Kasilda, el fuego que nunca se extingue

Me gusta elegir los recuerdos, mirar al infinito y convertirlo en espejo por un momento para dejar que la memoria recupere esos instantes que marcaron nuestras vidas. Encontrar palabras, situaciones, rostros, pasos, ecos, … que quizá se los llevó el tiempo pero que sabemos nos acompañarán siempre, hasta que nosotros mismos nos convirtamos en los recuerdos que otros elegirán para revivirlos frente a sus espejos. La nostalgia que da sentido a nuestra existencia, alimenta y permite seguir adelante, y nos interpela en forma de esperanza de que aún creamos que otro mundo es posible.