo-de-oro-con-la-pandemia

132 Raúl Rejón: Los recortes en sanidad disparan la facturación de las cinco multinacionales que acaparan el negocio de la salud en España. 4 de febrero de 2019 https://www.eldiario.es/sociedad/sanidad-privada_0_863014485.html

133 Whitney Webb: Las huellas de Bayer y Monsanto en el golpe de EEUU contra Venezuela. 9 de mayo de 2019 https://www.resumenlatinoamericano.org/2019/05/09/las-huellas-de-bayer-y-monsanto-en-el-golpe-de-eeuu-contra-venezuela/

134 Ivana Belén Ruiz y José Manzaneda: 40.000 muertes en Venezuela: el informe silenciado. 9 de mayo de 2019 https://www.resumenlatinoamericano.org/2019/05/09/40-mil-muertes-en-venezuela-el-informe-silenciado/

135 Rafael Bautista: De la quiebra mundial a la “Deuda infinita”. 11 de mayo de 2020 https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/05/11/pensamiento-critico-rafael-bautista-de-la-quiebra-mundial-a-la-deuda-infinita/

136 Máximo Constanzo: Covid-19: El miedo como herramienta de dominación. 19 de abril de 2020 https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/04/19/chile-covid-19-el-miedo-como-herramienta-de-dominacion/

137 José Cuervo: La depresión y el vacío existencial como formas de dominación capitalista. 3 de marzo de 2020 http://www.izquierdadiario.es/La-depresion-y-el-vacio-existencial-como-forma-de-dominacion-capitalista

138 MPR: Contagio: ‘A medida que se expande el miedo se expande la sumisión’. 11 de marzo de 2020 https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com/2020/03/contagio-medida-que-se-expande-el-miedo.html

139 Salvador Soler: Fin de la fantasía: Disney deja de pagar el salario a 100.000 trabajadores. 21 de abril de 2020. http://www.laizquierdadiario.com/Fin-de-la-fantasia-Disney-deja-de-pagar-el-salario-a-100-000-trabajadores

140 DO: Renault “podría desaparecer” y Nissan despedir a más de 20.000 empleados. 23 de mayo de 2020 https://diario-octubre.com/2020/05/23/renault-podria-desaparecer-y-nissan-despedir-a-mas-de-20-000-empleados/

141 Carlos Hernández-Echevarria: Trump se une a la guerra republicana para que votar sea más difícil. 23 de mayo de 2020 https://www.eldiario.es/internacional/Trump-guerra-republicana-votar-dificil_0_1029947058.html

142 MAM: PSOE: una historia de represión. 19 de mayo de 2020 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/psoe-una-historia-de-represion

143 Marià de Delàs: La sumisión de Unidas Podemos sin rubor: Real Decreto digital: ¿Abstención a cambio de qué? 30 de noviembre de 2019. https://www.sinpermiso.info/textos/la-sumision-de-unidas-podemos-sin-rubor-real-decreto-digital-abstencion-a-cambio-de-que

144 BGD: El tiempo se acaba. 19 de mayo de 2020 https://borrokagaraia.wordpress.com/2020/05/19/el-tiempo-se-acaba/

145 BGD: Patxiren senide eta gertuko lagunak 20 de mayo de 2020 http://pakitoarriaran.org/articulos/carta-de-los-amigos-y-familiares-de-patxi-ruiz Y AAEAM: Sobre los comunicados publicados por EH Bildu y Sortu en relación a Patxi Ruíz 20 de mayo de 2020 https://eh.lahaine.org/sobre-los-comunicados-publicados-por

146Julio Gambina: En todo el mundo va a haber una situación de caída en default, una cesación de pagos inmensa. 20 de mayo de 2020 https://rebelion.org/en-todo-el-mundo-va-a-haber-una-situacion-de-caida-en-default-una-cesacion-de-pagos-inmensa/

147 Ariel Petrucelli y Federico Mare: Paranoia e hipocresía global en tiempos de capitalismo tardío. 29 de marzo de 2020 https://rebelion.org/paranoia-e-hipocresia-global-en-tiempos-de-capitalismo-tardio/

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