Guadi Calvo: “No existe el derecho internacional y todo depende de los factores del poder, como desde la época de las cavernas”

Guadi Calvo
Angelo Nero
Entrevista a
Guadi Calvo

Guadi Calvo no es sólo un periodista, es realmente una enciclopedia, una fuente de consulta imprescindible, que por veces se nos antoja inagotable, a la que muchos medios acudimos para arrojar luz sobre las sombras que cubren muchos de los desafíos y conflictos de la geopolítica internacional. Como estudioso de los lenguajes de las cinematografías más diversas, sus crónicas narran, amoldándose al terreno y a las claves de la historia de donde se producen, películas de una cruda realidad, en las que nos señala a sus protagonistas, a los intereses que les mueven, poniendo sobre la mesa sus antecedentes y sus, a menudo, cambiantes alianzas.

Sus artículos son esperados con avidez en medios, escritos, televisados o radiados, de todo el mundo, tan variados como Rebelión, Resumen Latinoamericano, Annur TV, Dossier Sul, AuroraSito, Insurgente, Portal Alba, Internationalist 360º, Loquesomos, Telesur… realmente es imposible enumerar todos los portales donde se escucha, en varios idiomas, la voz del argentino Guadi Calvo.

Como solo sucede con los grandes, en cuanto Nueva Revolución, donde llevamos un tiempo compartiendo sus brillantes análisis de la actualidad, se puso en contacto con este maestro del periodismo, no hubo más que facilidades, y contestó a nuestras preguntas con rigor y sin mordazas, además en un tiempo record, dada la complejidad de los temas que le planteamos.

A través de tu actividad como crítico de cine, profundizó en el análisis de la realidad latinoamericana, especialmente en la cuestión de las fronteras, y cruzando esas fronteras, a través de sus viajes por todo el mundo, te convertiste también en un experto analista en África y Asia. ¿Cómo fue ese proceso largo en el que Guadi Calvo pasa de ser un crítico cinematográfico en un analista de política internacional de referencia para muchos medios de uno y otro lado del Atlántico?

Si, bien el cine es una de mis grandes pasiones, la que sigue muy viva, ahora solo como espectador. No puedo estar sin ver cine y eso significa por lo menos dos películas por día. Cómo crítico, comencé a sentir cierta claustrofobia por lo que gracias a mis viajes y mis lecturas, tanto de ficción, historia, como de ensayo latinoamericano, encontré una puerta muy amplia para abordar su cine y enseguida escapar del rol de crítico o “especialista” en cine latinoamericano, a escribir sobre la realidad de nuestro continente: violencia, fronteras, narcotráfico, migrantes, etc. Historias que me hicieron pensar que García Márquez no era más que un mero escritor costumbrista. Un proceso similar, me llevó a ampliar mi lente y pasar a observar en detalle esas regiones del mundo a las que hoy me avoco de manera exclusiva y exhaustiva.

En este tiempo en el que el ruido mediático es ensordecedor, con miles de portales abiertos donde no hay nada detrás de los grandes titulares, es gratificante escuchar voces como la tuya que ofrece un análisis riguroso de los conflictos abiertos, como los de Artsakh o Tigray, en los que pones sobre la mesa no solo la actualidad, si no lo antecedentes, y los posibles escenarios que se plantean. ¿Qué criterios deberíamos emplear para escoger nuestras fuentes de información entre tanta oferta mediática?

De alguna forma finalmente sucede lo que había anunciado Humberto Eco, décadas atrás, acerca de la censura, sobre que no sería la falta de información, sino el exceso de ella. A lo que hay que agregar lo que ahora desembozadamente se conoce como fake news. Antes se decía, aquello atribuido a William Randolph Hearst: “Que la verdad no arruine una buena historia” lo que hoy podría leerse como “Que la verdad, no arruine tu cuenta bancaria”. Esta realidad, que desde ya no es nada nueva, tiene algo muy bueno, obliga al lector a entrar con mucha más atención a la noticia y aprender a leer entre líneas, y a preguntarse ¿cuál es la intención de ese medio? o por lo menos a saber que hay una intensión más allá de la informar. Hace mucho año en un diario español, de cuyo nombre prefiero no acodarme, se decía algo así como que ya se podía vacacionar en Somalia, nunca conocí la intensión de la especie, pero sí, que el amanuense, que escribió aquel artículo, habrá disfrutado de unas muy buenas vacaciones pagas, pero seguramente  no en Somalia. Por lo que creo que ya no hay que hablar de la veracidad de los medios, sino de la calidad y responsabilidad de su público.

