La huelga general del 30E ha cambiado la percepción social

Huelga general del 30E
Mikel Noval

El trabajo realizado en estos meses nos marca un camino para el futuro que pasa por presionar a la patronal y los gobiernos para conseguir la satisfacción de nuestra Tabla reivindicativa, interpelar a la izquierda política para que ejerza de alternativa y profundizar la alianza sindical y social

El parlamentario del PNV, Luis Javier Telleria, al tratar de explicar el adelanto electoral decidido por Iñigo Urkullu, señaló que se debía a motivos externos e internos que podían suponer “un cambio en la percepción social” de la realidad. Y entre los internos situó la Huelga General del 30 de enero.

Esa afirmación es un reconocimiento de que la huelga ha conseguido poner en el centro del debate político cuestiones relativas al empleo, las pensiones públicas o los derechos sociales. En miles de asambleas se ha debatido sobre la necesidad de la huelga. Ello, junto al trabajo realizado a nivel local por los comités de huelga, ha conseguido desmontar la falacia del oasis vasco, lo que ha hecho saltar las alarmas del poder político, económico y mediático. Si para ese poder la huelga ha supuesto un riesgo cierto de conseguir cambiar la percepción social, están reconociendo que lo hemos hecho bien. Muy lejos del supuesto “fracaso”, tesis oficial que caducó el mismo día 30.

La adhesión a la huelga en los centros de trabajo ha sido amplia, y diversa por territorio y sector. Nos gustaría la paralización total de la producción y de la normalidad ciudadana, sin duda, pero hay que poner en valor que una parte significativa de la población asalariada haya confrontado con su empresario, abandonado su puesto de trabajo, con el coste económico que conlleva, para salir a la calle y exigir un cambio radical de las políticas y de las prácticas patronales. No hay otro lugar en la Unión Europea donde haya un nivel de adhesión tan grande en este tipo de convocatorias. El caso del estado francés lo evidencia.

Al nivel de seguimiento en las empresas hay que añadir el fuerte nivel de movilización. Solo en las manifestaciones de la mañana en las 4 capitales (Bilbao, Donostia, Gasteiz e Iruñea) participamos más de 125.000 personas. Y esa mañana hubo manifestaciones en otros municipios. A la tarde se celebraron más de 100 movilizaciones, con participación elevada y muy plural.

“Esta huelga ha conseguido desmontar la falacia del oasis vasco, lo que ha hecho saltar las alarmas del poder político, económico y mediático”

Otra de las grandes noticias de la jornada ha sido la capacidad de articular una respuesta amplia, plural, que ha dado cauce a la confluencia de una parte importante y creciente de la población que no solo sufre la precariedad de sus vidas, sino que que está dispuesta a confrontar con estas políticas y a luchar para defender un cambio de las mismas.

Por tanto, la huelga general ha sido la demostración de la existencia de un movimiento sindical y social en lucha, en un contexto en el que se ha pretendido ocultar o ridiculizar los argumentos de quienes la convocábamos y se ha dado voz de manera reiterada y desequilibrada a los portavoces de los gobiernos y la patronal que, como es sabido, nunca ven que una huelga esté justificada.

La huelga se ha venido trabajando durante casi un año. La iniciativa surgió del movimiento de pensionistas. Las organizaciones sindicales y sociales de la Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria (compuesta por la mayoría sindical vasca y una parte importante de los movimientos sociales, feministas, jóvenes, ecologistas, contra la exclusión social, etc.) hicimos nuestra esa propuesta, y elaboramos nuestra Tabla Reivindicativa. El movimiento de pensionistas y la Carta ampliaron aún más el espectro social, incorporando a más organizaciones sociales, también de otros espacios, como la lucha LGTB+ o antirracista.

Todo eso se visualizó con claridad en las movilizaciones del día 30, y sienta las bases para el trabajo conjunto futuro. No podemos olvidar a quienes, como las empleadas de hogar o muchas personas migrantes, viven situaciones de grave explotación, por lo que en la práctica tienen vulnerado su derecho a la huelga.

El trabajo realizado en estos meses nos marca el camino para el futuro, en el que surgen cinco vías de trabajo. La primera, la presión a la patronal: salario mínimo de 1.200 euros; jornada máxima de 35 horas y mínima de 20; subrogación del empleo subcontratado y acabar con la brecha salarial. Vamos a exigir estas medidas profundizando la lucha en esa dirección.

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https://www.elsaltodiario.com
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