¿Qué tienen en común Mario Vargas Llosa, Felipe González y Bertín Osborne?

Mario Vargas Llosa, Felipe González y Bertín Osborne
Marcos Roitman Rosenmann

En el contexto del XII Foro Atlántico organizado por la Fundación Internacional para la Libertad, Casa de América, espacio público dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, la Comunidad de Madrid y el ayuntamiento de la capital, ceden sus instalaciones para el acto. Tres instituciones cuya labor sería velar por una programación, si no aséptica, al menos neutral, rompen las reglas del decoro diplomático. Saltándose el protocolo, las buenas maneras y las formas, Casa de América se transformó en un gallinero donde primaron los insultos y las descalificaciones hacia el gobierno legítimo de la República Bolivariana de Venezuela. Uno de los gallos, desplegando su ya vetusto plumaje, Felipe González, se refirió a la Asamblea Constituyente, avalada por el voto de 8,089,320 ciudadanos venezolanos, como "La asamblea nacional prostituyente de Maduro". Mientras, el otro gallo que se disputaba el palo mayor del gallinero, Mario Vargas Llosa, cacareaba con brío: "si todos los dirigentes socialistas tuviesen la lucidez de Felipe González y hubiesen actuado de una manera clara, inequívoca, solidarizándose con los opositores venezolanos, otra sería la situación hoy en día". El tercero en discordia y presentador, el showman, Bertín Osborne, gallo en corral ajeno, sólo pudo cacarear: "esto es un sin vivir los momentos de euforia y felicidad en los cuales parece que el régimen de Maduro va a caer, nunca acaban de concretarse", ante tal desazón, Felipe González lo miro sonriendo y busco tranquilizarle desvelando una conversación con el autoproclamado Juan Guaidó: “le he pedido –refiriéndose a Guaidó– no vuelvas a señalar el día D y la hora H, porque esto es un proceso. Eso de anunciar el día D como la fecha en la cual caerá Maduro solo genera frustración”. Los asistentes aplaudieron entregados a los plumíferos bípedos y Bertín entro en shock. Ya no articuló frase, cuando le tocó clausurar el acto, cantó: "me ha gustado mucho moderar esto".

Pero todo estaba pensado. Bajo el título genérico: Un diálogo sobre los retos de España y América Latina, el acto encubría un propósito: apoyar el golpe de Estado en Venezuela. La puesta en escena incluía la presencia de una plumífera de excepción, Fabiola Rosales, esposa del autoproclamado. Su incomparecencia, fue remplazada por la proyección de un video en el cual se aludían amenazas, persecución política, falta de libertad de expresión y la negativa del "régimen" para justificar su ausencia. Nada se improvisa, a su lado Juan Guaidó, quien aprovecho para subrayar el carácter de crisis humanitaria y "las amenazas que hay a nuestra vida. Al Parlamento. Al ejercicio de la Política ( ) Estamos agradecidos por la invitación. Por aproximar soluciones. Y la comunidad internacional será determinante. Seguimos adelante". Era el aporte emocional para un público entregado. Tras su proyección, un aplauso cerrado, vivas a Guaidó y la sedición golpista. Nuevamente González, con su incontinencia verbal, cacareo ante las palabras de los ausentes: "es un ejemplo más del deterioro que sufre Venezuela".

Por otro lado, el premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, tan proclive a escribir sobre golpes de Estado, tiranos, dictaduras y la explotación colonial del rey Leopoldo II de Bélgica, sufre amnesia y esquizofrenia al mismo tiempo. Él, que publicó una crítica mordaz a las tertulias, debates televisivos, en La civilización del espectáculo, se trasformó en uno de sus personajes. Lo brillante de su escritura trasmuta en estiércol cuando se trata de relacionar la caída de los gobiernos constitucionales y democráticos con la intervención de Estados Unidos, la CIA y el Departamento de Estado. Su hipocresía no tiene límites. Para justificarse, termina diciendo: "Es cierto que muchas democracias pueden estar más o menos marcadas por la corrupción y la ineficacia; pero sigue siendo mucho más preferible una democracia corrompida que una dictadura militar". Es cierto, pero le faltó agregar, sobre todo, si soy un beneficiario de la corrupción, vivo mejor gracias a ella y además la practico. En este cúmulo de desaciertos, Vargas Llosa introducía en el debate, el populismo, germen de todos los males que aquejan a América Latina. Primero Chávez, luego Maduro y ahora Andrés Manuel López Obrador. "México me preocupa mucho. Porque ahora mismo tiene a otro populista en el poder. Un populista, además, que podría perpetuarse en él, rompiendo el sistema democrático, si se lo propusiese". Era una buena excusa para avalar las palabras de Felipe González: "El triunfo del populismo es la exaltación de la mediocridad. Los populistas ofrecen respuestas simples a problemas complejos, y siempre, además echando la culpa de sus propios males a terceros".

El acto llegaba a su fin. Los tres gallos se regocijaban contemplando el gallinero que los aplaudía. En común hablar el idioma del imperio, llamar a la sedición golpista, desconocer los principios básicos de la democracia, negando cualquier tipo de negociación con el gobierno de Nicolás Maduro, en la mejor estrategia desestabilizadora. Bien se les puede calificar de trío de la muerte. Así, los bípedos plumíferos acompañados de sus respectivas gallináceas se despedían del auditorio, sin darse cuenta que, aunque gallos, otros les dan de comer y los ponen a cantar o cacarear según sea...

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https://www.jornada.com.mx
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