Carta desde Venezuela al lehendakari Urkullu

Urkullu
Koldo Durreit

Señor Iñigo Urkullu, Lehendakari de la Comunidad Autónoma Vasca,

Reciba en primer lugar un respetuoso saludo desde estas tierras venezolanas. Como miembro de la diáspora vasca instalada en este país desde hace varios años quiero mostrarle mi preocupación por los devastadores efectos que la pandemia de coronavirus está produciendo en todos los herrialdes de nuestra querida Euskal Herria. Todos y todas los vascos y las vascas que nos encontramos fuera de nuestra patria seguimos con mucha cercanía y también con creciente miedo y preocupación los altos índices de incidencia que esta pandemia está causando en nuestra tierra y que al día de hoy ya semeja más a la situación de un país sometido a un conflicto bélico por el alto grado de incidencia entre nuestro pueblo y que desgraciadamente parece va a ir en aumento en los próximos días y semanas.

Como usted comprenderá, nuestra alarma y desasosiego tiene que ver con que seguimos sintiéndonos parte activa de nuestro país y no solamente porque nuestros familiares y amigos residan en Euskal Herria, para quienes por supuesto va nuestro primer pensamiento, recuerdo y preocupación por su salud, sino también porque consideramos a la sociedad vasca en su conjunto, muy por encima de las fronteras que nos son impuestas, como nuestro referente principal de vida a pesar de residir a miles de kilómetros de distancia.

Agradecemos de todo corazón el inmenso esfuerzo y la impagable dedicación que todo el personal sanitario y trabajador del sector salud está haciendo en la primera línea de lucha en la que se han convertido hospitales, clínicas y ambulatorios de nuestros pueblos y ciudades. También a los trabajadores y trabajadoras de protección civil en todas sus variantes, del sector alimentación, aquellos y aquellas que cuidan de la población más vulnerable y todos y todas los que garantizan los servicios mínimos y el transporte que logran con su esfuerzo que nuestra sociedad siga adelante en medio de esta tragedia. Ojala esta desgracia que se ha abatido sobre nuestra sociedad sirva al menos para que se reconozca y se revalorice su dedicación en un futuro cercano, más teniendo en cuenta que demasiadas veces su trabajo ha sido infravalorado y que son algunos de los sectores que más han sufrido con los recortes que se han implementado últimamente. 

También agradecer al conjunto de la ciudadanía vasca su alto grado de conciencia cívica y como pueblo por haberse sometido de manera disciplinada y consciente a las medidas de cuarentena social para contener la expansión de la pandemia, y cómo no a los miles de vascos y vascas que de una manera rápida y mostrando una vez más lo mejor de ellos y ellas mismas han constituido en casi todas nuestras localidades redes de solidaridad y apoyo a las personas más desfavorecidas y vulnerables. A todos y todas ellos y ellas nuestro reconocimiento y gratitud.

Y sin embargo, creemos que muchas de las medidas tomadas por las instituciones de las que usted es el máximo responsable no han estado a la altura de las circunstancias y que al día de hoy siguen sin hacerlo. La medida de implementar la cuarentena social se hizo de manera muy tardía. Pasaron demasiados días entre que se venía venir la situación y el llamado a la población a encerrarse en sus casas y evitar con ello la propagación del contagio.

Aquí, en esta República Bolivariana de Venezuela, país que viene sufriendo de manera despiadada un bloqueo desde hace ya varios años y que afecta de una manera muy negativa  en temas cruciales en este momento como son la alimentación, la salud y los servicios básicos, bastó que se identificaran  los dos primeros casos de positivos para que el Presidente Nicolás Maduro ordenara una cuarentena social en siete Estados y que un día después se extendiese a la totalidad de Venezuela. Cuarentena en la que nos mantenemos aún hoy ocho días después de su implementación y que está demostrando con estadísticas en la mano que es un método eficaz para contener la pandemia. Así, le pregunto ¿por qué se tardó tanto en Euskal Herria si ya se venía venir, tomando en cuenta los casos que se conocían tanto de Italia como de otras zonas del Estado español, territorios demasiado cercanos al nuestro como para que se dispararan todas las alarmas? ¿por qué se tuvo que esperar a que el gobierno de Madrid decretara el Estado de Alarma para implementar estas medidas? ¿acaso nuestra vocación de pueblo diferenciado y sobre todo, el compromiso que nos une con él no ameritaban que las medidas se hubiesen adoptado antes, más conociendo la nula competencia que desde las instituciones del Estado se reflejan demasiadas veces en nuestra tierra y en nuestro día a día como sociedad? Un Estado de Alarma que además de parcial en cuanto a su efectividad real para contener la pandemia asemeja demasiado a una aplicación encubierta del Articulo 155 de la Constitución que ya han sufrido nuestros hermanos y hermanas catalanes y catalanas y que solo busca borrar de un plumazo muchas de nuestras competencias.