 “Los conflictos actuales son resultado de una tremenda pandemia que ha asolado el mundo. Esa pandemia se llama colonialismo.” Te he escuchado decir en una entrevista, y me parece una de las más lúcidas interpretaciones de nuestra actualidad, un diagnóstico certero del mundo en donde vivimos. ¿Por qué los grandes medios han abandonado el término colonialismo, especialmente en países tan agresivos en su política exterior como Turquía o Arabia Saudí?

Arriesguemos una definición de “grandes medios” que podría ser, agencias publicitarias de un estado/gobierno o acaso en contra de él, pero absolutamente siempre regido por intereses económicos de las multinacionales, enmascarados detrás de alguna ideología. Que son por antonomasia conservadores o como les gusta llamarse ahora neo liberales. Esos “Grandes Medios” Internacionales, sin intención de ofender a nadie, en su gran mayoría son norteamericanos, algunos británicos y alguno francés, Ni a los españoles, alemanes o italianos, podríamos catalogarlos de tales. Y justamente son estas tres naciones que han mantenido el colonialismo, o como se lo quiera llamar ahora, vivo hasta este momento, por lo que sus agentes publicitarios o “Grandes Medios” han borrado el termino colonialismo de sus manuales de estilo, no vaya a ser cosa que los descubramos.

Creo que la cuestión del reino saudita, es ejemplificadora. Esa nación ha sido la promotora del terrorismo, tal como lo conocemos hoy, desde Nigeria a Filipinas, se ha permitido el lujo de asesinar a Jamal Khashoggi, uno de los suyos, hasta que por alguna razón renunció al régimen y migró a Estados Unidos para conchabarse en nada menos que en el The Washington Post, es decir secuestraron, torturaron y desmembraron a un periodista norteamericano, sin que Washington diga nada, a lo que hay que sumar el genocidio que el reino esta produciendo en Yemen desde 2015. Todas esas ventajas que los grandes medios de silenciar los crímenes y las cancillerías occidentales, de permitirlos, son otorgadas a los Saud se basan fundamentalmente en que el reino es el gran garante para mantener a la comunidad islámica de medio oriente ausente de la causa Palestina, y además siempre lo mismo, Riad opera a los órdenes de Washington, para intervenir en el mercado mundial del hidrocarburos aumentando o disminuyendo los precios, según lo necesite el Pentágono y Wall Street, además de ser un cliente fundamental de la industria armamentística de los grandes productores de armas de occidentes. Las operaciones que Arabia Saudita, realizó a lo ancho del mundo, según las necesidades de los Estados Unidos, son tantas que sería muy largo enumerarlas aquí, y para lo que estoy trabajando en un libro.

También llama la atención que, mientras el integrismo islámico avanza como una mancha de aceite por todo el continente africano y parte del asiático, después de ocupar los titulares de los informativos con la lucha contra el ISIS, merezca ahora tan poca atención. ¿A qué crees que se debe este apagón informativo sobre esta amenaza que está causando miles de víctimas en todo el estos dos continentes?

Eso no es solo un apagón, Estados Unidos alienta la existencia de esos grupos y los abastece y financia vía las monarquías del Golfo, ahora y fundamentalmente para limitar en África la fuerte presencia comercial de China, lo que también está sucediendo de modo mucho más modesto con Rusia. Y en Asia Central pasa más o menos otro tanto.  Si bien se ha marchado derrotado de Afganistán, lo que los grandes medios no han amplificado con la magnitud que esa derrota merece, pero, oh casualidad, ahora el Daesh Khorasan, que se encuentra en Afganistán desde 2015 y que según la inteligencia iraní, habrían llegado hasta allí desde Siria, trasportados por los estadounidenses y que tras la huida de Estados Unidos, semana a semana, va aumentando el calibre de sus acciones, que no solo amenaza el poder del Talibán, sino a las que ex naciones soviética del norte afgano, con los que Moscú tiene cada vez más fuerte alianza comercial y militar.

“La curiosidad es el gran camino por el que uno puede alcanzar el conocimiento”, has afirmado en más de una ocasión. ¿A qué nuevos territorios te ha llevado esa curiosidad en estos tiempos marcados por la pandemia mundial?

El tiempo de la pandemia. Si bien inicialmente me alteró bastante al punto de que ni siquiera podía concentrarme en la lectura. Superado el primer tramo, el encierro me ha dado la posibilidad, de ordenar mis apuntes para empezar a escribir dos libros que vengo postergando desde hace tiempo uno sobre Arabia Saudita y el otro sobre África. Además de profundizar en la insondable India.

