¿Qué está pasando con el conflicto entre Palestina e Israel?

Nakba
Massimo Di Ricco

El verdadero origen del conflicto son las políticas del gobierno israelí para expulsar a los palestinos del territorio que les pertenece y establecer un sistema de ciudadanía que distingue entre ciudadanos de primera y segunda categoría. El Estado de Israel está tratando de imponer un régimen similar al apartheid estadounidense del siglo pasado.
 
Un enfoque equivocado

El cubrimiento del conflicto israelí-palestino por parte de los medios internacionales se ha concentrado en las acciones bélicas. Cada día nos repiten imágenes de bombardeos ejecutados por el ejército de Israel en la Franja de Gaza y misiles lanzados sobre Israel por Hamas desde Gaza.

Este enfoque muestra apenas una pequeña parte de la situación que Palestina vive en este momento. Se trata de una narrativa que borra las causas estructurales del conflicto entre ambos territorios, y que resulta sumamente cómoda para ambas partes.

A Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, le ha servido para distraer la atención de su dificultad para formar una coalición de gobierno estable, y a Hamas le ha servido para erigirse como el “verdadero” representante de los palestinos de cara a las próximas elecciones.

Con la llegada del cese al fuego, y la concomitante declaración de victoria de ambos bandos, las dos partes han aprovechado para consolidar sus posiciones. Es una película que ya hemos visto varias veces en las últimas décadas.

Si hay algo claro es el hecho de estos enfrentamientos no van a cambiar nada: Hamas seguirá armándose en la Franja de Gaza sin importar el sufrimiento de sus ciudadanos, e Israel seguirá castigando a los palestinos y anexando su territorio sin ofrecer soluciones justas a su población.

Lo de veras importante

La mirada de los medios debería concentrarse en la situación de Jerusalén Este y las ciudades mixtas palestino-israelíes, pues las verdaderas causas y posibles soluciones del conflicto podrían estar allí.

Muchos medios han señalado equivocadamente que la irrupción de la policía israelí en la mezquita Al Aqsa el último día de Ramadan fue el detonante del conflicto actual. Esta hipótesis entiende el conflicto entre Israel y Palestina como un enfrentamiento religioso, cuando en realidad se trata de un asunto de justicia, derechos y ciudadanía.

El verdadero origen del conflicto son las políticas del gobierno israelí para expulsar a los palestinos del territorio que les pertenece y establecer un sistema de ciudadanía que distingue entre ciudadanos de primera y segunda categoría.

La expulsión de seis familias de palestinos del barrio de Sheik Jarrah es apenas la punta del iceberg de un fenómeno que se ha recrudecido en las últimas décadas debido a la presencia de colonos israelíes en la política y a la presencia pública de extremistas radicales que incitan el odio contra los árabes.

Palestinos de Israel

Es importante destacar los gestos de solidaridad ante las expulsiones de Sheik Jarrah en ciudades israelíes mixtas, y los enfrentamientos entre israelíes y palestinos con ciudadanía israelita. Estos últimos representan menos del 20% de la población de Israel, hablan hebreo perfectamente y son descendientes de los palestinos que se quedaron en 1948 cuando nació el Estado de Israel.

Durante décadas, a estos ciudadanos se les conoció como “árabes-israelíes”, pero hoy en día exigen ser identificados como ciudadanos palestinos de Israel. Se trata de un cambio fundamental que ha sido adoptado por pocos medios internacionales, y que se relaciona con el vínculo de esta población con los habitantes de Cisjordania y Gaza. De hecho, hace poco los palestinos de Israel, los de Jerusalén Este y lo de los Territorios Ocupados se declararon en huelga.

Pese a ser uno de los acontecimientos más importantes de las últimas semanas, el apoyo de los ciudadanos palestinos de Israel a los palestinos que viven en Jerusalén y Gaza ha recibido poca atención internacional. Se trata de un movimiento “desde abajo” que se ha presentado en todas las ciudades con presencia palestina. Es la primera vez que esto ocurre desde que se fundó el Estado de Israel en 1948.

La reivindicación identitaria y la huelga palestina dan cuenta de las terribles condiciones que viven los palestinos en el Estado de Israel y socavan uno de sus pilares fundamentales: la supuesta coexistencia pacífica entre grupos diferentes.

El apartheid israelita

Seguramente no habríamos dejado de hablar de árabes-israelíes de no ser porque en 2018 el Parlamento aprobó una ley que definió a Israel como un Estado judío, y no laico, como los establecía la resolución de Naciones Unidas que aprobó la creación de este Estado — y sin obstar que el Estado judío garantiza –en el papel– la igualdad de derechos a todos los ciudadanos independientemente de su clase, etnia y religión.

En teoría, los palestinos de Israel tienen los mismos derechos que los ciudadanos judíos, pero en la práctica a muchos se les impide comprar propiedades y acceder a las tierras que les confiscaron en 1948.

Según los últimos informes de organizaciones como Human Rights Watch y B’Tselem, la principal organización de derechos humanos israelita, el Estado de Israel está tratando de imponer un régimen similar al apartheid estadounidense del siglo pasado.

Hace unos años, quienes proponían crear un único Estado palestino-israelí eran tildados de locos y extremistas en Estados Unidos y en Israel, pero de un tiempo para acá han obtenido cierta legitimidad. Estas organizaciones, que difícilmente puede ser tachadas de antisemitas, aseguran que han ayudado a transformar la imagen que el mundo tiene del conflicto en Palestina.

Fuente
https://palestinalibre.org
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