Roma sigue sin pagar a los traidores

Desertores Venezolanos
Koldo Durreit

En las escuelas franquistas, aquellas que tenían como dogma pedagógico que” la letra con sangre entra”, nos intentaron crear un sentimiento patrio nacionalista español ensalzando diferentes figuras y personajes de la antigüedad que según ellos, los maestros y maestras franquistas, demostraban la grandeza de España y su pretendida “unidad de destino en lo universal”. Todo ello no era más que para enmascarar de alguna manera su objetivo de negar nuestra propia identidad como pueblos vasco, catalán, gallego, canario, astur, aragonés, andaluz, extremeño o castellano, metiéndonos a todos en un mismo saco uniformizador donde el único nacionalismo posible era el español y, por supuesto, bien aderezado de fascismo franquista. Con todo, algunas lecciones hasta fueron provechosas y nos han servido para interpretar la realidad por nosotros mismos, aunque ni crean que se lo vayamos a agradecer a los maestros y maestras franquistas.

Viriato fue uno de estos personajes históricos. Nos contaban que fue un pastor lusitano, un pueblo que vivía en lo que hoy es Portugal y Extremadura, que se unió a la resistencia contra la ocupación del Imperio romano. Fue tanta su destreza en la guerra de guerrillas que pronto se convirtió en el líder del ejército lusitano, y durante muchos años, infringió grandes derrotas al poderoso ejército romano. En algún momento de breve lucidez, el procónsul romano Máximo Serviliano Cepión se canso de la guerra y firmo con Viriato un tratado de paz que suponía en la práctica la independencia de Lusitania. Sin embargo, el Senado romano no estuvo de acuerdo y destituyo al procónsul y lo sustituyó por su hermano Quinto Servilio Cepión con la orden expresa de derrotar a Viriato.

El nuevo procónsul atacó otra vez al país de los lusitanos y empleo “todas las opciones” como les gusta decir ahora a los imperialistas, pero la resistencia de Viriato y de su pueblo dio al traste de nuevo con sus pretensiones. Entonces, el romano cambio de táctica y le pidió a Viriato que le enviara una delegación de alto nivel para negociar la paz. El líder lusitano envió a tres de sus más allegados colaboradores, Audax, Ditalco y Minurus para que sondearan hasta que punto era creíble la oferta romana. Y estos tres personajes se dejaron vencer por su propia ambición y aceptaron el jugoso soborno que el procónsul romano les ofreció a cambio de asesinar a Viriato.

De regreso a su campamento los tres traidores asesinan a Viriato acuchillándolo mientras dormía y huyen hacia el campamento romano en busca de su recompensa. Allá, en vez de recibir su premio el romano los hace arrestar y enseguida son ejecutados mientras les decía la famosa frase “Roma no paga a los traidores”.

Buena lección que nos da la historia y nos sirve otra vez en este momento donde por desgracia la traición sigue presente, aunque por lo visto Roma sigue sin pagar a los traidores. Ayer las redes se hacían eco de declaraciones de varios militares y policías venezolanos que prefirieron traicionar su uniforme, a su patria y a su pueblo engatusados por el brillo del dólar que el Imperio gringo y sus leguleyos les ofreció. Y se quejaban estas gentes del abandono en el que se encontraban y que no les había sido pagado lo convenido, al parecer 20,000 dólares. Ahora hasta la ACNUR, que vergonzosamente se plegó a la estrategia, los está corriendo de sus instalaciones en Colombia y según ellos mismos relataban, les ofrecían 30,000 pesos colombianos, una colchoneta y una sábana para que fueran a dar lata a cualquier otro sitio.

Bueno, la historia dicen que es cíclica, que se repite una y otra vez. Desgraciadamente, siguen surgiendo traidores que venden hasta el honor y a su gente y Trump y su Imperio siguen sin pagar a los traidores. Y si fueran un poquito inteligentes, Guaido y sus colaboradores irían tomando nota.

Fuente
http://pakitoarriaran.org
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