Espe y Jokin, seguimos en vuestra lucha.

Espe y Jokin
Koldo Durreit

El pasado 14 de noviembre se cumplieron 41 años desde que los eibartarrak Espe Arana y Jokin Etxeberria fueran asesinados en Caracas en un episodio de la cruenta guerra sucia que los aparatos del Estado español desataron en aquellos años contra la disidencia vasca. En la mañana de ese mismo día, otro comando parapolicial asesinaba y hería de gravedad a otros dos vecinos de Hernani, demostrándose que se trataba de toda una campaña donde destacaba la impunidad que el Estado otorgaba a sus lacayos.

41 años después la situación ha cambiado en Euskal Herria, la violencia política que desarrollaba ETA ha desaparecido, la izquierda abertzale trata de abrir canales que permitan que la sociedad vasca alivie sus heridas y se abran nuevas posibilidades para dejar atrás décadas de enfrentamiento y permitan que la convivencia se abra camino sin renunciar a la memoria que es la que, al fin y al cabo, heredarán las nuevas generaciones y evitará que se vuelvan a reproducir situaciones tan dolorosas como aquellas…

Tras diez años del abandono voluntario de la estrategia político- militar, la izquierda abertzale sigue dando pasos en el sentido del reconocimiento del dolor de todos y todas los implicados en esas décadas de orgía represiva y contestación armada. A esa voluntad de recorrer un camino obligado para que las relaciones en la sociedad vasca discurran por senderos de respeto y convivencia, de enfrentar en el terreno de la política y el debate sereno las diferencias de aspiraciones y la consecución de nuevos escenarios para Euskal Herria de manera democrática, los dos Estados que se otorgan el poder de decisión sobre los asuntos vascos siguen demostrando su incapacidad y su falta de voluntad para que se cierre definitivamente el conflicto en sus aspectos más dolorosos.

Jokin y Espe fueron asesinados por mercenarios dirigidos y financiados desde altas instancias políticas de Madrid, que contaron con plena seguridad con la complicidad de altos cargos policiales venezolanos, tanto para la realización del atentado como para posibilitar la huida de los autores del país caribeño y regresar con sus jefes en busca del pago de sus servicios. El tiempo nos dio el nombre de los asesinos materiales, entre ellos Cherid, el mercenario francés de todas las contra-revoluciones, pero sus responsables nunca han sido inquietados, y la voluntad del Estado heredero del franquismo es claramente que esa impunidad permanezca sumergida en sus más profundas cloacas.

Jokin y Espe fueron militantes de la solidaridad con los presos y refugiados vascos, precisamente por eso los asesinaron. Aún hoy en día la situación de los represaliados vascos sigue sin resolverse. Pese a que varias decenas de presos y presas vascas han sido acercados a EH, o se les ha dejado de aplicar la criminal política de aislamiento, siguen encerrados en mazmorras donde rige la voluntad vengativa de los Estados. La sociedad vasca, diez años después del final de la lucha armada, sigue obligada a movilizarse a favor de los derechos de los presos y presas. No importa que un buen numero de ellos y ellas tengan las ¾ partes de sus condenas cumplidas, o que se trate de personas con enfermedades crónicas, o que algunos sean mayores a 70 años. La voluntad vengativa del Estado permanece intacta y hace de estos militantes rehenes con los que presionar para que la sociedad vasca no avance en sus objetivos. Otro tanto se puede decir de los refugiados y deportados, hombres y mujeres que llevan fuera de EH décadas sin que ese tiempo conste en ningún otro sitio que no sea en la memoria de haber resistido a toda clase de políticas represivas y componendas con otros Estados que los han convertido mil veces en monedas de cambio, en mercancías con las que trapichear acuerdos políticos y económicos entre Madrid y Paris con políticos corruptos en países de varios continentes. La política de venganza también les alcanza a ellos y ellas.

Desde la Audiencia Nacional se impide que los sumarios que les afectan prescriban nunca, los convierten en eternos porque eterno es el castigo para quienes optaron por enfrentar sus políticas y sus represiones. Hoy no se vislumbra luz alguna para que refugiados y deportados regresen a casa, únicamente las movilizaciones que en su favor se producen en EH les da un poco de esperanza de que la situación pueda cambiar en un razonable periodo de tiempo. Razonable porque muchas de esas personas tiene una avanzada edad y el tiempo sigue corriendo de manera inexorable en su contra y en contra de su voluntad de regresar vivos y vivas al país por el que lucharon y nunca borraron de sus memorias. Podemos decir pues que las causas por las que Jokin y Espe fueron asesinados aún siguen vigentes, lo que obliga a la sociedad vasca a seguir movilizada para que todas las consecuencias del conflicto desaparezcan y de paso a una nueva situación acorde a la voluntad de la mayoría de la sociedad vasca.

Nuestro homenaje y recuerdo a Espe y Jokin, dos vascos solidarios y comprometidos con su pueblo, ha de ser seguir luchando hasta que todos los presos y presas, deportados y deportadas, refugiados y refugiadas estén en sus pueblos, con sus familias y amigos.

Agur eta ohore beti, Espe ta Jokin.

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