Rusia y la izquierda atlantista

Barricada
Juanlu González

Parte de la izquierda española —dudo que merecedora de tal nombre— en su afán de ser aceptada por la dictadura de los medios de comunicación, creadora de la opinion pública, definitoria de lo que es políticamente aceptable y de lo que no debe tener cabida en los sistemas políticos occidentales, hace tiempo que renunció a sus esencias y a los valores transformadores que la identificaban.

Joseph P. Overton, miembro del Centro Mackinac de Política Pública, elaboró una teoría política que explicaba qué abanico de medidas serían aceptables por la opinión pública en un momento dado y cuáles serían excluidas por ella, al ser consideradas extremistas o poco serias. La clase política no debía ser capaz de modificar lo que debía aparecer y lo que no lo hace dentro de la Ventana de Overton, eso es algo que debería corresponder a las tendencias sociales de cada momento. Hasta ahí muy bien. Sin embargo, en una sociedad donde la opinión publicada modifica a su antojo a la opinión pública, son los dueños de los medios de comunicación quienes, guiados por su exclusivo interés, definen los términos en los que debe desenvolverse la política. Es el empresariado de los grandes medios del mundo quien establece cuál va a ser el terreno de juego reservado a la política y, como no puede ser de otra manera, cada vez es más pequeño y más irrelevante.

No es casualidad, además, que la Ventana de Overton se haya estrechado enormemente en el último medio siglo y se haya escorado claramente a la derecha. Si un socialista europeo de los años 60 o 70 pudiese ver un programa económico actual de la socialdemocracia, lo tacharía inmediatamente de derechista o reaccionario. Pero claro, para llegar al poder hay que estar dentro de los parámetros marcados por la «ventana» y acomodarse a lo que dictan las multinacionales de la opinión. Fuera de ella hace mucho frío y de la pureza o de la dignidad no se come. Es un círculo vicioso que nos lleva irremisiblemente a la desafección y a la desesperanza, pero que funciona aceptablemente bien mientras el cuerpo aguante.

Nuestra izquierdita cobarde no es ajena a este tipo de involuciones, todo lo contrario. Ya dije lo que pensaba de ella en relación con su triste papel en la guerra de EEUU contra Rusia en Ucrania. Si compras el relato de la OTAN, estás comprando la guerra de la OTAN. Ambas son facetas de la misma realidad. Las guerras de última generación no comienzan con bombas físicas, sino con reiterados bombardeos mediáticos.

Recuerdo a movimientos pacifistas de izquierdas pedir que fuese una fuerza árabe quien atacase Trípoli para defender a la población civil de las armas de Gadafi para que no tuviera que hacerlo la OTAN. Resulta que luego se demostró que el líder libio jamás bombardeó a manifestantes y que los sublevados eran yihadistas y mercenarios pagados por EEUU y los países del Golfo. ¡No se puede ser más idiota! ¿Para eso ha quedado la izquierda parlamentaria? Claro que, para ponerse de frente ante una tormenta propagandística hay que tener mucho arrojo y significa, automáticamente, expulsarte ante tus semejantes de la sensatez y de lo políticamente correcto. Pero no es más que un ejemplo del absurdo papel de la izquierdita cobarde en los tiempos que corren. Podría citar muchos más.

En los inicios de la guerra de Ucrania ONGs pacifistas y de derechos humanos convocaron manifestaciones donde se pedía abiertamente en envío de armas de la OTAN para luchar contra Rusia y en cuyos manifiestos no se criticaba la postura española de atizar la guerra. Y no, no eran olvidos, eran omisiones deliberadas para sumar gente y organizaciones. Sin embargo, en sus escritos se daban por buenas, sin filtrar, los fakes montados en los laboratorios de opinión pública de los militares sobre tal o cual matanza. ¿Pardillos o hooligans de la rusofobia? Elijan ustedes. Por supuesto, también obviaban la guerra civil provocada por el golpe de estado del Maidan como si jamás hubiera existido y los casi 20.000 muertos por ella ocasionada. Para ser pacifistas o defensores de los derechos humanos eran muy selectivos ¿verdad?

Ese es el panorama con el que tenemos que lidiar a diario. Estos días atrás, uno de los clásicos pensadores —es un decir— de la izquierda claudicada, dedicado en cada conflicto de la OTAN a criticar a la izquierda real más que a las derechas, acusaba a Putin de amenazar a occidente con el uso de armamento nuclear. Este tipo de cosas suceden cuando sólo se lee la prensa partidaria y no se contrasta ningún noticia. Resulta que Johnson, Truss, Macron o Biden llevan meses amenazando con el uso de este tipo de armas a Rusia en numerosas oportunidades durante el último medio año. Sin embargo, cuando Moscú replica que cuidado con las bombas atómicas, que algo así se les podría volver en contra a sus perpetradores, el coro de voceros de la Alianza, entre los que siempre está S.A.R. (su alteza real), saltan a la yugular con ríos de tinta y litros de saliva.

También el susodicho se apunta a la tesis de una «guerra ilegal que él mismo —en ubicuo Putin— ha desencadenado» y a la inevitabilidad de una escalada nuclear, táctica eso sí, como paso previo a una desescalada, aceptando implícitamente una marcha desvaforable de la guerra convencional para Rusia, que saca de las invenciones húmedas de la prensa atlantista. En fin, nada que no pudiésemos esperar de gente que hace mucho que juega la carta del imperialismo.

Lo que no sé y probablemente nunca sabré es si este tipo actitudes se toman en aras de la aceptación general, del aplauso fácil, por estar dentro de la sensatez overtoniana dictada por los poderosos, por mirar al mundo desde la ventana de los chicos buenos… o quizá sólo por dinero. Ya hace mucho que sabemos cómo EEUU compró a muchos intelectuales durante la Guerra Fría o cómo el Pentágono se apropia completamente de las redacciones de internacional de los periódicos europeos en tiempo de conflicto.

Quizá sea solo una sensación, igual incluso me equivoque, pero tengo la impresión de que siempre he estado en el mismo sitio desde el punto de vista ideológico y que es el mundo el que se ha movido en los últimos años, pero en la dirección equivocada. Cuestión de principios…

Fuente
https://www.bitsrojiverdes.org
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