A través de tu pasión por el cine, especialmente, has descubierto realidades como la iraní, de la cual occidente ha dibujado una caricatura muy alejada de la realidad. ¿Qué filmografías nos recomendarías para alejarnos de los estereotipos que nos vende Hollywood?

Siempre considere al cine, como la gran puerta de entrada para conocer el mundo y particularmente esos países que por razones diversas se nos hace difícil llegar. Así fue como conocí el cine iraní,  que desde los noventa y a pesar de las sanciones impuestas por de los Estados Unidos, lo que le impide acceder a insumos fundamentales para cubrir las necesidades técnicas de esas producciones, sigue siendo una fuente de excelente cine. China, además de ocupar un lugar clave en el orden mundial, desde hace años también elabora un cine de altísima calidad, teniendo a Zhang Yimou, como uno de los directores más importantes del mundo desde hace dos décadas. También me permitiría recomendar algunas cinematografías más cercanas como la rumana, que está dando muy buenas producciones, revisar siempre al cine del griego Theo Angelopoulos, y tener en cuenta a latinoamericana, que más allá de las eternas crisis, tiene numerosos directores jóvenes, y no tanto, que de manera permanente me sorprenden.

La colonización europea de África ha dejado conflictos abiertos, con fronteras dibujadas, en muchos casos, con tiralíneas. Sin embargo, parece que muchas de las guerras enquistadas siguen teniendo el mismo origen: la lucha por los recursos naturales. En la época de la guerra fría era fácil interpretar los actores enfrentados y quien servía a uno u otro bloque, pero hoy es más complicado interpretar la realidad y hacer una buena composición de la situación. ¿Crees que sigue pesando el factor étnico, derivado por la creación de fronteras artificiales, o el expolio de sus materias primas, la que mantiene al continente africano en conflicto permanente?

Sin duda el factor étnico, es una línea a veces imposible de superar. Hay que consideración que hasta el 1800, cuando Europa se lanza a la conquista del continente, se calcula existían más de 10 mil naciones en África, con culturas, etnias, idiomas y Dioses diferentes. Un siglo y medio después cuando los europeos entiende que ya el sistema colonial ya no les sirve y con las multinacionales conseguían mayores o iguales réditos económicos, con mucho menos gasto, abandonan el continente dejando cincuenta y poquitos países. Embretado a multitud de esas antiguas naciones, en muchísimos casos con disputas milenarias, en trazados caprichosos y encima con la obligación de generar Estados “modernos y democráticos”, tutorados por las ex metrópolis, lo que han producidos las constantes guerras y matanzas, donde es muy difícil separar lo ancestral étnico y tribal de lo económico, como lo de Ruanda en 1994 o la actual crisis del Tigray en Etiopia, situación que se repite en cada uno de los 54 países que hoy conforman el continente. Ha esta situación hay que hay que agregar el religioso, hoy países como Arabia Saudita, con sus gigantescos recursos ha sembrado el continente de madrassas y mezquitas. Donde se imparte el wahabismo, la versión más ultramontana del islam, las que son verdaderas usinas de fanatismo y reservorio de futuros terroristas.

Hablando de colonialismo, en América Latina también sabéis algo de ello, primero con la invasión española, con un auténtico genocidio que todavía hoy se niegan a reconocer, y después con el neocolonialismo de EEUU hasta hoy. ¿Es necesario, más allá de que se pida o no perdón por el pasado, una visión histórica real, alejada de esa historiografía del descubrimiento creada por España, y de la lucha contra el comunismo en la que se escudó Estados Unidos?

Si bien es indiscutible el genocidio español en América latina, a los que somos de aquí, o por lo menos para mí, me resulta una impostura, hablar por los que lo han sufrido. Soy descendiente de gallegos, asturianos  y romanos, incluso mis abuelos nacidos aquí fueron educados en Europa, hasta lo que yo sé, y eso nunca es absolutamente cierto, nada tendría de originario, ¿lo que me convierte en un invasor? ¿Un toba o un mapuche es más argentino que yo? Ser de aquí, no me hace ver la “invasión” española diferente que la invasión británica a la India, o la francesa a Vietnam  o Argelia. Por estas razones es que considero al colonialismo como el peor de los estigmas, porque ha creado disyuntivas que serán imposibles de resolver. Una boutade de Borges, que disparó hace décadas y sigue ofendiendo a muchos argentinos de ojos celestes, pelo rubio y poco humor, decía “los argentinos son europeos que nacieron en el exilio”. Obviamente que es un tontería, soy argentino, no siento haber nacido en ningún exilio, aunque tampoco siento haber sido invadido. Como dije antes sería tanta impostura definirme gallego, como tehuelche. Si y de eso soy muy consciente del imperialismo norteamericano, tengo derecho a hablar. Tenía veinte años cuando la dictadura genocida, tomó el poder en a Argentina, y si bien no sufrí ninguna consecuencias física, ni fui perseguido, ni tuve que marchar al exilio. Pero la omnímoda presencia del terror impuesto por la escuela de Panamá, todavía no me lo sacó de encima.

