Dos revolucionarios, dos hombres de paz

Josu Urrutikoetxea - Santrich
Fundación Pakito Arriaran

Jesús Santrich y Iosu Urritikoetxea, dos hombres, uno colombiano el otro vasco. Y a pesar de los miles de kilómetros que separan sus dos patrias, ambos con un destino semejante. Jesús Santrich, poeta, revolucionario, guerrillero de las FARC-EP prácticamente toda su vida, representó a su organización en los diálogos y negociaciones con el gobierno colombiano realizadas en La Habana de donde salió un acuerdo histórico que puso fin a muchas décadas de guerra. Su aportación fue determinante hasta el punto que en el documento fue firmante, dejando claro su compromiso y autoridad ante los suyos y ante sus enemigos.

Iosu Urrutikoetxea, militante abertzale, miembro de ETA desde su juventud y dirigente de esta organización durante muchos años. También representó a su organización en los múltiples intentos de diálogo y negociación con el gobierno español realizados desde los años 80. Participó asimismo en muchas reuniones discretas con diferentes agentes políticos y sociales donde se buscaba abrir caminos para resolver de manera pacífica el enfrentamiento entre Euskal Herria y los Estados de España y Francia. Cerradas esas vías, fue impulsor de un método novedoso donde de manera unilateral la organización armada cedía su protagonismo a la sociedad vasca, para que de manera democrática consiguiera sus objetivos de paz y autodeterminación. En el último comunicado de ETA, anunciando su completa disolución, fue la voz de Iosu que sirvió de medio.

El Estado español y el Estado colombiano. Dos Estados aparentemente democráticos, al menos esa es la imagen que sus dirigentes intentan proyectar. Y sin embargo, si en algo se parecen demasiado es en el autoritarismo y la sed de venganza que ambos aplican a sus disidentes y la manera con la que los combaten. Ambos utilizan la tortura y la encubren como razón de Estado, ambos utilizan la guerra sucia contra sus enemigos llegando hasta el más vil asesinato, ambos planean y aplican estrategias de guerra contra la población que apoya a la disidencia y no escatiman ni medios ni dolor para lograr sus objetivos, ambos castigan de manera cruel y despiadada a los revolucionarios presos y a sus familiares y amigos.

Hoy, acortando todas las distancias geográficas que los separan, Colombia y el Estado español parecieran haberse puesto de acuerdo en su deseo de saciar la sed de venganza que los acompaña siempre. Mientras Iosu Urrutikoetxea era detenido en la mañana en Francia tras décadas de búsqueda por los servicios secretos de España y Francia, Santrich sufría el mismo destino tras ser liberado de la cárcel de La Picota donde se encontraba prisionero enfrentando una demanda de extradición a EEUU que fue denegada por los tribunales colombianos surgidos del Proceso de Paz.

Estos dos revolucionarios son hoy el ejemplo viviente de hasta qué punto los Estados pueden recurrir a la venganza incluso contra aquellos que apuestan por la paz, y realmente ahí está el problema, en el propio concepto de paz. Los Estados como el colombiano o el español no entienden de paz con justicia. Para ellos la paz significa la derrota cuando no la desaparición del adversario, cada paso que dan lo hacen con esa intención de desarmar, de arrinconar políticamente y socialmente al disidente y luego acabar con él, incluso físicamente. Este es su verdadero concepto de paz, la paz de los cementerios, la pax romana de los pueblos sometidos, donde nadie ose enfrentarlos bajo ningún concepto. Y si aún alguien osara hacerlo, sufrirá de por vida la persecución y la venganza de estos Estados que ni siquiera respetan a quien intenta vías de acuerdo, dialogo y solución al enfrentamiento más descarnado.

Euskal Herria y Colombia hoy están más unidas. Unidas en la indignación que produce ver como los revolucionarios que intentan ahondar caminos de paz y entendimiento son avasallados por estos dos Estados que podrán esconderse en argucias leguleyas, pero cuyo pedigrí autoritario queda una vez más al descubierto porque, al fin y al cabo, esa es su naturaleza, la de ser opresores de los pueblos.

Se debe exigir la libertad inmediata de Santrich y de Urrutikoetxea para que la esperanza de un futuro en paz en Colombia y Euskal Herria no se desvanezca por la acción de dos Estados irresponsables y para que ambos pueblos puedan determinar sus destinos de manera libre y soberana. No mas argucias, no mas represión, respeto a la voluntad de los pueblos.

Libertad para los camaradas Jesús Santrich y Iosu Urrutikoetxea.

Fundación Pakito Arriaran