También nuestra preocupación va en el sentido de que la cuarentena social no se aplique en su máxima expresión, tal y como amerita la crueldad de los datos en los que la sociedad vasca está hoy inmersa y como recomienda la OMS en momentos de esta naturaleza y la experiencia de otros países que han vivido recientemente la pandemia. Y me refiero por supuesto al contrasentido de mantener a la ciudadanía confinada en sus casas, para que llegue el lunes y miles y miles de trabajadores y trabajadoras estén obligados y obligadas a acudir  a sus puestos de trabajo utilizando en muchos casos el transporte público, y se corra el riesgo de seguir propagando el virus en los hogares vascos. ¿Acaso la economía está por encima de la salud pública? ¿No sería acaso más efectivo decretar una cuarentena total que nos evitara más riesgos, donde se diera total prioridad a los sectores de la salud, la alimentación y el funcionamiento de los servicios básicos para salir de esta pesadilla cuanto antes y así poder ver salidas y soluciones a una situación económica difícil que seguramente llegará  en un futuro muy cercano? 

Sé que el partido del que usted es dirigente ha estado históricamente muy ligado a sectores empresariales y económicos pudientes en nuestro país y por lo tanto, adivino el poder que usted tiene para influir en sus decisiones. Y en este sentido quisiera hacerle ver que esa misma influencia debería servir para que usted  convenciera a esos sectores de entender que sin una cuarentena total la sociedad vasca tardará mucho más en salir de esta situación, con un costo humano y  sanitario mayor, que mientras la pandemia se siga extendiendo en Euskal Herria más han de sufrir los intereses, también económicos, de la sociedad vasca, y que cuanto más tardemos en superar la situación más graves han de ser las consecuencias futuras. 

Y simplemente por humanidad. ¿Cómo se puede obligar a las personas a acudir a sus puestos de trabajo bajo estos riesgos y el temor a contagiarse y llevar la enfermedad a sus casas y hogares, a sus familias, y en especial poniendo en riesgo a nuestros viejitos y viejitas? ¿No sería acaso mejor hacer todo lo posible para atajar cuanto antes la pandemia y dedicar todos nuestros esfuerzos en reconstruir nuestra sociedad que seguramente ya no va a ser la misma después de esta trágica experiencia y que va a necesitar el concurso de la sociedad toda?

También quisiera llamar su atención sobre la necesidad de realizar de manera masiva el despistaje en nuestra sociedad. Las experiencias vividas en otras sociedades han demostrado que cuanta más información se disponga sobre el número real de afectados más eficaces hacen las medidas sanitarias para el control de la extensión de la pandemia. Sobre todo teniendo en cuenta que  la estadística demuestra que del total de personas que dan positivo en estas pruebas la mitad de ellas son asintomáticas, lo que quiere decir que la propagación puede darse de manera muy peligrosa sin tener conciencia de ello. Y me gustaría ponerle el ejemplo de Islandia, donde al día de hoy ya la totalidad de la población ha sido sometida a un despistaje y que los resultados obtenidos corroboran que los asintomáticos son un riesgo muy peligroso para la propagación por lo que es necesario identificarlos cuanto antes. 

Sé que Euskal Herria no es Islandia. Se trata de un pequeño país y es mucho más fácil realizar estos estudios que en nuestra amada Euskal Herria. Pero también es un país soberano, que no debe ni consultar a nadie para tomar sus propias decisiones ni tampoco a que alguien ajeno al país decida cuándo sí o cuándo no se otorgan tales o cuales recursos para satisfacer sus necesidades y marcar sus prioridades. Ahí nos llevan una enorme ventaja y también nos muestra el camino a seguir, nuestras limitaciones y todos nuestros lastres. Nos reafirma en que Euskal Herria solo será dueña y protagonista de sus decisiones cuando alcance la soberanía, total y absoluta, materializada mediante una República Vasca de ciudadanos y ciudadanas libres.

Ya no lo molesto más, Lehendakari. La situación en nuestra tierra amerita que todos y todas hagamos el mayor esfuerzo y no quisiera quitarle más tiempo. Desde esta lejana tierra así solo sea manteniendo el corazón encogido, las vascas y vascos que aquí nos encontramos también estamos dándolo todo por superar la situación, más teniendo en cuenta que tenemos el corazón partido entre estas dos patrias, la que nos vio nacer y nos hizo como somos, y la que nos acogió con todo su cariño sin pedirnos nada a cambio.

Y me despido deseándole que seamos capaces de unirnos todos y todas para superar esta dura situación, tal como lo exige nuestro pueblo. Que el inmenso esfuerzo que están haciendo nuestras mejores mujeres y hombres al servicio de la ciudadanía vasca sea un ejemplo que cale en todas las generaciones de vascos y vascas y que se mantenga como siempre lo ha hecho el carácter alegre y combativo de nuestras gentes ante todas las duras pruebas a los que se les ha sometido a lo largo de la historia.

Deseándole todo lo mejor para usted, su familia y todo nuestro pueblo, un abrazo desde esta asediada, maltratada, vilipendiada pero luchadora República Bolivariana de Venezuela.
 

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