Israel es otro de los estados cuya impunidad, no solo con el apartheid al pueblo palestino, si no con sus continuas agresiones a Irán, Líbano o Siria, parece a prueba incluso de las múltiples resoluciones de la ONU en su contra. ¿Hay alguna esperanza de que esta situación cambie algún día?

Respecto  al enclave sionista que ocupa Palestina, no tengo ninguna fe que se pueda resolver. El poder del sionismo es el poder de los Estados Unidos y mientras perdure el imperio, el sionismo tiene asegurado todos sus caprichos. Lo que sucede en Palestina es la muestra más cabal de la historia moderna, que no existe el derecho internacional y todo depende de los factores del poder, como desde la época de las cavernas. Cuando después de la segunda guerra mundial se decidió darles un territorio a los judíos, se consideró darles la opción de un sector de la Patagonia argentina, de Uganda o Palestina, se optó por estos últimos por ser el más débil. El fanatismo sionista es tal, que nunca jamás van a reconocer que han invadido una nación y entienden que la mejor opción es eliminar a los palestinos, expulsarlos y enterrarlos bajo las ruinas de Gaza. Es evidente no hay que ser un experto para verlo. Desde hace décadas los sionistas poseen armamento nuclear, son los únicos con esa tecnología en Medio Oriente, y nunca nadie salió a hacer el escándalo que se hace cuando Irán pugna por alcanzar la era nuclear. Cuando hasta ahora los iraníes no han salido de sus fronteras más que para colaborar  con Sira, que de paso liberó al mundo de miles de terroristas. El poder sionista es responsable de la muerte de millones acompañado a los Estados Unido.

Sadam, Gadafi, Mubarak… parece que, después de la esperanza truncada de las primaveras árabes, el panorama social y político que ha quedado en eses países no ha sido mejor, más bien al contrario. ¿Se vislumbra un futuro oscuro para el conjunto del mundo árabe, muy alejado de aquel que soñó Nasser?

El sueño de Nasser sin duda es ya solo eso: un sueño. Estados Unidos cuenta con muchos aliados para que eso siga siendo igual: Arabia Saudita, las monarquías del golfo, Israel, Jordania, Turquía, Egipto y un largo etcétera. No tengo ninguna ilusión de que esta situación sea revertida, sino todo lo contrario.

Una de las grandes potencias del mundo, China, que ya está muy presente en África y Latinoamérica, gestionando cada vez más recursos, en una suerte de “colonialismo silencioso”. ¿A qué se debe que tampoco aquí la prensa esté hablando apenas de China?

Creo que por temor del poder  de occidente, entiéndase los Estados Unidos, y su prensa paga, que cree que ocultando ese “gran secreto” podrán detenerlo. Negar la muy posible hegemonía China, para las próximas décadas, es una torpeza. Aunque también hay que entender que los Estados Unidos, sigue siendo una potencia vigoriza que se sostiene sola. China es hasta ahora el gran retador del título, pero solo eso. Quizás estableciendo una alianza solida con Rusia, se podrían acelerar esos tiempos, lo que dudo. Ya conocemos el tratamiento del tiempo de los chinos lo que define entre esa anécdota entre de Gaulle y Mao. Cuando el presidente francés le preguntó a Mao, su opinión sobre la revolución francesa a lo que el “gran timonel”, contestó “que no le gustaba opinar sobre hechos tan resistentes.”

Los tuareg, los rifeños, rohingya, kurdos, los tigriños… hay muchos pueblos luchando ahora mismo por su supervivencia, por mantener su identidad, su cultura, su propia existencia. ¿Hay también un despertar indígena en los pueblos originarios de América?

Considero que no existe esa posibilidad para los antiguos pueblos americanos. Más allá de algunas voluntades. Todas las luchas a las que te refieres, a los que hay que sumar a la nación saharaui, son nacionalidades o etnias, que han perdido sus territorios, si alguna vez los tuvieron, hace relativamente poco tiempo. Las naciones latinoamericanas están mejor constituida que las africanas, no han debido sortear para ello, los procesos que describimos hace un rato respecto a África. En América latina, no existen verdaderas tensiones separatistas, todo ya estaba resuelto, para bien o para mal, antes de mediados del siglo XIX, donde quizás con alguna leve diferencia ya estaba conformado el mapa, como lo conocemos hoy. Si bien el “indio” sigue siendo despreciado de manera aberrante hasta el día de hoy, tenemos que decir que un altísimo porcentaje, muy mayoritario de las sociedades latinoamericana son mestizas y se encuentra absolutamente integradas y si valiera el término “occidentalizados”, es más te diría que “son” la sociedad latinoamericana, lo queramos reconocer o no, ya que para muchos su origen suele ser estigmatizante. Aunque si las grandes mayorías son marginadas económicamente, lo que refiere a un problema político y no étnico. Ni el blanco puro, si lo hubiera, ni los indios puros, que, si los hay en el continente, representan un número significativo para poder reclamar la creación de un estado propio, como los tuareg, los rohingya, o los saharauis, que por otra parte si bien muy cercenado tienen un territorio.

Incluso podríamos tomar los casos de dos grupos armados en Perú y México, donde la presencia indígena más allá de la estigmatizaciones es indisimulable, han fracasado de manera taxativa. Sendero Luminoso, el grupo revolucionario peruano, que se auto proclamaba como una guerrilla etno maoísta, y que llegó a poner contra las cuerdas al estado, más allá de sus proclamas, y que su dirigencia y la gran mayoría de cuadros fueron mestizos, las comunidades “puras” de la sierra y la selva, no los siguieron, casi que los enfrentaron y se aliaron al ejército para combatirlos. Lo mismo le sucedió a los Zapatistas de Chiapas, en México, un grupo conformado por indios puros, que no consiguieron ser acompañados por ninguna de las comunidades indias, muriendo en la más absoluta de las soledades.

Por último, aunque tus artículos mantengan el foco, especialmente, en África y Asia, me gustaría saber tu opinión sobre la actualidad de América Latina. ¿Qué queda de ese proyecto del Socialismo del siglo XXI que inició el comandante Chávez, después de la década neoliberal que siguió a los gobiernos de Evo Morales, Rafael Correa y Dilma Rousseff?

Tampoco tengo buenas noticias para esta pregunta. De aquello no ha quedado absolutamente nada. Es más, los sectores burgueses del continente se han pegado tal susto con aquellos, que se han abroquelado en la ultra derecha para que no vuelta a suceder. Confirmando aquella máxima de Brecht “que un fascista no es más que un burgués asustado”. De allí emergen criminales como Bolsonaro, que todavía tiene esperanzas políticas para alcanzar un nuevo mandato, mientras que de asumir Lula, lo haría seriamente pautado; En Argentina donde todavía Macri, y su banda de ladrones que expuso como nadie la complicidad del FMI con los gobierno reaccionarios y más allá de lo robado y endeudado, él mismo y muchos de sus secuaces tiene la posibilidad muy cierta de imponerse en las presidenciales del 2023; El golpe contra Evo, que más allá que su partido haya vuelto al poder lo hizo muy descafeinado; Mientras la permanecía incólume del poder económico con Duque y Piñera, parece no tener marcha atrás, a pesar de que ambos presidente se cansaron de matar gente en las calles de Bogotá y Santiago, no hace 500 años, sino recién el año pasado. Para no mencionar la traición a Correa por parte de Lenin Moreno, que hace perdurar a la derecha ahora con Lasso en Ecuador. Mientras que Venezuela por la interferencia de los Estados Unidos y la inhabilidad de Maduro, para semejante cargo han hundido en el abismo a la Revolución del Siglo XXI, que a mi modesto entender no ha sido más que un título publicitario. Chávez cometió un error monumental que ha destinado a Venezuela a este fracaso, cuando perdonó la vida de docenas de golpista a los que tuvo su disposición en Miraflores tras retomar el poder el 14 de abril de 2002 y desde allí si lanzar una verdadera revolución.

En América Latina solo han perdurado dos revoluciones la cubana, con un gigante único como el comandante Castro, que hasta fuera del gobierno y después muerto siguió y sigue rigiendo los destinos de su pueblo, y la revolución del general Perón cuya más dilecta heredera, la presidente Cristina Fernández de Kirchner sigue concitando el cien por ciento de los votos, a favor o en contra, pero en Argentina se seguirá votando por mucho tiempo más, con esa disyuntiva a favor en contra de Cristina. El resto, diría Hamlet, es silencio.

Fuente
https://nuevarevolucion.es
Categoría
Etiquetas